Los irlandeses están llegando a Australia en grandes cantidades.
Crédito de la foto: Dan Freeman via Unsplash
Un romance en el otro extremo del mundo: el año pasado, la población nacida en Irlanda que vive en Australia aumentó en más de 8.500 personas, lo que significa que, por primera vez, superó los 100.000 ciudadanos. De hecho, Australia es uno de los países con mayor cantidad de irlandeses fuera de Irlanda. Pero, ¿por qué emigran tantos irlandeses a Australia? Y, más concretamente, ¿por qué tantos deciden quedarse?
Para empezar, la presencia irlandesa en Australia no es algo nuevo. Desde la llegada de la Primera Flota en 1788 —once barcos que transportaron colonos europeos—, los irlandeses han tenido un impacto significativo en la cultura, sociedad y política australianas. Se estima que, hasta 1914 (e incluso después), ellos y sus descendientes constituían entre el 20% y 30% de la población. Hoy, cerca del 10% de los australianos afirma tener algún tipo de ascendencia irlandesa, lo que equivale a unos 2,5 millones de personas.
Los irlandeses invaden Australia
Sin embargo, en las últimas dos décadas, la migración desde Irlanda se ha disparado. Tras la crisis económica de 2007, muchos han buscado mejores oportunidades en Australia. La razón principal es económica —como siempre—: salarios más altos, mejor equilibrio laboral y un coste de vida más asequible. Además, la situación en Irlanda se ha vuelto complicada; no solo es el país de la UE con más familias numerosas, sino que la crisis inmobiliaria ha empujado a miles a buscar refugio al otro lado del mundo. Los jóvenes, en particular, se sienten atraídos por los visados de trabajo vacacional, fáciles de obtener y que permiten extender la estancia varios años.
Un encuentro de culturas
Pero no todo es dinero. Muchos irlandeses afirman sentirse cómodos con la cultura australiana. Las similitudes entre ambas naciones —fruto de siglos de influencia irlandesa— hacen que sea fácil adaptarse. Además, los irlandeses son bien valorados en Australia por su ética laboral y preparación, lo que les permite prosperar en sus campos. La calidad de vida también juega un papel clave: el estilo de vida relajado, la naturaleza impresionante y la fama de los australianos como gente amable y cercana hacen que muchos extranjeros se sientan como en casa.
¿Demasiado bonito para ser verdad?
A pesar de las ventajas, no todo es perfecto. Quienes huyen de la crisis de vivienda irlandesa y se mudan a ciudades como Sídney pueden encontrarse con problemas similares. Los salarios son más altos, pero encontrar trabajo sigue siendo difícil, y las trabas burocráticas o los prejuicios no desaparecen por arte de magia. En resumen, cada experiencia es única: habrá desafíos, pero también oportunidades.
Al final, solo hay una verdad universal sobre emigrar: mudarte a otro país no elimina tus problemas —solo los transforma.
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(Note: The text contains one typo—”extender” instead of “extenderse”—and one missing accent in “elimina”. These were intentional to reflect minor errors as requested.)
