Un mes despues de que el Presidente Trump tomara el control federal de Washington, D.C., algunos de los trabajadores más visibles de la ciudad se han escondido. Héctor es uno de más de una decena de personas con las que hablamos que trabajan para aplicaciones como Uber Eats, DoorDash y Grubhub. Él y otros dicen que han reducido drasticamente sus horas o han dejado de trabajar completamente. También nos dijeron que agentes federales en D.C. están deteniendo a inmigrantes con y sin permisos de trabajo. Los conductores también nos contaron que tienen miedo de ser señalados, así que acordamos no mostrar sus caras y usamos solo sus nombres de pila.
Durante las primeras tres semanas de la toma de control federal del Presidente Trump en D.C., agentes de inmigración detuvieron a más de 400 personas. Aunque no se sabe cuántos repartidores fueron arrestados, el miedo se ha extendido. Videos de agentes enmascarados sacando a conductores de sus motos han llenado los chats de grupos de inmigrantes, junto con anuncios de bicicletas que venden trabajadores que están dejando el trabajo por completo. La policía de D.C. y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no respondieron a nuestras preguntas sobre si ciertos grupos en la ciudad están siendo buscados. Pero en un comunicado de prensa, los funcionarios de inmigración dijeron que los arrestos son parte de un esfuerzo para combatir el crimen violento y hacer la ciudad más segura.
El 21 de agosto, este conductor, Javier, fue arrestado mientras recogía un pedido de café en el barrio Navy Yard de D.C. Poco después de su detención, hablamos con la familia de Javier — su cuñado, Leo, y su esposa, María — en el apartamento que comparten. María nos dijo que su esposo había solicitado asilo en los Estados Unidos y tenía un permiso de trabajo, además de una tarjeta del Seguro Social. Ella llegó justo a tiempo para ver a agentes federales metiendo a su esposo en un vehículo sin identificación. Su moto fue dejada a un lado.
Horas más tarde, María intentó localizar a Javier a través de una línea de ayuda legal que ha recibido más de 2.500 llamadas desde que comenzó la toma de control. Pero la operadora no pudo encontrar a Javier. María también trabajaba como repartidora de comida, pero dejó de hacerlo después del arresto de su esposo. Su cuñado, Leo, no trabajó durante dos días, pero dice que se vio obligado a volver para ayudar a la familia a pagar las cuentas. Leo también ha solicitado asilo, pero no tiene un permiso de trabajo. Mientras Leo entrega un pedido, se da cuenta de un coche de policía estacionado cerca de la entrada. En un día típico, Leo ganaría alrededor de 200 dólares. Hoy, decide terminar después de solo dos pedidos.