Desde el comienzo de su temporada 27, South Park ha generado más controversia que en mucho tiempo (quizás nunca), además de algunos de sus índices de audiencia más altos.
El episodio de la semana pasada se burló de las brutales redadas de Inmigración y Control de Aduanas (Ice) de la administración Trump, se rio de la secretaria de seguridad nacional Kristi Noem y su gusto por matar cachorros y la cirugía estética (Noem luego se subió a su caballo moral y acusó al programa de sexismo) y, por supuesto, del propio Donald Trump. Junto con la toma marcial de Washington DC por parte de Trump, el episodio de esta semana, titulado “Sickofancy”, se enfoca en la inteligencia artificial (específicamente ChatGPT) y en la industria de los “tech bros”.
Retomando de donde lo dejaron, el tonto del show, Randy Marsh, ve como su querida plantación de marihuana Tegridy Weed es allanada por agentes de la frontera. Secuestran a todos sus trabajadores (“¡Oye! ¡Esos son mis mexicanos!”), dejándole solo un empleado, el siempre drogado Towelie (una toalla parlante, claro). Desesperado, Randy recurre a ChatGPT para que le aconseje. La aplicación sicofante y de voz suave crea un nuevo plan de negocios para que él y Towelie implementen. Con la ayuda de un mexicano al que liberan de un centro de detención de Ice y mucho ketamina recreativa, se reinventan como Techridy, “una plataforma de marihuana impulsada por IA para soluciones globales”.
Mientras tanto, en Washington, el presidente Trump se toma un descanso de recibir regalos lujosos (además de seguridades de que “no tiene un pene pequeño”) de políticos, magnates y líderes extranjeros para convertir la capital en un estado policial distópico decorado con su propia imagen (que incluye su miembro menos impresionante).
Las dos historias se juntan cuando Randy intenta sobornar a Trump para que legalice la marihuana en todo el país regalándole a Towelie. Pero todo es en vano, ya que los consejos de ChatGPT resultan inútiles y termina teniendo que vender Tegridy Farms y mudar a su familia de vuelta a los suburbios (el fin de una era para el programa, que ha destacado esta trama secundaria durante siete años, para la molestia de algunos fans).
La visión de Parker y Stone sobre la IA – que nos está volviendo más tontos, robándonos la conexión entre personas y dándonos muy, muy malos consejos – es refrescantemente clara, si no es particularmente incendiaria. La burla a los “tech bros” es sólida, aunque es un poco decepcionante que Elon Musk nunca salga, a pesar de que el chiste recurrente sobre la adicción a la ketamina claramente va dirigido a él. Dicho esto, las pullas al CEO de Apple Tim Cook y al fundador de Meta Mark Zuckerberg ayudan a llenar ese vacío.
El material sobre Trump sigue siendo muy divertido y es claro que el programa se dirige a una gran conclusión, probablemente involucrando a su socio y amante Satanás (quien finalmente está tomando medidas para liberarse de la relación abusiva).
Este episodio seguramente no causará tanto revuelo como los dos anteriores. Pero ver a South Park satirizar en tiempo real la aterradora militarización de Washington DC – la Union Station, que aparece en la montaje central del show, fue el escenario de una sesión de fotos fascista con el vicepresidente JD Vance, el secretario de defensa Pete Hegseth y el subjefe de gabinete de la Casa Blanca Stephen Miller – es otro recordatorio de que ningún programa ha trabajado tanto para tener el pulso de la nación.
