Posiblemente viva en Mallorca, pero eso no significa que sea rico.

El verano se va apagando, y Mallorca recupera su tranquilidad, aunque he notado que Palma no ha estado ni mucho menos tan concurrida como de costumbre este año. Así que es momento de tomarse unas vacaciones, y qué mejor lugar para disfrutarlas que Mallorca. Sin complicaciones en aeropuertos, preocupaciones por el equipaje o cancelaciones de vuelos.

No obstante, esto tiene un precio. A pesar de haber sido bombardeado toda la temporada por las grandes cadenas hoteleras con ofertas “relámpago” de hasta un cincuenta por ciento –algo inusual en temporada alta–, no solo estoy pagando a precio de oro, sino que, como descubrí el año pasado, mucho más que los turistas extranjeros con paquetes todo incluido.

Así que, además de soportar precios turísticos desde la pandemia, ahora resulta que subvenciono indirectamente a los visitantes foráneos, lo cual me parece injusto y hasta insultante. Y no soy el único. Muchos de mis amigos se han visto obligados a cambiar su estilo de vida en los últimos años porque los salarios en Mallorca y otras partes de España no han seguido el ritmo del costo de vida y de las prácticas abusivas.

La gente sale menos y, cuando lo hace, vigila cada euro, lo cual no es para nada divertido.

Puede que Mallorca haya visto un aumento de “turistas sándwich”, pero a los residentes nos pasa lo mismo: vivir en este llamado paraíso resulta cada vez más difícil de costear.

LEAR  Máxima de 41.5°C el domingo; pronóstico para Mallorca el lunes 18 de agosto