Interior de la Piscina de Itäkeskus, que funciona también como refujio antibombas.
Crédito: ThamesBaths en X
En el corazón de la capital finesa, la risa de los niños reverbera en un parque infantil subterráneo. Cerca de allí, en canchas deportivas se disputan partidos improvisados. A primera vista, todo parece transcurrir con normalidad. Sin embargo, bajo el hormigón pulido y las coloridas estructuras de escalada subyace un propósito mucho más serio: se trata de un refugio de defensa civil listo para ser sellado en cuestión de horas.
La vasta red de refugios de uso dual en Helsinki –diseñados tanto para la recreación cotidiana como para la protección en tiempos de guerra– ejemplifica una intersección notable entre la arquitectura cívica, la estrategia nacional y la normalidad social.
Una ciudad construida para la seguridad
Las autoridades municipales de Helsinki contabilizan aproximadamente 5.500 refugios de defensa civil con capacidad para alrededor de 900.000 personas. A nivel nacional, Finlandia mantiene cerca de 50.500 refugios para su población de 4,8 millones.
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En una de las instalaciones más grandes, el refugio de roca de Merihaka, los visitantes hallan la insólita combinación de una zona de juegos infantil, canchas deportivas y un gimnasio –todo ello alojado en una caverna excavada en la roca que funciona también como refujio de emergencia.
Del esparcimiento a la protección
Estos espacios subterráneos no son reservas ociosas. La normativa vigente estipula que los refugios de uso dual deben poder convertirse en 72 horas de un espacio de uso público a modo de defensa civil pleno –con puertas herméticas, filtros de aire, provisiones y literas desplegadas.
Para los usuarios habituales, este diseño integral implica que al nadar en la Piscina de Itäkeskus –esculpida en la roca– no se percibe transición alguna. No obstante, entre bastidores, el edificio cumple con rigurosos estándares de refugio.
Este enfoque forma parte del “Plan Maestro del Subsuelo” de Helsinki, el cual garantiza que el espacio bajo la ciudad se mantenga activo y en mantenimiento durante tiempos de paz –un requisito clave para la preparación operativa.
Legislación, economía y cultura del refugio
El marco legislativo finés exige la construcción de refugios en edificios que superen ciertos umbrales –generalmente 1.200 metros cuadrados para estructuras de uso público y superior para complejos industriales.
Al integrar la norma de los refugios con las instalaciones cotidianas, se diluye el desafío económico de mantener un vasto stock subterráneo sin uso. En su lugar, estos espacios pasan a formar parte de la vida urbana –gimnasios, salas de billar, áreas de ocio– y están abiertos a diario a los residentes.
En Merihaka, por ejemplo, el parque infantil es una vívida representación de cómo una infraestructura seria puede presentar una fachada lúdica.
Por qué destaca este modelo
En una Europa cada vez más preocupada por los riesgos geopolíticos, el sistema de Helsinki es ampliamente considerado como único. Al contar con más plazas en refugios que ciudadanos, la ciudad ofrece un ejemplo poco común de infraestructura de alta capacidad y uso dual adaptada a la vida normal.
Un usuario de Reddit que la visitó comentó: “Hay un centro natatorio en Itäkeskus excavado en la roca… y las estaciones de metro también cumplen una doble función”. Su sorpresa refleja una curiosidad más amplia sobre cómo se solapan la vida cívica y la defensa civil en Finlandia.
Explorando la red oculta de Helsinki
Para los lectores que planeen visitar Finlandia, esta red oculta supone un callado alivio –tras cada sala deportiva excavada en la roca, subyace una posibilidad de protección. Y para teóricos urbanos o periodistas, demuestra cómo una política nacional aparentemente niche puede llegar a convertirse en una arquitectura que moldea la ciudad.
Una mochila de emergencia descargable, un mapa del refugio de tu estación más cercana o una breve visita por Merihaka transformarán una mera curiosidad en una conciencia compartida.
Los parques infantiles subterráneos de Helsinki enseñan más que cómo columpiarse o botar un balón: muestran cómo la sociedad puede ingeniar normalidad en lugares inesperados, y cómo, bajo los juegos y los baños, una ciudad permanece silenciosamente preparada.
