Ya llevamos unas semanas del típico bombardeo navideño de Netflix y los niveles de calidad ya han caído por los suelos. Tanto en A Merry Little Ex-Mas de Alicia Silverstone como en Champagne Problems de Minka Kelly, las películas se limitan a seguir la fórmula de forma lenta y barata, sin ninguna chispa navideña, estableciendo un listón muy bajo para el resto de la temporada.
Por eso, aunque no hay nada realmente extraordinario en el último esfuerzo navideño de la plataforma, Jingle Bell Heist (una comedia romántica con toques de atraco), tiene lo justo para destacar entre sus competidoras más anémicas. En lugar de transcurrir en un pueblo con nombre ridículo de Norteamérica (pero filmado claramente en Canadá), está rodada en Londres durante la Navidad del 2023. La ciudad hace mucho del trabajo pesado: cada pub, cafetería y calle principal ayudan a crear una auténtica sensación de lugar, algo que suele faltar en este tipo de películas (y así evitan la nieve falsa hecha con CGI, que cada vez distrae más). Hay papeles para estrellas de la comedia británica como Peter Serafinowicz y la maravillosa Lucy Punch, y la banda sonora elige canciones navideñas alternativas de Low y Run-DMC en vez de otra versión barata de All I Want for Christmas is You. Además, la trama no es tan predecible como solemos ver; no hay una mujer obsesionada con su carrera que necesita ser "domada" por un tipo que solo quiere familia. Puede que no suenen como grandes diferencias para aplaudir, pero en el mundo genérico y a veces increíblemente perezoso de las películas navideñas de Netflix, no es poca cosa.
En lugar de la típica historia de ciudad contra pueblo, nuestros enamorados viven, espera, los dos en Londres y los dos luchan contra problemas similares. Sophie (Olivia Holt) cuida de su madre enferma mientras trabaja en dos empleos, uno en unos grandes almacenes preparados para las fiestas (o más bien, un edificio cualquiera convertido en tienda sin mucha convicción). Nick (Connor Swindells) es un exconvicto y padre que intenta mantener a su ex-pareja y su hija, malgastando sus conocimientos tecnológicos en una tienda de móviles. Los dos comparten un cierto talento para robar, lo que hace que sus caminos se cruzen y formulen un plan: unir sus habilidades para robarle a Maxwell Sterling (Serafinowicz), un millonario desagradable dueño de los grandes almacenes. Todo pasa en Nochebuena, por supuesto.
Aunque claramente no estamos en el territorio de "comer a los ricos" (esto no es Solo en Casa mezclado con Parásitos), alimentar una película navideña más con angustia social en este momento es una idea eficaz. La decisión de Sophie de llevar a su madre, de origen británico, de vuelta a su país se basa en su incapacidad para pagar la atención médica en Estados Unidos, pero incluso el sistema de salud público británico tiene sus límites. El amargo historial de Nick con Maxwell se remonta a una estafa de seguros de la que él fue el chivo expiatorio, y los dos conectan por un sentimiento compartido de desesperanza ante un sistema injusto y el deseo de obtener lo que sienten que les pertenece por derecho.
Los detalles del atraco, ideados por la novelista y guionista de Bridgerton Abby McDonald, no son tan inteligentes como deberían (aunque la banda sonora, que quiere ser Ocean’s Eleven, parece sugerirlo), pero sí encuentra algunos giros bastante sorprendentes en el último acto que suben la tensión y aumentan nuestro interés de leve a moderado. Holt y Swindells son una pareja sólida con un poquito de química, pero sus diálogos acaban siendo un poco sosos, demasiado primer borrador. A McDonald le cuesta conseguir las risas que estamos esperando (el guión estuvo en la Black List del 2022, pero le habría venido bien una revisión para darle más fuerza). Hay una escena con un diálogo gracioso a través de auriculares que es una idea genial, y uno se pregunta qué habría pasado con otro guionista, porque tal como está, no es tan divertida (Punch es la fuente de comedia más fiable, haciendo todo lo posible para mejorar su material; una lástima que no tenga más espacio). Ese es el problema cuando una de estas películas se eleva un poco por encima de la norma: terminas deseando que sea mucho mejor. Tal y como está, Jingle Bell Heist es lo mejor que vamos a tener por ahora.
