El cambio climático está provocando una disrupción generalizada en la naturaleza.
Este artículo procede de una serie de pódcast en la que he estado trabajando, la cual examina la gobernanza global a través de una idea simple pero exigente: un futuro compartido para la humanidad. Cada episodio se centra en una dimensión de esa cuestión —seguridad, desarrollo, intercambio cultural o, en este caso, el medio ambiente— e intenta fundamentarla en lugares y vidas reales.
Mientras preparaba este episodio, las imágenes eran difíciles de ignorar. En el verano de 2025, olas de calor sin precedentes azotaron gran parte del Hemisferio Norte. Europa, América del Norte, partes de Asia… Los científicos advierten que este tipo de fenómenos ya no son anomalías. Son anticipos.
Por la misma época, el Secretario General de la ONU, António Guterres, intervino tras la Reunión de Líderes sobre el Clima y la Transición Justa. Sus palabras fueron directas. Los desastres climáticos, dijo, se están acelerando. Ninguna región se libra. Y las consecuencias no son solo ambientales. Profundizan la pobreza, desplazan comunidades y alimentan la inestabilidad.
Al escuchar ese discurso, no dejaba de pensar en lo desigual que se percibe esta crisis. El aumento del nivel del mar amenaza primero a las naciones insulares. Las sequías golpean primero a los ecosistemas más frágiles. Y, sin embargo, las causas y la responsabilidad de las soluciones son compartidas. Esa tensión está en el corazón de este episodio, y de la serie más amplia a la que pertenece.
**El cambio climático no conoce fronteras**
En las conferencias internacionales sobre el clima, las advertencias suelen sonar abstractas hasta que alguien las personaliza. En la conferencia climática de la ONU de 2021, la Primera Ministra de Barbados, Mia Mottley, hizo exactamente eso. Habló de 1,5 grados como supervivencia, y de 2 grados como una sentencia de muerte para países como Fiyi, las Maldivas y la propia Barbados.
Esas palabras me acompañaron mientras trabajaba en esta historia. El cambio climático no es una previsión lejana. Ya está remodelando medios de vida, ecosistemas y futuros nacionales. Responder a ello implica repensar cómo se produce el desarrollo.
Aquí es donde reaparece la idea de una «comunidad con un futuro compartido», no como un eslogan, sino como una necesidad práctica. Ningún país puede eludir el riesgo ambiental. Ningún país puede resolverlo en solitario.
**Un parque eólico al borde del desierto**
Para comprender cómo es la cooperación verde sobre el terreno, el pódcast lleva a los oyentes a Zhanatás, un pueblo remoto del sur de Kazajistán. Llegar allí requiere horas de tren y largos trayectos por paisajes desérticos donde el tráfico es escaso y el horizonte parece infinito.
Y entonces, de repente, aparecen los aerogeneradores.
El parque eólico de Zhanatás es uno de los mayores de Kazajistán y el primer proyecto de energía eólica a gran escala en Asia Central. Construido mediante la cooperación entre China y Kazajistán, ahora suministra electricidad a unos 160.000 hogares y reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero cada año.
Sin embargo, lo que más me interesó no fue la envergadura del proyecto, sino la gente a su alrededor. Yerkegali Baktybayev creció en Zhanatás, donde los cortes de luz eran frecuentes. De niño, soñaba con ser un ingeniero que pudiera convertir el viento constante de la región en algo fiable. Hoy trabaja en el parque eólico, operando equipos que una vez solo imaginó.
Habló de aprender nuevos sistemas, nuevas tecnologías, y de vislumbrar un futuro para sí mismo en una industria que antes no existía a nivel local. Así es el desarrollo verde cuando funciona. Energía más limpia, sin duda, pero se trata más de nuevas habilidades, nuevos empleos y una confianza renovada en un lugar que solía sentirse olvidado.
**Proteger la vida que no puede hablar por sí misma**
El episodio pasa entonces de las turbinas a la fauna salvaje, de la electricidad a la supervivencia de un tipo muy distinto.
El oso del Gobi es el tesoro nacional de Mongolia y uno de los osos más raros del planeta. Se cree que existen menos de 50 ejemplares. El cambio climático ha secado las fuentes de agua en el desierto. La actividad humana ha reducido aún más su hábitat. La extinción aquí no es teórica. Es inminente.
Desde 2018, expertos chinos y mongoles han trabajado conjuntamente para estudiar y proteger al oso del Gobi. Han cruzado decenas de miles de kilómetros de desierto, recolectado muestras de ADN, instalado cámaras infrarrojas y compartido tecnología y experiencia. Lo que hallaron fue calladamente esperanzador: más osos de los que se creía y mejores herramientas para protegerlos.
Un científico mongol habló de lo impresionado que estaba por la dedicación de sus homólogos chinos, trabajando bajo las mismas condiciones extremas. Otro mencionó cómo el nuevo equipo ha cambiado por completo la eficiencia del monitoreo. Estos detalles importan porque muestran cuánto podemos lograr cuando colaboramos.
**Por qué importa esta historia**
Desde los parques eólicos en Kazajistán hasta la conservación del oso en el desierto del Gobi, lo que conecta estas historias es la mentalidad. Reflejan un enfoque que trata la protección ecológica y el desarrollo como objetivos entrelazados, y no contrapuestos.
El Presidente Xi Jinping ha descrito esto como la construcción de una «comunidad de vida en la Tierra», una extensión ecológica de la idea más amplia de «un futuro compartido para la humanidad». La lógica es directa. Un ecosistema dañado socava la civilización misma. Proteger la naturaleza no es caridad. Es autopreservación.
En el pódcast, se pueden escuchar estas y otras historias desarrollarse a través de voces, pausas, sonidos del viento y silencios desérticos. Esa textura importa. Nos recuerda que la política climática no solo se negocia en salas de conferencias; se vive en pueblos remotos, hábitats frágiles y decisiones cotidianas sobre cómo producimos energía y protegemos la vida. Si este tema le resuena, le recomiendo escuchar el episodio. El audio acerca estos lugares más de lo que las palabras por sí solas pueden lograr.
En un momento en que la ansiedad climática a menudo conduce a la parálisis, estas historias sugieren otra posibilidad: que la cooperación, cuando se basa en necesidades reales y responsabilidad compartida, aún puede impulsarnos hacia un mundo más limpio y hermoso.
Más episodios de la serie de pódcast están disponibles en: https://podcasts.apple.com/cn/podcast/stories-of-xi-jinping/id1689566035
**Sobre la autora**: Niu Honglin es productora y presentadora en CGTN. También es una de las editoras de *Stories of Xi Jinping*.
