Con la llegada del invierno, es habitual subir al vehículo completamente abrigado y ponerse a conducir sin más. No obstante, aunque no existe una ley explícita que prohíba llevar abrigo al volante, el uso de prendas excesivamente voluminosas podría conllevar una multa si los agentes de tráfico consideran que compromete la seguridad vial. Este es un aspecto que muchos conductores desconocen, generando confusión en las carreteras españolas durante los meses más fríos.
En realidad, la base de estas posibles sanciones no es una norma específica contra los abrigos, sino un artículo general que exige a los conductores operar los vehículos con seguridad. La Dirección General de Tráfico ha advertido sobre el riesgo de una movilidad restringida al volante, un requisito cubierto explícitamente por la normativa vial vigente en España, lo que puede derivar en multas de hasta 200 euros. Se trata de una cifra significativa y representa un importe considerable para la mayoría de los automovilistas españoles. Muchos ignoran que los agentes de la Guardia Civil de Tráfico tienen poder discrecional para determinar qué constituye un obstáculo para la conducción segura. Si consideran que un abrigo es demasiado abultado, restringe la maniobrabilidad, limita la visión periférica o reduce la efectividad del cinturón, pueden inmovilizar el vehículo y imponer una multa incluso en ausencia de cualquier otra infracción.
Artículo 18 del Reglamento General de Circulación: la base legal
El fundamento jurídico de estas multas reside en el Artículo 18 del Reglamento General de Circulación, que establece claramente que “el conductor está obligado a mantener su propia libertad de movimiento, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción.” Aunque la redacción es amplia, se aplica con rigor cuando un agente considera que la indumentaria interfiere con alguno de estos requisitos esenciales.
El problema no es el abrigo en sí, sino las consecuencias potenciales de una prenda voluminosa mientras se conduce. Si un abrigo impide un manejo preciso del volante, reduce significativamente la visión lateral, obstruye el acceso a los mandos del vehículo o provoca que el cinturón no se ajuste correctamente, podría ser considerado una conducción negligente según la valoración del agente.
Cabe destacar que la evaluación queda enteramente a discreción del agente que realiza la inspección. No existe un estándar objetivo que defina exactamente cuándo un abrigo es “demasiado voluminoso.” Esto implica que dos conductores podrían ser tratados de forma distinta en situaciones casi idénticas, dependiendo de la interpretación individual del agente de la Guardia Civil que los detenga.
Otras prendas invernales que podrían acarrear multas
Más allá de los abrigos convencionales, otras prendas invernales también podrían acarrear sanciones si comprometen la seguridad vial. Una bufanda excesivamente larga podría engancharse en la palanca de cambios, interferir con el cinturón de seguridad u obstruir el acceso a los mandos. Estas situaciones son especialmente peligrosas pues pueden propiciar accidentes graves.
En cuanto al calzado invernal, las botas rígidas o con suela muy gruesa pueden reducir la sensibilidad en los pedales, particularmente al frenar. Esta pérdida de retroalimentación táctil es especialmente peligrosa en emergencias, donde cada milisegundo cuenta. El conductor podría calcular mal la presión ejercida sobre los pedales, mermando su capacidad para reaccionar ante obstáculos repentinos o imprevistos en la calzada.
También conviene prestar atención a gorros, gorras o capuchas que bloqueen parcialmente la visión periférica o dificulten la audición. Poder oír con claridad lo que ocurre fuera del vehículo es fundamental para una conducción segura, permitiendo detectar sirenas de emergencia, claxones de otros vehículos u otras señales sonoras relevantes.
Riesgos de seguridad: el efecto “submarino”
Más allá de la posible multa de 200 euros, el mayor riesgo sobreviene en caso de accidente de tráfico. Si un cinturón de seguridad no se ajusta correctamente sobre ropa voluminosa, su efectividad puede reducirse drásticamente. Esto aumenta significativamente la probabilidad del denominado efecto “submarino”, donde el cuerpo del conductor se desliza por debajo del cinturón durante una frenada brusca o una colisión frontal.
Este fenómeno es extremadamente peligroso, incrementando enormemente el riesgo de lesiones graves. Cuando el cuerpo se desliza bajo la banda, los órganos internos, particularmente los abdominales, pueden sufrir daños severos. Los estudios de seguridad vial demuestran que los ocupantes que experimentan este efecto presentan índices de mortalidad muy superiores en los accidentes que aquellos cuyo cinturón funciona correctamente. Por ello, la seguridad al conducir en invierno no se limita a evitar sanciones; es una responsabilidad personal que incide directamente en la integridad física del conductor y los pasajeros.
