Esta semana, mientras el parlamento balear debatía sobre cómo solucionar los males del turismo, el conseller de Economía, Hacienda e Innovación, Antoni Costa, tachó de “ingenuo y demagógico” la idea de sustituir el turismo por otro sector como principal actividad económica en las islas.
La propuesta fue idea de un miembro de la extrema izquierda de Podemos, muchos de cuyos integrantes participarán sin duda en la protesta contra el turismo del domingo. Para el actual gobierno de derechas del PP, la culpa de que Mallorca y el conjunto de las Baleares tengan un “problema turístico” la tiene la coalición de izquierdas.
No obstante, aunque el argumento de Costa es válido, cabe preguntarse: ¿qué haría Mallorca sin turismo? El turismo nacional ha caído en picado este año; como se ha señalado, resulta más barato viajar a larga distancia que venir a Mallorca desde la península, y lo mismo ocurre con muchos europeos del norte, sin olvidar a los residentes locales.
Los millones, o mejor dicho miles de millones, de Mallorca provienen del turismo, pero parece que muchos lo han olvidado o se niegan a admitirlo. Este año, el sector ya se queja de una bajada en los ingresos; pues bien, hay que darle las gracia a los locales.