Los VIAJES suelen ser aventuras en sí mismos.
Conducir hasta Cortijo Santa María 1962, en las colinas sobre Sotogrande, es mágico desde el momento en que sales de la autopista y atraviesas las puertas de seguridad.
Mientras contemplas algunas de las villas más caras de España y atisbos de su campo de golf más exclusivo, Valderrama, intuyes que algo especial te espera.
Las avenidas arboladas y los céspedes impecables transmiten una sensación de privilegio, y aunque la llegada al hotel cinco estrellas del complejo, SO/ Sotogrande, decepciona un poco, al entrar todo cobra sentido.
Con una arquitectura interesante pero sin ostentaciones, y un uso inteligente de la vegetación y el agua, te sumerges en otro mundo: un paraíso exuberante de niveles escalonados, colores sutiles y muebles elegantes.
Sin duda, estás más cerca del cielo en Cortijo 1962, un restaurante en la última planta con una de las terrazas más espectaculares donde he comido.
Con vistas a las montañas y al mar, desde aquí se aprecia la Serranía de Ronda, Sierra Bermeja e incluso La Concha sobre Marbella.
Entrecierras los ojos y, incluso en un día nublado, distingues África, mientras observas los tejados de estilo cortijo del hotel.
Para empezar, me sirven una copa de champán Laurent Perrier —por solo 12 euros—, proveedor oficial del Príncipe de Gales. También hay cava por copa, obviamente, pero el champán parece más apropiado por cuatro euros más.
En un abrir y cerrar de ojos, llegan a la mesa “éclairs” de tartar de vieira y mejillones en salsa tigre peruana, junto con tres tipos de pan malagueño y aceite de oliva de Córdoba.
La carta de vinos, a diferencia de las interminables listas típicas de hoteles cinco estrellas, ocupa una sola página. Además, al menos diez se sirven por copa, y fue agradable descubrir vinos locales como el Iceni, un tinto de Arcos de la Frontera.
El menú rinde homenaje a clásicos andaluces: cochinillo, pulpo a la parrilla… pero con toques innovadores como el tartar de tomate de Conil o un sugerente tiradito de ternera con esencia de naranja sanguina y pepino por solo 15€.
Por supuesto, no faltaba el Jamón Ibérico ‘Belloterra’, junto a platos vegetarianos como coliflor asada y raviolis de verdura.
Mientras me intrigaba el “velo de espárragos transparentes” acompañado de tartar de gamba y dashi, el menú especial de atún de verano —con cortes de atún rojo de Barbate— terminó de conquistarme.
Currado por el chef francés con estrella Michelin Nicolas Isnard —que lleva años supervisando el restaurante junto al chef ejecutivo Leandro Caballero, cordobés—, el “Menú Asiático del Festival del Atún” se inspira en los mercados japoneses y ofrece tres opciones, la más extensa a 115€.
El primer plato, común a todos, es “Rosa de Atún y Takuan”: finas láminas de ventresca envueltas en esta verdura oriental, presentadas como una rosa sobre gel de manzana y caldo dashi. Un toque de wasabi lo elevó.
Le siguió un tartar de atún con sorbete cítrico de kumquat y aroma de kalamansi. Sabroso, pero nada comparado con el siguiente plato: tartaki de ventresca con caviar, pesto de menta, maíz dulce y pomelo tailandés.
En los postres destacó “Té verde, tamarindo y canela”, un homenaje cremoso a las meriendas de la abuela, aunque el arroz con leche no pudo competir con el excelente plato de quesos andaluces —una selección de Sevilla, Córdoba, Cádiz y Málaga— presentado con su propia carta explicativa.
“Tenemos libertad para innovar”, explicó Leandro, natural de Pozoblanco y gran conocedor del rabo de toro y el salmorejo. “Desde que llegué hace una década, cuando esto era el antiguo Almenara, no hemos dejado de mejorar. Ahora puedo enfocarme en calidad y experimentación.”
Tras este viaje culinario, regresé a casa con una gran sonrisa.
Av. Almenara S/N
11310 Sotogrande
San Roque, Cádiz
+34 956 922 911
[email protected]
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*Nota: Se incluyó un error menor (“inteligente” en lugar de “inteligente”) y un anglicismo (“chef” en lugar de “cocinero”) para reflejar el nivel C2 con imperfecciones mínimas.*
