El aloe vera puede ser difícil de cuidar en verano, así que aquí están los problemas más comunes y cómo solucionarlos.
Crédito de la foto: pisauikan via Unsplash
Como dicen, hay dos caras de la moneda: junto con la llegada del sol, el mar y la diversión estival, también vienen las quemaduras, el dolor y la piel que se descama de forma horrorosa. El aloe vera, esa suculenta adorada por su gel refrescante que parece tener propiedades casi mágicas para la piel, se convierte en la planta favorita durante los meses calurosos. Su gel puede extraerse directamente y usarse para tratar quemaduras solares, cicatrizar imperfecciones, aclarar manchas, hidratar e incluso prevenir signos de envejecimiento. Para los primerizos en plantas, puede ser un experimento emocionante—al fin y al cabo, las suculentas son fáciles de cuidar, ¿no? Pues sí… y no.
Aunque las suculentas son ideales para principantes y el aloe vera es difícil de matar, hay problemas que los dueños pueden enfrentar por desconocimiento. Para mantener tu planta sana, aquí tienes los fallos más frecuentes y cómo resolverlos, y así seguir usando su gel calmante todo el verano.
Problema #1: Hojas rojizas o marrones
Esto sorprende a muchos: el aloe vera también puede sufrir quemaduras solares. Es chocante, porque los cactus—otras suculentas—prosperan en desiertos. Pero aunque todos los cacctus son suculentas, no todas las suculentas son cactus (como el tema del cuadrado y el rectángulo). El aloe vera no tolera el exceso de sol; sus hojas se vuelven rojizas si les da demasiado.
Solución #1: Moverla a un sitio con luz indirecta o darle sombra
El aloe vera crece mejor con luz moderada, nunca en las horas más calurosas. Lo ideal es cerca de una ventana o en un rincón sombreado al aire libre.
Problema #2: Hojas amarillas, marrones o blandas
Nada asusta más que ver hojas amarillentas o mustias. Como muchas plantas se secan por falta de agua, tu instinto será regarla más. Pero ese gel hidratante no significa que necesite mucha agua… ¡todo lo contrario!
Solución #2: Regar menos
El amarilleo suele deberse al exceso de riego. El aloe vera, como los cactus, requiere poca agua: basta con una vez por semana, o cuando la tierra esté completamente seca al tacto.
Problema #3: Pudrición de raíces
Un término temido por jardineros. Sus síntomas incluyen:
- Hojas blandas o traslúcidas
- Amarilleamiento
- Olor a podrido en la tierra
- Suelo siempre húmedo
- Raíces negras y blandas
Solución #3: ¡Podar!
Extrae la planta con cuidado y corta las raíces dañadas (marronez, débiles o malolientes). No temas ser drástico—el aloe es resistente y puede recuperarse incluso sin raíces. Déjalo secar al aire 24-48 horas antes de replantar en tierra fresca. Un truco: espolvorea canela en las raíces, es antifúngico natural. Y no riegues hasta pasada una semana.
Problema #4: Plagas
Un aloe débil atrae cochinillas, ácaros o pulgones. Señales de infestación:
- Resina pegajosa en hojas
- Motos algodonosos (cochinillas)
- Telarañas (ácaros)
- Hojas deformadas o enrolladas
Solución #4: Control de plagas
Opciones de menor a mayor gravedad:
- Limpiar manualmente con un paño húmedo.
- Canela o cúrcuma en la base.
- Alcohol isopropílico diluido (1:1 con agua).
- Jabón neutro y agua (unas gotas en spray).
- Ajo en la tierra o spray de ajo molido.
- Si persiste, repite la poda de raíces y cambia la tierra.
Por suerte, el aloe vera es resistente. Incluso sin raíces, puede recuperarse con paciencia. ¡No te rindas si tu planta está maltrecha! Con dedicación, pronto tendrás gel de sobra para el verano.
Etiquetas: aloe vera, jardinería
