Al principio de la segunda administración de Trump (que ahora parece la era jurásica), el presidente nombró a Sylvester Stallone, Mel Gibson y Jon Voight “embajadores especiales de un lugar grandioso pero problemático: Hollywood, California”. Nadie parece saber muy bien en qué consisten estos embajadores o si algún miembro de ese trío de compañeros de viaje de la derecha ha cumplido con algún deber oficial. Pero con esta evidencia, Stallone ya está defraudando al equipo – haciendo una película tan mala que avergüenza al propio cine estadounidense. ¡Y ni siquiera se hizo en Hollywood! En su lugar, se filmó en Ohio (fingiendo ser Polonia, de manera muy poco convincente), lo que la convierte en una producción fugitiva, el fenómeno que está dañando la industria cinematográfica de Hollywood.
Sin embargo, este intento de thriller de espías barato es malo por sí solo, sin importar sus políticas. La idea es que los agentes secretos Joe (Scott Eastwood) y su supuesta antagonista Lara (Willa Fitzgerald) se conocen de forma adorable en Praga (la de verdad, mostrada con lo que parece sospechosamente imágenes aéreas de archivo) mientras intentan matarse, pero en vez de eso se enamoran y se casan. Cinco años después, Joe aparentemente se ha retirado del negocio del espionaje, pero Lara todavía trabaja para una agencia independiente y sin territorio fijo llamada Alarum, que le suministra lo que parece un buscapersonas elegante para comunicarse con la central.
Joe y Lara están de vacaciones cerca de Gdansk (la versión de Ohio) cuando un avión pequeño se cae del cielo. Joe hace una autopsia rápida en el campo para sacar una memoria USB de uno de los pilotos muertos, y pronto un montón de soldados “polacos” liderados por Orlin (Mike Colter) llegan a la zona, disparando a todo lo que ven. Separado de Lara, Joe se dirige a un pueblo donde encuentra a Chester (Stallone), un ex colega tan avejentado que apenas puede mover los músculos de la cara; Chester finge ser amigable pero en secreto lleva jeringas llenas de toxinas mortales. Y, por supuesto, también tiene muchas armas.
Los cineastas al menos pagaron por un efecto visual que crea una pequeña nube de sangre que aparece en el aire, delicada como un hongo esparciendo esporas, cada vez que alguien recibe un disparo, que es muy a menudo. Las secuencias de combate cuerpo a cuerpo son incluso menos convincentes, presentando una legión de extras prescindibles, con sus caras mayormente tapadas para que no se note si son las mismas seis personas. Mientras tanto, DW Moffett aparece en un almacén vacío como el director de la agencia, y tiene conversaciones explicativas con sus subordinados o contesta el teléfono para gruñirle a Joe o a Chester. Incluso las bromas son lamentables.
Mission Alarum está en Prime Video desde el 27 de septiembre.
