Estábamos haciendo The Company of Wolves. Y tuvimos un problema. Con Angela Carter, habíamos escrito una escena donde el diablo conduce un Rolls-Royce color crema por un bosque imaginario, con Rosaleen, la joven soñadora interpretada por Sarah Patterson, como su chófer.
Mi primera idea fue que Andy Warhol interpretara al diablo. Por sus ojos azul pálido y su expresión seria enmarcada por una peluca rubia. Andy leyó el guion y le gustó. Stephen Woolley, el productor, voló a Nueva York para hablar con él, pero él se estaba recuperando de que lo disparara Valerie Solanas, quien parecía creer que él era el verdadero diablo. Dijo que aceptaría el papel, si grabábamos sus escenas en Nueva York.
Lo cual nos dió un problema. Susie Figgis, la directora de casting, sugirió a Terence Stamp. Lo recordaba de Superman, The Collector, Lejos del mundanal ruido, pero sobre todo de Teorema de Pasolini.
Vivía en the Albany, un extraño oasis de tranquilidad cerca de Piccadilly, en el bullicioso centro de Londres. Al entrar en su extraño pórtico de estilo ruritaniano, pensé que sería la residencia perfecta para el diablo, si alguna vez eligiera existir.
Conocí a Terence, vi esos ojos que eran aún más azules que los de Warhol y me di cuenta de que el diablo, si existiera, sería exactamente ese tipo de caballero. Una mandíbula fuerte, solo un atisbo de sonrisa y esa cualidad peligrosa e indefinible, un encanto absoluto.
El “bosque ruritaniano” que construimos fue diseñado por Anton Furst. Había árboles con cortezas como la musculatura de animales despellejados. Había un enorme roble partido, cuyas raíces imitaban un zapato de tacón alto.
Terence fue conducido a través de él en un Rolls-Royce pálido, manejado por Sarah Patterson con una peluca rubia platino, vestida con un traje de chófer color crema. Él sostenía en su mano el cráneo seco de un infante muerto hace mucho tiempo.
Le entregó un pequeño frasco de ungüento a un joven que, por alguna razón extraña, quería convertirse en lobo.
Todo tenía perfecto sentido y se filmó en una hora inolvidable y creo que lo hizo por el traje a medida que llevaba puesto.
Un diablo verdaderamente angélico.
