Pagar por sexo es algo que ha existido por miles de años, y va a seguir siendo común en el futuro. Mucha gente dice que la prostitución es una de las profesiones más antiguas del mundo, y la razón es la alta demanda que existe de estos servicios. Todo el mundo parece olvidar que involucra a dos adultos que dan su consentimiento, así que es difícil ver cómo afecta negativamente a otras personas. Existen varias razones por las que alguien podría querer pagar por servicios sexuales, y muchas no son solo por desesperación.
Quizás estés pensando: ¿Dónde puedo encontrar un burdel cerca de mí? Y probablemente te sorprendería saber que hay varios en tu zona. Siempre ha existido un estigma asociado a pagar por sexo, pero aquí hay algunas de las principales razones por las que está bien querer pagar por algo que disfrutas.
- Es mucho más seguro – Muchos australianos, cuando se les ofrece la oportunidad de tener sexo con alguien que acaban de conocer, aceptan sin pensarlo. Lamentablemente, pueden dejar el sentido común fuera de la habitación y no toman medidas de protección para cuidarse tanto a sí mismos como a su pareja. Cuando usas los servicios de un burdel en tu localidad, hay muchas reglas y normas establecidas para proteger a todos los involucrados.
- Es legal y transparente – Estos negocios están muy regulados y, nuevamente, existen reglas que protegen a todos. Esto saca la industria de las calles, lo cual es algo positivo, y ofrece a los clientes algo completamente natural y con comodidad relativa.
- Algunas personas están demasiado ocupadas – Después de todo, somos seres humanos y tenemos impulsos sexuales que necesitan ser satisfechos. Mucha gente lleva vidas tan ocupadas dirigiendo negocios que no dedican tiempo a ocasiones sociales ni a conocer a otras personas. Poder visitar a una profesional ahorra tiempo y satisface las necesidades de todos.
- Es fácil y directo – Pagar por sexo no tiene que ser complicado, y las mujeres a las que visitas saben por qué estás ahí. No hace falta conversación superficial, citas o comprar regalos, lo que ayuda a personas socialmente incómodas que les cuesta relacionarse con el sexo opuesto. Estos servicios les dan la confianza que necesitan para salir ahí fuera y formar sus propias relaciones.
El estigma asociado a la palabra “burdel” debería ser cosa del pasado. Nadie está forzado a hacer de esto una carrera ni a pagar por ello como una necesidad.
