"Nunca miento en mis canciones", repite Cass McCombs en ‘I Never Dream About Trains’, un destacado de Interior Live Oak, su undécimo álbum, lo que significa que ha lanzado más de cien canciones. Pero no tomes sus palabras al pie de la letra: la extraña especificidad de los versos siguientes genera escepticismo ("Nunca sueño con abrazarte fuerte / en la arena de Pescadero"). Sin embargo, lo que canta en la canción anterior es más cercano a la verdad: "Digo todo lo que pienso, o algo parecido".
El significado de Interior Live Oak, un doble álbum de 12 canciones que sigue al excelente pero más conciso Heartmind (2022), sigue siendo esquivo. Pero McCombs logra unirlo todo, cantando a través de narradores poco confiables que refuerzan su consistencia musical y sinceridad. Son bailarines y cínicos, reales e imaginarios, brutalmente honestos y espiritualmente veraces. Si a veces parecen hundidos en el sueño, es porque, dicen, los sueños no tienen mentiras que esconder.
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1. Priestess
Una de las dos canciones producidas con Sam Owens (alias Sam Evian), ‘Priestess’ es una elegía —"de algún modo", aclara acertadamente la biografía— para un amigo, aunque las letras son tan crípticamente fantasmagóricas como el gancho es pegajoso. "Viste que cada uno de nosotros / es opaco como el aire tejido / tu humor negro que nadie podía tocar", canta McCombs, capturando un poco de eso, pero demasiado íntimo para ser brutalmente honesto.
2. Peace
Introducida por un exquisito riff acústico y terminando con un sucio solo de guitarra, ‘Peace’ parece una extensión cálida de ‘Priestess’—ambos fueron sencillos adelanto—, obsesionada con la palabra que usamos para despedirnos. No se trata tanto de no temer a la muerte, sino de aceptar el miedo ante la certeza.
3. Missionary Bell
Con la muerte aún en mente, McCombs se vuelve más filosófico y sincero, su guitarra acústica más simple. Mientras se detiene en la metáfora de "océanos insondables", su melodía es todo menos discordante, llevándote suavemente. No hay malas canciones en Interior Live Oak, pero pocas son tan sutiles, y ninguna mejor.
4. Miss Mabee
McCombs rompe el ambiente con una canción juguetona y rítmica que juega con las palabras ("Quizás Miss Mabee lo hará, quizás Miss Mabee no"). No ofrece mucho más, pero cumple su función.
5. Home at Last
McCombs mantiene el humor en ‘Home at Last’, pero esta vez de forma auto-depreciativa. Sabe que un doble álbum debe ser coherente, y eso se nota incluso en las letras: "Saludado por la mano de mi creador / La estrecharé mucho / Quizás alguna farola parpadee por mí / O quizás no". ¿El Sr. Mabee, tal vez?
6. I’m Not Ashamed
Volviendo a una dulzura nostálgica y sencilla, el narrador rescata un pasado sin vergüenza—una infancia trepando cerezos, amenazado por nubes enseñando los dientes— y lo proyecta al presente. Ojalá la vida adulta fuera así de ligera y pura. Algo se pierde al crecer, pero quizás podamos aprender de ello.
7. Who Removed the Cellar Door?
Ampliando el alcance del álbum, ‘Who Removed the Cellar Door?’ es una interrogación casi cinematográfica, con una melodía fuerte que facilita seguir la narración. Chris Cohen, coproductor y colaborador de larga data, ayuda a crear un ambiente ominoso, envolviendo la canción en guitarras y bajo distorsionado.
8. A Girl Named Dogie
Tras ‘Miss Mabee’, llega ‘A Girl Named Dogie’, manteniendo el ambiente inquietante. La premisa es familiar: la chica se mudó a Nueva York "desde algún lugar super aburrido", aunque McCombs lleva esa línea a lo surrealista al rimarla con "y trajo consigo la lluvia". Con ayuda de Jason Quever, la canción es más minimalista y cargada de reverb, iluminándose de repente como si alumbrara el escenario oscuro donde la chica sueña ser estrella. Para acompañar el solo de guitarra glam, McCombs empieza a yodear. Por si te estabas durmiendo.
9. Asphodel
‘Asphodel’ se sostiene con un riff potente y batería fluida, tratando al misticismo con respeto, sin burlarse ni caer en él. Gira en torno a un portal bajo la pirámide TransAmérica de San Francisco que lleva al inframundo de la ciudad—donde, según un adicto, crece una flor en la oscuridad. McCombs mezcla detalles fantásticos con verdades irrefutables: "El roble vive por lo enterrado bajo él". Al final, su tono se vuelve elegíaco nuevamente, usando la flor como metáfora de un calor espiritual que ni el más cínico podría negar.
10. I Never Dream About Trains
El título sospechoso de ‘I Never Dream About Trains’ se vuelve más irónico con la voz sensible de McCombs: "Habiendo enfriado todo deseo / No pido nada al destino". Quizás lo segundo sea cierto, pero el deseo no muestra señales de enfriarse. No se puede bailar lejos el dolor, pero sí guiñarle un ojo.
11. Van Wyck Expressway
En otra muestra de buena secuencia, el deseo se revela claramente, aunque con ambivalencia: "Quiero algo que no puedo tener / Tengo algo que no quiero". ‘Van Wyck Expressway’ tiene una de las melodías más hipnóticas del álbum, con guitarra fingerpicking y violonchelo que acompañan la voz susurrante de McCombs. "La vida humana es vida dormida", canta. Pero no puede escapar de los vestigios de su propia experiencia, expuestos en los sueños.
12. Lola Montez Danced the Spider Dance
Otra canción cinematográfica como ‘Who Removed the Cellar Door?’, esta dura siete minutos y se centra en la irlandesa que se hizo famosa como bailarina española (y cuya lista de amantes incluía al pianista Franz Liszt y al novelista Alexandre Dumas). Musicalizando su "último baile de deseo", la canción es lenta pero podría usar más texturas para justificar su duración. Aunque ficticia, encapsula los temas del álbum en dos versos: "Sueños desagradables, deseos oscuros / Espíritus envenenados y chispas voladoras".
13. Juvenile
Si ‘Miss Mabee’ era juguetona, ‘Juvenile’ es directamente tonta, adoptando la perspectiva del adolescente mientras lo regaña. Primus recibe un golpe entre las cosas que "apestan" (todo), mientras el cantante advierte contra la publicidad que promueve lo nuevo: "Nuevo mapa / Nueva basura / Nueva música que no mola". Excepto Interior Live Oak, claro. McCombs sabe que no dice nada nuevo, pero igual mola.
14. Diamonds in the Mine
‘Diamonds in the Mine’ es un respiro en la lista de canciones, ligera y reconfortante. La oscuridad llega, admite, pero no hay que temerla porque nada permanece igual. Un mensaje simple, pero Sam Owens hace maravillas con el arreglo espectral. "Brillar adiós" resulta ser otra forma de decir paz.
15. Strawberry Moon
La noche llega, y mientras los amantes (incluido el narrador) gravitan hacia la misma belleza lunar, McCombs les ofrece otro vals. Cuando la ciudad duerme, la música cobra vida.
16. Interior Live Oak
Si Interior Live Oak es un disco soñoliento (en el buen sentido), McCombs lo cierra con su tema más ruidoso, ebrio de riffs atronadores y batería acelerada. Si acabas de despertar, te dan ganas de volver a dormir, solo para recordar de qué trataban los sueños.
