Los sueldos reales distan mucho de la realidad. Crédito: Pérez / Creative Commons
Vivir y trabajar en Mallorca ya no garantiza un nivel de vida digno. Un estudio reciente del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) revela que los ingresos necesarios para cubrir los gastos básicos en la isla son muy superiores al salario medio, lo que empuja a muchos trabajadores a la pobreza pese a tener empleo.
El informe subraya la creciente brecha entre los salarios y el coste real de la vida en las Islas Baleares. La vivienda, la alimentación y los servicios esenciales han aumentado de forma tan acusada que incluso un empleo a tiempo completo resulta insuficiente para que miles de residentes lleguen a fin de mes.
El ingreso mínimo necesario para vivir con dignidad
Según CCOO, una persona trabajadora en Mallorca necesita un salario neto anual mínimo de 30.326 euros para cubrir adecuadamente las necesidades básicas. Esta cifra no está ligada a un nivel de vida alto, sino simplemente a mantener una existencia digna sin estrés financiero constante.
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Con doce pagas anuales, esto equivale a 2.527 euros netos al mes. Bajo la estructura salarial más común en España de 14 pagas, el ingreso necesario seguiría siendo de 2.166 euros mensuales, muy por encima de lo que la mayoría de los trabajadores perciben realmente en la isla.
Los sueldos reales distan mucho de la realidad
Los salarios reales en Baleares se mantienen muy por debajo de estos niveles. En 2023, el salario medio anual en las islas se situó en 23.126 euros, incluso por debajo de la media nacional de 23.981 euros, pese al mayor coste de vida provocado por la insularidad y la limitada oferta de vivienda.
CCOO también señala que alrededor del 35% de los casi 600.000 asalariados en Baleares ganaron menos de 15.120 euros al año. La principal razón es la prevalencia del empleo temporal y estacional, particularmente en el turismo y la hostelería, sectores que dominan la economía local.
Ibiza y Formentera: costes aún más elevados
El estudio subraya que existen diferencias significativas entre las propias islas. Ibiza y Formentera afrontan una situación aún más extrema, con costes de vida muy superiores a los de Mallorca.
En Ibiza, una persona sola necesita al menos 41.945 euros netos al año para vivir decentemente, lo que equivale a 3.495 euros mensuales con doce pagas. En Formentera, el ingreso requerido es solo ligeramente inferior, 41.673 euros anuales, reflejando la fuerte presión sobre las finanzas de los residentes.
La vivienda impulsa la crisis
Según María Ángeles Aguiló, secretaria general de CCOO en Baleares, el estudio pretende mostrar “cómo afecta profundamente la insularidad al coste de la vida y cuán desiguales son las condiciones entre las islas”. El factor principal tras estas cifras es el aumento imparable de los costes de vivienda.
El gasto anual en vivienda por persona trabajadora en el archipiélago ha aumentado desde 14.732 euros a 16.705 euros. En Ibiza, los residentes pagan más de 10.000 euros extra al año en costes de alquiler o hipoteca comparado con Mallorca, lo que hace que el acceso a una vivienda sea cada vez más inalcanzable.
Recortando en lo esencial para sobrevivir
Aguiló también manifiesta su preocupación por que, comparado con el año anterior, la gente parece estar gastando menos en educación y salud. Esto sugiere que muchos hogares ya están recortando en servicios esenciales porque simplemente no pueden costearlos.
“Hay costes, como la vivienda y la alimentación, que no puedes dejar de pagar”, advierte. Como resultado, las familias se ven forzadas a sacrificar el bienestar a largo plazo para sobrevivir a corto plazo, profundizando la desigualdad social en el conjunto de las islas.
Trabajando y aún así pobres
Los jóvenes trabajadores y los pensionistas se encuentran entre los más golpeados por el aumento del coste de la vida. Mientras la pensión media se sitúa en 18.159 euros al año, bajando a 15.098 euros para las mujeres, dos de cada cinco pensionistas perciben menos de 785 euros al mes, muy por debajo del umbral de pobreza.
El informe concluye que una gran parte de la población no puede permitirse alquileres de mercado ni optar a una hipoteca, lo que evidencia no solo la inseguridad salarial sino también una profunda desconexión entre las medidas políticas y la realidad social. En definitiva, tener un empleo en Mallorca o Ibiza ya no es una garantía contra la pobreza, dejando a muchos residentes luchando por vivir con dignidad.
