La nueva serie de Netflix es la última en una larga lista de programas que intentan descubrir al próximo fenómeno pop. Parece que este formato ha estado dormido por un tiempo, ya que las redes sociales tomaron su papel como "cazatalentos" hace siglos. Los días de gloria de American Idol y The X Factor quedaron atrás, y aunque The Voice sigue adelante, hace años que estos shows dejaron de crear estrellas como antes.
Building the Band busca modernizar el formato mezclándolo con otros realitys. Los aspirantes a cantantes actúan frente a otros cantantes sin verse, y estos deciden si quieren formar una banda juntos al presionar un botón y juntar "me gustas". Es como Love Is Blind mezclado con The Circle y The Voice, pero sobre todo es The Voice, reemplazando a los jueces famosos por compañeros al principio.
Aunque no aparece en los primeros episodios, Liam Payne es juez invitado más adelante, junto a Kelly Rowland y Nicole Scherzinger. Payne murió el octubre pasado a los 31 años, y este es su último proyecto. Ya hay polémica sobre si deberían emitir el programa. Algunos lo ven como algo morboso: ver a Payne volver al tipo de show que lo hizo famoso, sabiendo cómo terminó su historia, resulta incómodo. El programa lo presenta como un homenaje. AJ McLean, de los Backstreet Boys, abre la serie recordando el "amor profundo por la música" de Payne y admitiendo que "nunca imaginamos que pronto diríamos adiós a nuestro amigo".
Como reality, está bien: entretenido, bien hecho, con suficientes cliffhangers para seguir viendo. Pero los primeros cuatro episodios se sienten algo largos y repetitivos. Hay 50 cantantes, cada uno en su cabina. Todos audicionan solos. Se formarán seis bandas de 3 a 5 miembros. Cada uno tiene 10 "me gustas" para usar, como en The Voice. Si alguien recibe menos de cinco, queda fuera. Si se quedan sin opciones, también. No es tan complicado como suena.
Todos los cantantes (al menos los que vemos) suenan profesionales, con ese estilo potente y emocional típico de hoy. (Si quieren comparar, busquen audiciones viejas de Pop Idol en YouTube. La diferencia es como entre una bicicleta y un Maserati). Al principio, las críticas las hacen los mismos participantes, y suelen ser sinceras, no crueles. No hay audiciones malas por comedia. Los rechazos son rápidos pero sinceros, y McLean da las malas noticias.
Más adelante, los que más destacan forman sus bandas y actúan juntos por primera vez al verse. Como en Love Is Blind, se nota al instante si hay química. Es como el momento en Naked Attraction cuando ven más allá de las rodillas: dicen una cosa, pero su cara dice otra.
Al final de estos episodios, parece que el reality se volverá más despiadado, sobre todo porque la banda ganadora se lleva medio millón de dólares. Hay promesas vacías y un personaje tipo Regina George, de esos que "no le temen al conflicto". Las bandas viven y trabajan juntas 24/7, así que el ambiente respetuoso de las cabinas puede no durar.
Me pregunto por qué se enfocan en grupos en la era de los solistas. Quizá no es para crear estrellas, sino por el drama. Veremos si revive el formato o lo convierte en otro reality estándar. Por cierto, a veces lo llamo Breaking the Band, tal vez por Making the Band de los 2000, pero me pregunto si el error significa algo más.
Building the Band está en Netflix.
