El martes se avistó una serpiente de gran tamaño en el mirador del Cañón de Santa Ponsa, sorprendiendo a varios visitantes que disfrutaban del paisaje. El reptil se deslizaba entre las rocas en una zona frecuentada por excursionistas y turistas.
A pesar de su tamaño, el animal no suele representar un peligro para los humanos, ya que no es venenoso. Sin embargo, su impactante envergadura y ágil movimiento causaron inquietud entre los presentes, algunos de los cuales quedaron impresionados por las dimensiones del reptil.
En los últimos días, varias playas icónicas de las Baleares han visto alterada su habitual tranquilidad tras registrarse numerosos avistamientos de serpientes en zonas turísticas, principalmente en Ibiza y Formentera. La preocupación se ha intensificado entre los viajeros extranjeros después de que influyentes medios británicos dedicaran extensos artículos al fenómeno. Según estos informes, el temor crece entre los bañistas y algunos han expresado reticencia a disfrutar del mar y la arena por miedo a encontrarse con estos reptiles.
La explicación del aumento de serpientes en la zona está vinculada a la importación de olivos ornamentales desde la península. Huevos de diversas especies de serpientes viajan accidentalmente en estos árboles, facilitando el establecimiento de una población en crecimiento en Ibiza y Formentera.
La reciente aparición de una serpiente de gran tamaño en las aguas cercanas a Portinatx, al norte de Ibiza, ha causado revuelo tanto entre los residentes como entre los expertos en vida silvestre de las Baleares. Dos navegantes se toparon inesperadamente con un ejemplar de más de 1,70 metros mientras disfrutaban del mar. El suceso quedó registrado en video y se viralizó rápidamente, alimentando la preocupación por la proliferación de este animal, desconocido para muchos en el archipiélago.
El animal ha sido identificado como una culebra de herradura (*Hemorrhois hippocrepis*), un reptil originario del sur de Europa que, aunque forma parte de la biodiversidad en lugares como la península ibérica, es objeto de debate en las islas. Este ejemplar destaca por su notable tamaño, llegando e incluso superando los 2 metros, una longitud considerable dado el asombro que causó entre quienes presenciaron el encuentro. Presenta un patrón distintivo en la parte posterior de la cabeza, similar a una herradura, de donde proviene su nombre común.
En cuanto a su comportamiento, es conocida por ser diurna, extremadamente ágil y hábil trepadora. Su dieta abarca desde lagartijas y pequeños mamíferos hasta huevos y aves jóvenes como perdices y codornices, situándola en lo alto de la cadena alimenticia local dondequiera que logre establecerse.
Aunque la culebra de herradura habitaba originalmente regiones mediterráneas de España y el norte de África, su presencia en Ibiza, Formentera y Mallorca es relativamente reciente. Diversas fuentes coinciden en que su llegada data de 2003 y que probablemente ocurrió de forma involuntaria, cuando troncos de olivo transportados desde la península ocultaban huevos o ejemplares jóvenes. Desde entonces, la especie ha encontrado en las Baleares un entorno con recursos abundantes y, sobre todo, ausencia de grandes depredadores naturales que limiten su población.
Mediante métodos de control como capturas periódicas, se estima que solo en Formentera se han registrado entre 600 y 800 ejemplares en los últimos años, mientras que en Ibiza la cifra podría alcanzar los 2.000. Mallorca también reporta numerosos casos, lo que indica una expansión rápida y sostenida.
La creciente presencia de la culebra de herradura en las Baleares ya ha generado preocupación entre biólogos y autoridades ambientales. La principal causa de alarma radica en su dieta variada, que incluye especies únicas de lagartijas como la *Podarcis pityusensis* y numerosas aves nidificantes de las que depende el equilibrio natural de estas islas. La presión que ejerce sobre estos animales, sumada a la ausencia de amenazas naturales, ha provocado un declive significativo en algunas especies autóctonas.
Además, la tendencia de este reptil a establecerse en zonas cercanas a viviendas y áreas de actividad humana aumenta las posibilidades de interacción con mascotas y personas. Aunque su mordedura no es venenosa, genera desconfianza y miedo entre la población, especialmente en lugares con alta afluencia turística como Ibiza.