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En su negocio de limpieza en Maryland, donde emplea a 1,200 personas, el director ejecutivo Victor Moran examina cuidadosamente a los nuevos reclutas para asegurarse de que están autorizados para trabajar en EE.UU.
Aun así, la política antinmigrante de Donald Trump está empezando a reducir su fuerza laboral. Según él, unas 15 personas han dejado su empresa, Total Quality, desde que Trump logró eliminar las protecciones temporales contra la deportación para inmigrantes de Venezuela y Nicaragua.
Si la Casa Blanca intensifica sus esfuerzos, podría perder cientos más de sus empleados, quienes dependen de permisos de trabajo similares y serían difíciles de reemplazar.
Preocupaciones parecidas resuenan en empresas de todo EE.UU., ya que la campaña de deportaciones de Trump parece acelerarse, amenazando con cortar un flujo de trabajadores cada vez más vital para la economía del país.
Según datos del censo, casi uno de cada cinco trabajadores en EE.UU. era inmigrante el año pasado, una cifra récord en décadas, frente a menos del 10% en 1994.
Trump afirma que su objetivo son las personas que están ilegalmente en el país, que representan aproximadamente el 4% de la fuerza laboral. Su promesa de realizar deportaciones masivas fue un pilar de su campaña y un tema que le ganó apoyo generalizado, incluso entre muchos votantes hispanos.
Su administración ha reanudado redadas en lugares de trabajo, una táctica suspendida bajo Biden.
Pero los esfuerzos de la Casa Blanca van más allá: apuntan a personas con visas de estudiante, suspenden la admisión de refugiados y buscan revocar permisos de trabajo temporales y otras protecciones otorgadas por presidentes anteriores.
Estas acciones amenazan con afectar a millones de personas, muchas de las cuales han vivido y trabajado en EE.UU. por años.
‘Estrés en mi mente’
32BJ SEIU
Justino Gómez, de El Salvador, teme que ICE lo deporte
"Estamos aterrados", dice Justino Gómez, originario de El Salvador y residente en EE.UU. por tres décadas.
Este hombre de 73 años tiene permiso para trabajar bajo el programa TPS, que otorga protección temporal contra la deportación basado en condiciones en el país de origen.
Su trabajo—primero como lavaplatos y cocinero, ahora como limpiador—le permitió enviar a su hija adoptiva en El Salvador a la escuela para ser maestra.
Pero Trump ya ha intentado cancelar el TPS para haitianos y venezolanos. Gómez, que vive en Maryland, teme que El Salvador sea el próximo.
"Cada vez que salgo de casa, tengo este estrés en la mente", dice a la BBC, con un traductor de su sindicato, 32BJ SEIU. "Hasta cuando voy al metro, temo que ICE esté ahí para llevarnos".
Impacto económico
Muchas acciones de Trump enfrentan desafíos legales, incluyendo una demanda del SEIU sobre el TPS.
Pero incluso si la Casa Blanca no logra aumentar las deportaciones, analistas dicen que su política podría frenar la economía a corto plazo, asustando a gente como Gómez y reduciendo la llegada de nuevos trabajadores.
El crecimiento de la fuerza laboral, impulsado por inmigrantes, ya se estancó desde que Trump asumió el cargo en enero.
Giovanni Peri, economista de la Universidad de California, Davis, advierte que si las empresas no encuentran trabajadores, su capacidad de crecer se limitará, frenando la economía.
Una fuerza laboral más pequeña también podría aumentar la inflación, al obligar a pagar salarios más altos.
Si estas políticas continúan, tendrán consecuencias económicas profundas, agrega Peri. Señala a Japón, cuya economía se contrae por su rechazo a la inmigración y el envejecimiento poblacional.
"Las redadas son parte de una política que busca transformar a EE.UU. de un país que integra inmigrantes a uno cerrado", dice. "En vez de ser un motor de crecimiento, será una economía estancada y menos dinámica".
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Trump reconoce el daño de sus políticas en industrias clave, como la agricultura
Muchas empresas ya reportan dificultades para cubrir vacantes.
Adam Lampert, director ejecutivo de Cambridge Caregivers y Manchester Care Homes en Texas, dice que el 80% de sus 350 empleados nacieron en el extranjero.
"No busco específicamente no-ciudadanos, pero son los inmigrantes quienes responden", explica.
Como Moran, ha perdido trabajadores con permisos temporales debido a las medidas de Trump.
También le preocupa el efecto dominó en su negocio, que compite con trabajadores indocumentados contratados directamente por familias. Si esos trabajadores desaparecen, la demanda por sus servicios subirá, obligándolo a aumentar precios.
"Habrá una inflación increíble si sacamos a esta gente de la economía", advierte. "No podemos prescindir de ellos".
En Harris Health System, una red hospitalaria en Texas, el director Esmail Porsa confirma que ya han perdido empleados por los cambios de Trump.
Capacitar a trabajadores estadounidenses tardaría años, dice, mientras la demanda crece.
"La población envejece y estamos cerrando una fuente clave de mano de obra. Esto explotará", afirma.
Trump reconoció la semana pasada el caos que sus políticas causan en sectores como agricultura y hostelería, incluso pausando temporalmente algunas redadas tras críticas de republicanos.
Pero Tricia McLaughlin, del Departamento de Seguridad Nacional, insiste en que las redadas siguen siendo una "piedra angular" de su estrategia.
En la construcción, algunas cuadrillas han dejado de aparecer, lo que ralentizará proyectos y aumentará costos, dice Jim Tobin de la Asociación Nacional de Constructores.
La industria pide reformar las leyes migratorias, incluyendo visas especiales para trabajadores de construcción.
Pero Tobin no espera cambios pronto: "Hace falta una señal del presidente. Por ahora, solo hay represión".
