En los mediados de los 90, Bonnie y Terry Turner crearon una serie de televisión sobre un grupo de alienígenas (liderados por John Lithgow como su engreído Alto Comandante) en una misión de investigación en la Tierra. Mientras intentaban integrarse en la vida humana haciéndose pasar por una familia normal, surgió una hilaridad gentil y encantadora durante seis temporadas – un tiempo inesperadamente largo, y Tercero en discordia se hizo conocida como “el programa que no podían cancelar”. El cariño que todos le tenían duró más allá de su peak técnico y lo mantuvo en pantalla hasta que la inviabilidad comercial se volvió demasiado evidente y/o el interés de los actores por participar disminuyó. Fue un raro bolsillo de sentimentalismo en el otherwise despiadado mundo de la televisión.
Only Murders in the Building es en todos los aspectos un programa mucho mejor que 3rd Rock. Logra incorporar un misterio acogedor, sátira de redes sociales, frases ingeniosas, chistes visuales, comedia física y amistades intergeneracionales. Una corriente de melancolía se ve aliviada por el optimismo mientras su trío de personajes principales se une por su amor a los podcasts de true crime, luego empiezan el suyo propio, forjando conexiones con los distintos inadaptados del edificio donde viven, y el mundo exterior. Pero mientras comienza la quinta temporada, el recuerdo de 3rd Rock me viene a la mente con más fuerza.
Porque soy uno de los muchos fans devotos de OMITB, y nunca queremos que se acabe. Hay muchas razones para amarla: el ingenio, la inteligencia, Steve Martin (quien la cocreó con John Hoffman) como el cerrado Charles Haden-Savage bajando la guardia con sus nuevos amigos inesperados, Martin Short como el irrepresible director de teatro Oliver Putnam – y Selena Gomez en una de las actuaciones más indefiniblemente raras jamás realizadas fuera del celuloide. También está el glamour del edificio Arconia, y el hecho de que el papel de la chica manic pixie se lo dieron a Short y no a Gomez. Pero la amamos más allá de todo eso.
Sin embargo… la tercera temporada tuvo una pequeña caída, cuando un par de estrellas invitadas (Paul Rudd y Meryl Streep) obtuvieron papeles más grandes, en vez de los cameos entretenidos de antes como Sting y Amy Schumer, y la acción se movió en parte fuera del Arconia y hacia Broadway, alterando el balance delicado que hizo prosperar a OMITB. El reenfoque en la muerte de Sazz y el duelo de Charles en la cuarta temporada, a pesar de los viajes y flashbacks a sets de Hollywood, nos devolvió al camino, y contuvo la expansión del reparto y tramas ocasionadas por el podcast de Only Murders volviéndose una película, dándonos el raro recurso de una obra dentro de una obra dentro de una obra.
Ahora, con la quinta temporada, el centro no se sostiene. Terminamos la temporada anterior de la manera tradicional, con nuestros héroes encontrando otro asesinato en el edificio (o al menos sus alrededores): esta vez del conserje Lester (Teddy Coluca). Luego hay otro. Luego las pistas (incluyendo un dedo perdido, una conexión mafiosa y una manivela de ascensor) y sospechosos (incluyendo a Téa Leoni como una viuda italiana y posible interés amoroso para Charles, quien toma suplementos de testosterona por su salud; tres billonarios; y la esposa de Lester, Lorraine – Dianne Wiest, su brillantez eternal) empiezan a aparecer. Pero se sienten esparcidos al azar en vez de puestos con significado. El elemento del podcast queda abandonado, la proporción de pistas falsas frente a progreso real está mal, la acción ocurre demasiado fuera del Arconia, y el equipo principal está demasiado separado – en parte por el regreso de Streep como la ahora-esposa de Oliver, Loretta. Sé que probablemente estoy en la minoría al sentir que: a) un poco de Streep es suficiente; y b) debería, siempre que sea posible, ser mantenida lejos de la comedia.
Demasiados momentos se sienten forzados donde antes hubieran sido ágiles y rápidos. La relación de Howard (Michael Cyril Creighton) con el nuevo conserje robot es absurda en el mal sentido, Renée Zellweger como una de las billonarias es sólo una colección de manerismos (aunque Christoph Waltz como otro es justo lo que el OMITB clásico hubiera ordenado y es un gusto verlo). Y el resoplido de Oliver, que había desaparecido de manera bien recibida cuando quedó claro que el show funcionaba brillantemente sin esos trucos, ha vuelto.
Sigue siendo encantador, sigue siendo divertido. Todavía tiene suficientes destellos de la dinámica antigua para mantenernos enganchados y esperanzados. Martin, Short y Gomez no han perdido la visión de sus personajes, y una corrección de curso podría hacerse fácilmente para la sexta temporada. Terminarlo aquí sería un deservicio para todos.
Only Murders in the Building está ahora en Disney+.