Aproximádamente el 40 por ciento de los casos de cáncer podría prevenirse mediante hábitos saludables. Crédito: Quirónsalud Torrevieja
El Día Mundial del Cáncer de Mama, que se conmemora cada año el 19 de octubre, pone el foco en la detección precoz y el apoyo a las mujeres que se enfrentan a un diagnóstico oncológico. Sin embargo, la Dra. Pilar Hernández, nutricionista de la Plataforma de Oncología del Hospital Quirónsalud Torrevieja, nos recuerda que “hay un aspecto que sigue estando mayormente desatendido, pero que también puede ayudarnos en la prevención: la nutrición.”
De acuerdo con diversos estudios, en torno al 40 por ciento de los casos de cáncer podrían prevenirse a través de hábitos de vida saludables. “No se trata de culpabilizar, sino de tomar conciencia de que lo que comemos cada día influye en nuestra salud hormonal, en el nivel de inflamación de nuestro organismo y en nuestra capacidad para defendernos de daños celulares,” enfatiza la Dra. Hernández.
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La especialista advierte que los patrones alimentarios más preocupantes son precisamente los que se han normalizado —como el consumo excesivo de ultraprocesados, la presencia constante de azúcares añadidos, las dietas pobres en fibra y verduras, y la ingesta de alcohol, incluso en pequeñas cantidades.
“Todo ello crea un ambiente inflamatorio que puede alterar el equilibrio hormonal y favorecer la acumulación de grasa abdominal —un tejido metabolicamente activo que produce estrógenos asociados a ciertos tipos de cáncer de mama,” subraya la Dra. Hernández.
La Dieta Mediterránea: una aliada protectora frente al cáncer
Frente a estos riesgos, la especialista señala que la dieta mediterránea sigue siendo el patrón alimentario con mayor respaldo científico. “Es rica en frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva virgen extra, y ayuda a reducir la inflamación y a mantener un equilibrio hormonal estable,” explica.
Entre los alimentos que recomienda incorporar de forma habitual figuran los frutos rojos, el tomate, el brócoli, la coliflor, las legumbres, los cítricos, el pescado azul, el té verde y el jengibre. “No existen superalimentos milagrosos —solo hábitos consistentes que, día a día, protegen nuestras células y fortalecen el sistema inmunológico,” añade la Dra. Hernández.
El control del peso y la actividad física regular son, según la especialista, otros dos pilares fundamentales. “El cuerpo no necesita perfección —necesita constancia. Moverse cada día y realizar ejercicios de fuerza ayuda a regular las hormonas, reducir la inflamación y preservar la masa muscular.”
“Prevenir el cáncer de mama no significa vivir a dieta; significa alimentarse con propósito —volver a la comida real, a lo que se cocina en casa. Cuidarse no es una tendencia; es un acto de amor propio y una forma de vivir mejor, por dentro y por fuera,” concluye la Dra. Hernández.
