¿Restricciones al Comercio de Equipos Médicos? Actuar con Prudencia

Cuando la pandemia de Covid-19 puso de manifiesto nuestra dependencia de la producción extranjera para bienes médicos esenciales, quedó claro que la resiliencia de las cadenas de suministro es una cuestión de seguridad nacional. En el punto álgido de la crisis, Estados Unidos importaba casi el 80% de sus guantes médicos y el 70% de sus mascarillas, según la Comisión de Comercio Internacional del país. Los hospitales se vieron obligados a participar en guerras de ofertas globales por respiradores, ventiladores y equipos básicos de protección personal (EPP). Para muchos de nosotros en el ámbito de la salud pública, aquel momento marcó un punto de inflexión: el reconocimiento de que la nación debe reconstruir su base manufacturera nacional para suministros médicos.

Ese objetivo es necesario y urgente. Pero el enfoque actual —el uso de aranceles de seguridad nacional bajo la Sección 232 sobre equipamiento médico importado— corre el riesgo de repetir los mismos errores que han plagado durante tanto tiempo la política sanitaria estadounidense: confiar en instrumentos contundentes para problemas complejos.

La investigación en curso del Departamento de Comercio bajo la Sección 232 cubre una amplia lista de productos, desde EPP y jeringuillas hasta dispositivos de imagen y bombas de infusión. La justificación es proteger a las industrias domésticas consideradas vitales para la seguridad nacional. Sin embargo, los aranceles sobre una gama tan amplia de bienes podrían aumentar los costes en todo el sistema sanitario, interrumpir las cadenas de suministro y reducir el acceso a las mismas tecnologías que los hospitales necesitan para prestar una atención oportuna y de alta calidad.

LEAR  Los hospitales están congelando acuerdos de fusión y adquisición mientras las políticas federales sacuden la industria.

La Asociación Americana de Hospitales informa que más de la mitad de los hospitales de EE. UU. cerraron 2023 con márgenes operativos negativos. Los costes de suministros y equipos aumentaron más de un 30% entre 2019 y 2023, impulsados en gran medida por la inflación y las disrupciones relacionadas con la pandemia. Añadir aranceles sobre esa presión casi con toda seguridad resultaría en precios más altos para los pacientes, una adopción más lenta de nuevas tecnologías y menos recursos para los programas de salud comunitaria.

Para la salud pública, lo que está en juego es más amplio que los presupuestos hospitalarios. Los aranceles arriesgan debilitar la preparación para emergencias —la capacidad de responder rápidamente a amenazas emergentes—. Durante la Covid-19, los retrasos en la respuesta no se debieron a una falta de experiencia científica, sino a cuellos de botella logísticos. La Reserva Nacional Estratégica (SNS, por sus siglas en inglés) estaba desabastecida y las rutas de envío globales estaban paralizadas. Un nuevo régimen arancelario podría dificultar el reabastecimiento de esa reserva de manera asequible, especialmente para artículos críticos como ventiladores, agujas y suministros para pruebas.

Una estrategia más inteligente construiría capacidad doméstica a través de la inversión, no de la restricción. La Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico (BARDA), dentro del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), ya tiene un historial probado de colaboración con la industria privada para escalar la producción de vacunas, diagnósticos y contramedidas médicas. Su modelo de contratación flexible podría ampliarse para incluir dispositivos médicos y consumibles hospitalarios críticos para la preparación. El Proyecto NextGen de BARDA ofrece un modelo de cómo una inversión público-privada dirigida puede fortalecer el suministro nacional sin imponer mayores costes a los proveedores sanitarios.

LEAR  La ciencia revela por qué el ejercicio tarda más en dar resultados con la edad.

De manera similar, la Administración para la Preparación y Respuesta Estratégica (ASPR) tiene la autoridad para coordinar la adquisición y logística de suministros médicos de emergencia. El programa de expansión de la base industrial de ASPR, lanzado después de la pandemia, está diseñado para recuperar fabricación clave en el país mediante subvenciones, compromisos de compra anticipada y alianzas tecnológicas. Estos mecanismos pueden ampliarse para asegurar la producción nacional de equipos de alta prioridad manteniendo la flexibilidad global.

Los modelos público-privados como estos abordan las mismas preocupaciones de seguridad nacional que la investigación de la Sección 232 pretende resolver, pero lo hacen sin comprometer el acceso o la asequibilidad. También se alinean con las lecciones aprendidas de las inversiones de la Ley de Producción de la Defensa (DPA) durante la pandemia, que ayudaron a expandir la capacidad manufacturera estadounidense para mascarillas y kits de prueba en 2021. Esos esfuerzos demostraron que los incentivos dirigidos y con límite de tiempo pueden ser mucho más efectivos que las barreras comerciales permanentes.

El impulso para repatriar la producción es correcto y necesario. Pero los aranceles bajo la Sección 232 son un instrumento contundente para un problema que requiere precisión. En lugar de aumentar los costes para hospitales y pacientes, el gobierno federal debería utilizar sus autoridades existentes para incentivar la fabricación nacional, fortalecer la colaboración público-privada y diversificar el aprovisionamiento global.

La seguridad nacional comienza con la seguridad sanitaria. No deberíamos tener que elegir entre las dos. Nuestra meta debe ser hacer que la atención sea más fiable, más asequible y más resiliente, todo al mismo tiempo. La combinación adecuada de inversión, coordinación y previsión política puede llevarnos allí. Los aranceles por sí solos no pueden.

LEAR  Guía de Ropa Deportiva No Tóxica - Productos Químicos 'Para Siempre' PFAS en Leggings de Entrenamiento y Pantalones de Yoga

Foto: mohd izzuan, Getty Images

Peter J. Pitts es Presidente del Center for Medicine in the Public Interest y Profesor Visitante en la Facultad de Medicina de la Universidad de París. Es ex Comisionado Asociado de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. y miembro del Servicio Ejecutivo Superior de los Estados Unidos.

Esta publicación aparece a través del programa MedCity Influencers. Cualquiera puede publicar su perspectiva sobre negocios e innovación en la atención sanitaria en MedCity News a través de MedCity Influencers. Haga clic aquí para saber cómo.

Deja un comentario