Después de su álbum debut Skin, nominado al Mercury Prize, la cantante bangladesí-irlandesa Joy Crookes fue lanzada al centro de atención – y a lo que ella describe como una “crisis de salud mental entre discos”. Ahora, después de una pausa de cuatro años, ha regresado con Juniper, un álbum forjado en la reflexión y la reinvención. A lo largo de sus canciones, Crookes enfrenta el trauma generacional, explora la identidad queer, desaprende hábitos y procesa el desamor, mientras reconstruye quién es ella cuando ya no está definida por la mirada de otro. Si Skin presentaba a Crookes como una aguda observadora de sí misma y de la sociedad, Juniper añade profundidad al retrato, resultando en una crónica maravillosa de la introspección con raíces en el neo-soul, con toques de cadencias hip-hop y orquestación cinematográfica.
1. Brave
El ritmo groovy ligeramente retrasado indica inmediatamente que este álbum es una bestia diferente a su predecesor. Donde Skin se sentía optimista y potenciador de la confianza, Juniper invita al oyente a reducir la velocidad y escuchar. “Y yo aprendo, y tú aprendes a mantener una postura de lucha/ ¿Veré el día en que no sienta la necesidad de defenderme?” Se pregunta Crookes entre una instrumentación discreta, señalando un proyecto que no teme explorar la lucha por mantenerse con el corazón abierto en un mundo que a menudo se siente como un adversario. Pero sus voces aterciopeladas dejan espacio para que se filtre la luz, si ella elige ser valiente: “El amor intenta ser mi amigo.”
2. Pass the Salt [feat. Vince Staples]
Una percusión intrincada y un audaz bajo establecen el telón de fondo atrevido para un giro tonal de 180 grados, reintroduciendo la chispa juguetona característica de Crookes. Cuatro años después, emerge radiante con aún mayor seguridad en sí misma: “Poniendo cara como un cachorro de tigre/ Puedo ser callada y aún así segura”, mientras que el verso de rap afirmativo de Vince Staples añade la cereza a este destacado tema de funk-jazz.
3. Carmen
Voces sensuales y armonías elevadas cabalgan sobre una progresión de acordes de piano romántica, atrayéndonos hacia el magnetismo del personaje de Carmen. Crookes teje un tapiz de admiración y envidia, declarando: “Quiero ser deseada como Carmen”. Enfrenta la influencia persistente de los estándares de belleza blancos que continúan dominando las nociones sociales de lo deseable: “Piel morena europea con mi ojo londinense/ Siento envidia de ese tipo vainilla”. Incluso mientras reconoce las fuerzas estructurales injustas que moldean el deseo, Crookes se permite sentir la anhelo muy humano de admiración, reflexionando sobre esta tensión con una tierna autoconciencia: “Tú vas clásico como Coco Chanel/ ¿Está mal que yo quiera eso para mí?”
4. Perfect Crime
Marcando la canción más corta del álbum, ‘Perfect Crime’ introduce intriga con sus texturas ahumadas, ecos dub y un groove para cabecear. Líricamente, captura la valentía de volver a sumergirse en el cóctel de vulnerabilidad y poder que viene con salir con alguien, evocando lo que Crookes ha descrito como el momento de “estar un par de pintas tomadas en el pub con tu amigo y crear el perfil de Hinge”. Con su gancho infeccioso y percusión colorida, este es un himno atmosférico para la pista de baile.
5. Mathematics [feat. Kano]
Una desaceleración intencional, ‘Mathematics’ se desarrolla como uno de los momentos más íntimos y expuestos del álbum. “Cansada/ Llorando en la pista de baile/ Soy guapa pero miserable”, confiesa Crookes mientras el arreglo nostálgico de piano y cuerdas enmarca sus voces casi conversacionales. El verso de Kano, distinguido por su flow sincopado y rimas internas, inyecta una tensión rítmica que equilibra bellamente la deriva llorosa de la canción.
