Primer ministro francés Lecornu supera moción de censura, pero la tregua será breve

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El nuevo primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, se ha comprado un respiro al superar dos mociones de censura presentadas por la oposición. En la votación más ajustada, una moción de la izquierda radical se quedo a 18 votos de los 289 necesarios para derribarlo.

Esto significa que, tras solo cinco días en el cargo, Lecornu ha sobrevivido a su primera gran prueba en el parlamento y ahora puede concentrarse en la tarea de aprobar el presupuesto para 2026.

Sin embargo, cualquier alivio para el primer ministro será probablemente de corta duración. Tanto la izquierda radical como la extrema derecha siguen intentando derribarlo. Los socialistas, que les lanzaron un salvavidas en las mociones de censura, han dejado claro que la próxima vez no serán tan indulgentes.

Además, cualquier victoria táctica que permita al gobierno aguantar por ahora se ve más que compensada por el enorme daño a la reputación de Francia causado por semanas de confusión y capitulación.

Nombrado por el presidente Emmanuel Macron hace cuatro semanas y luego renombrado en escenas caóticas el viernes después de haber dimitido el lunes, Lecornu solo sobrevive gracias a grandes concesiones hechas a la izquierda. Para conseguir el apoyo del Partido Socialista, que tiene unos 65 diputados, el primer ministro prometió congelar la reforma económica más importante de Macron: subir la edad de jubilación a los 64 años.

Pero también hizo otro regalo, quizás más importante, a la oposición, que tiene grandes implicaciones para las posibilidades de obtener un presupuesto a tiempo. Al prometer no recurrir al artículo 49.3 de la constitución –que permite a los gobiernos aprobar leyes sin votación–, Lecornu entregó el control final sobre el presupuesto a los partidos del parlamento.

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Es un gran cambio de poder, que refleja el declive de la autoridad presidencial desde la fallida disolución del parlamento por parte de Macron en julio de 2024. Para muchos observadores, esto anuncia un regreso, para bien o para mal, a la política de partidos que era característica de la Cuarta República.

Al asegurar a los diputados que ellos, y no el gobierno, tendrían la última palabra sobre el futuro presupuesto, Lecornu logró convencer a los socialistas de que iba en serio sobre marcar una verdadera “ruptura” con las anteriores administraciones de Macron. Pero también puede haber renunciado a cualquier perspectiva de reducir la deuda con austeridad, como exigen los mercados financieros y la Unión Europea.

El proyecto de presupuesto presentado por Lecornu el martes pretende reducir el déficit al 4.7% del PIB mediante ahorros de 30.000 millones de euros, con recortes en el sector sanitario y la administración local. Pero los socialistas se han unido al resto de la izquierda y la extrema derecha para denunciar que el texto es una traición a los más desfavorecidos. El líder del partido, Olivier Faure, dijo que no tendría ningún reparo en apoyar una nueva moción de censura si no se eliminan las partes ofensivas del presupuesto.

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La izquierda radical de Mathilde Panot patrocinó una de las dos mociones de censura fracasadas.

La Asamblea Nacional de Francia está dividida en tres grupos desde hace 15 meses: un bloque de centroderecha con menos de 200 diputados se enfrenta a una alianza de izquierdas de tamaño similar y un bloque de extrema derecha de unos 140, más algunos independientes. Ninguno de los tres primeros ministros desde entonces ha podido encontrar una mayoría estable.

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Semanas de peleas en París han provocado advertencias sobre la creciente desilusión del público con la política. El espectáculo parece confirmar la idea de que el objetivo principal de la mayoría de los políticos es simplemente mantenerse en el poder.

El presidente Macron, a quien la mayoría de los votantes franceses culpa de la crisis, ha visto como su popularidad cae al 14%. Lleva ocho años en el cargo, y la extrema derecha y la izquierda radical han pedido su dimisión antes de que su segundo mandato termine en 18 meses.

Según su exasesor, el veterano ensayista Alain Minc, Macron “debe ser considerado ahora como el peor presidente de la Quinta República”. Minc dijo que Macron llegó al poder prometiendo actuar como un baluarte contra la extrema derecha, pero ha dejado a Agrupación Nacional a las puertas del poder.

“Si miras a nuestro alrededor,” dijo Minc, “los alemanes están aterrados por lo que un colapso francés le hará a la economía. Los británicos están aterrados por las implicaciones estratégicas. Los italianos se ríen de nosotros, porque nosotros siempre nos reímos de ellos. En América, el presidente Trump dice que el palabrero de Macron tiene lo que se merece. Solo en Rusia están sonriendo.”