La improbable evolución de Bob Odenkirk como un tipo duro continúa en esta secuela bastante fórmulaica y olvidable del exitoso original, donde conocimos a Hutch (Odenkirk), un aparente don nadie de suburbio con esposa e hijos que siempre olvida sacar la basura, pero que de la nada demuestra habilidades de pelea brutales.
Esta secuela del director de acción indonesio Timo Tjahjanto, coescrita por el guionista original Derek Kolstad, carece del humor y la audacia narrativa de la primera película. Pero, inevitablemente, tiene interminables escenas de pelea en las que Hutch, en desventaja, se enfrenta a media docena de matones enormes y termina reduciéndolos a migajas. La escena del autobús en la primera peli se convirtió en el sello de la franquicia Nobody.
Ahora, Hutch sigue siendo asesino pero descuida a su familia, así que insiste en llevarlos de vacaciones a un resort cutre con toboganes y cabañas ridículas, un lugar al que su padre (el adorablamente cascarrabias abuelo interpretado por Christopher Lloyd) lo llevó de niño. Claro, Hutch se mete con maleantes locales, incluyendo un sheriff corrupto (Colin Hanks) y la sádica jefa criminal Lendina (Sharon Stone).
Las peleas de seis contra uno siguen, perdiendo impacto, hasta un final épico estilo zona de guerra en un parque de atracciones. La película incluso le consigue un perro a Hutch al principio y al final, en un obvio intento de hacerlo más relatable como padre de familia. Odenkirk lo interpreta con convicción, aunque sus fans prefirán recordarlo como el abogado estresado de Breaking Bad y Better Call Saul, o su terapeuta en Arrested Development.
Nobody 2 se estrena el 14 de agosto en Australia y el 15 en Reino Unido y EE.UU.