6. House With a Pool
En una colisión fascinante de sonidos optimistas y verdades difíciles, Crookes adopta un tono protector, de hermana mayor, cuando advierte: “Ella lo llama ‘amor’ tan desesperadamente/ Pero nena, eso no es una calle de dos sentidos”. Su interpretación es rica en giros melismáticos que prestan al tema elasticidad y elegancia. Tras una advertencia con alma contra la trampa de la devoción desigual, los lick de piano brillantes del outro enmascaran el aguijón del mensaje.
7. I Know You’d Kill
Afilada como una navaja y de ritmo rápido, la séptima canción burbujea con creatividad y bravuconería. “No, no era mi intención encontrarte con violencia/ Vamos, nene, soy un tirano tierno de verdad”, declara Crookes, inclinándose hacia la paradoja ingeniosa, y etiquetándolo con una gota de sabiduría: “Sigo el consejo de mi madre, ‘Encuentra ese ride or die'”. Los floreos de trompeta y saxofón amplifican la vocalmente intimidante y audaz entrega de Crookes con aún más teatralidad, haciendo de este tema un absoluto espectáculo.
8. First Last Dance
Melodías synth-pop y suaves rasgueos de guitarra alejan al álbum de su esencia neo-soul. Aunque rompe la cohesión sónica, la pista es también un respiro bienvenido del paisaje por lo demás poco iluminado y nebuloso del disco. En un modo balada elevado, Crookes se posiciona en medio de un ritmo pop e instrumentación brillante, haciendo su personaje más ligero e intangible. Aún centrándose en la separación romántica – “Aunque no me gustas, al menos tengo una amiga/ […] Ahora es el momento de que me dejes ir” – esta vez, ella lleva la ventaja.
9. Mother
Donde puede carecer de algo del carácter sónico más memorable del álbum, ‘Mother’ lo compensa con intensidad emocional y peso temático. La confrontación de Crookes con su línea materna aborda el trauma, el abuso y el dolor heredado. “Dios sabe lo que cargamos de nuestra historia/ Dolor en la línea de sangre, voy a romper”, canta, siendo tanto un reconocimiento de sus complejas heridas como una promesa de terminar ese ciclo para las futuras generaciones. La negativa a someterse a un destino predeterminado es palpable no solo en su interpretación, sino en los firmes beats y armonías en capas de la canción.
10. Somebody to You
La canción flota en un coro etéreo y adictivo, socavado por capas granulosas de fondo para darle mordiente. En medio de una producción nostálgica, la personalidad de Crookes recuerda a su era de Skin: serena y segura de sí misma. “Pedestal, te puse demasiado alto/ ¿Quién soy yo cuando estoy fuera de tu vista?” Pregunta con genuina curiosidad, consciente de los peligros de asignar demasiado valor a otro mientras te descuidas a ti misma. Sin embargo, cuando trina “No te preocupes por mí, estaré bien”, su fraseo cae con plena convicción.
11. Forever
Iniciando con piano cálido y voces desprotegidas, la pista muestra una producción mínima y una vulnerabilidad cruda y dolorida. Donde ‘Somebody to You’ comunicaba una genuina disposición para redescubrir la identidad fuera de una relación, esta se sumerge en el desamor en su forma más fea: la negativa, o incapacidad, de dejar ir a la persona que amas. Tierna y como balada, es conmovedora en su simplicidad: “Ya sea que estés conmigo o no/ Recuerda que intercambiamos amor/ Y eso es para siempre”.
París
La canción final, más larga y única del disco, entra en el ritmo poco a poco, mezclando un R&B melancólico con texturas de trip-hop. Su compás sincopado se siente embriagador, empujando al oyente un poco fuera de equilibrio mientras multiples hilos sónicos se entrelazan. El tema se centra en el anhelo queer reprimido, con Crookes reflexionando sobre su bisexualidad y el peso de la culpa religiosa: “Cuando se trata del orgullo/ Yo alzaría mi corazón por una chica o un chico/ Pero creía que era una pecadora.” Rechazando convertir esta lucha en algo trágicamente hermoso, ella despoja cualquier romanticismo con una franqueza implacable: “No hay nada dulce en eso.”
