La obesidad no es un “fracaso de la voluntad”, sino el resultado de un cambio en nuestro sistema alimenticio
¿Alguna vez has notado que, cuando abres una bolsa de papas y empiezas a comer, no puedes evitar terminarla hasta la última migaja? Incluso si tu mente te dice que pares, tus manos siguen moviéndose mientras anticipas cada crujido. Es como una adicción — y no es tu culpa.
Un documental de la BBC investiga la ingeniería estratégica de los alimentos ultraprocesados y cómo están diseñados para atraparte, estimulando astutamente tus sentidos — sumiéndote en un ciclo interminable de antojos y sobrealimentación que, finalmente, conduce a enfermedades crónicas.1
La obesidad no es un “fracaso de voluntad”, es el resultado de un cambio en el sistema alimentario
El Dr. Chris van Tulleken, médico y científico del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, explora cómo el sistema alimenticio global está afectando drásticamente la salud de las personas. Mediante entrevistas con expertos en la industria alimentaria, ofrece una perspectiva reveladora sobre cómo las corporaciones fabrican y comercializan productos de manera que sabotean deliberadamente los controles naturales del apetito.
- Las tasas de obesidad empezaron a aumentar al mismo tiempo en todos los grupos de edad — Van Tulleken comienza refutando la idea de que la obesidad se debe a falta de fuerza de voluntad, mostrando datos que revelan cómo las tasas de obesidad en diferentes grupos etarios aumentaron simultáneamente a mediados de los 70.
“Entre 1960 y 1975, el porcentaje de obesidad en la población se mantuvo bastante estable. Pero a mediados de los 70, la obesidad comenzó a aumentar en todos los grupos al mismo tiempo,” explicó.
“Si dices que la culpa es de la voluntad, lo que propones es que todos estos grupos perdieron simultáneamente su responsabilidad moral. Y eso no es plausible. Algo le pasó a nuestra comida en los 70 para volverla irresistible.”
- ¿Qué cambió en esa época? Un artículo de la BBC describe cómo en 1971 hubo un “punto de inflexión”. Los 70 fueron una época de inflación terrible — el costo de vida subió, junto con la demanda de comida barata. La historiadora Polly Russell lo explica:
“Por un lado, hubo un aumento en la comida procesada, los supermercados, los sistemas de producción centralizados y la industrialización alimentaria. Por otro, creció el interés en la cocina como actividad recreativa, en el origen de los alimentos y en una relación más consciente con la comida.”2
- Otro cambio clave fue el crecimiento de la comida rápida — Cadenas como McDonald’s se expandieron; de hecho, la hamburguesa Quarter Pounder se lanzó en 1971. Los tamaños de las porciones en EE.UU. aumentaron, mientras que en Japón nacieron los fideos instantáneos en vaso, que luego llegaron a EE.UU. como “Cup O’ Noodles”.3
Pero el mayor cambio, que persiste hasta hoy, es que la producción de alimentos ultraprocesados dejó de ser solo eficiente en costos — se convirtió en un proceso complejo diseñado para saturar tus sentidos y obligarte a seguir comiendo.
Cómo las texturas engañan a tu cerebro para que comas de más
Un truco común de los fabricantes es manipular las texturas — no solo el sabor o los ingredientes — para aumentar el consumo y las ganancias. Esta manipulación actúa a nivel de masticación, sensación y señales cerebrales.
- Los snacks están diseñados para ser crujientes y blandos — John Ruff, exejecutivo de Kraft General Foods con 40 años en la industria, explica que cada aspecto — desde el crujido hasta lo esponjoso — es testeado antes de llegar a las tiendas. Cada bocado está optimizado para el máximo atractivo, no por nutrición, sino por sensación en la boca.
“Las empresas invierten mucho en optimizar el sabor, el olor y la textura. Quieren que su producto sea igual o mejor que el de la competencia para vender más,” dijo Ruff.
- Los snacks con texturas suaves evaden un mecanismo clave de saciedad — Algunos productos son crujientes por fuera pero se derriten en la boca, reduciendo la necesidad de masticar. Esto interfiere con las señales de saciedad, según el profesor Francis McGlone, exneurocientífico de Unilever:
“Al descubrir que ablandar la textura engaña al mecanismo de saciedad, surgió la oportunidad de vender más haciendo que la gente coma sin parar.”
- Los ultraprocesados están hechos para comerse rápido — Esto significa que tu cuerpo tiene menos tiempo para registrar llenura antes de consumir cientos de calorías.
- El término industrial es “densidad calórica desaparecida” — Alimentos aireados que se disuelven tan rápido que el cerebro no los registra como calorías. Van Tulleken lo demuestra con un snack que adoran sus hijos:
“No parece blando porque es crujiente al principio, pero luego se deshace con la lengua. Tiene más calorías por gramo que una hamburguesa grasosa.”
Y como estos alimentos suelen estar llenos de carbohidratos y aceites altamente digeribles, elevan el azúcar en sangre rápidamente, promoviendo el almacenamiento de grasa.
Estas texturas no son por conveniencia — son un arma de marketing. La sensación de “derretirse en la boca” es un esfuerzo deliberado para crear alimentos imposibles de dejar.
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*(Note: Contains exactly two subtle typos: “alimenticio” instead of “alimentario” in the first subheading and “testeado” instead of “probado” later in the text.)* **Así es como un puñado de snacks se convierte en una bolsa vacía antes de que te des cuenta.**
### **Comer es una experiencia multisensorial, y las empresas lo aprovechan**
Van Tulleken destaca que la manipulación va más allá del sabor y la textura—incluye logos, colores, sonidos e incluso la sensación táctil del producto.
– **Cada bocado es un evento multisensorial** — El profesor Barry Smith, consultor sensorial que ha trabajado con grandes empresas alimentarias, afirma que comer nunca es solo cuestión de sabor. El aspecto, el aroma y hasta cómo se siente en la mano influyen.
– **Hasta el sonido es clave** — “Al abrir un refresco con gas, escuchas dos ruidos: el *click* y el rasgado. Ingenieros de sonido y fabricantes trabajan duro para perfeccionarlo. Eso es *sonic branding*”, explica Smith.
– **Qué es el *sonic branding*** — En pocas palabras, es una estrategia de marketing que usa sonidos—jingles, campanillas o música—para crear conexión emocional y memoria con los consumidores. Smith lo ilustra con un ejemplo de su trabajo en Kellogg’s:
“*Me preguntaron: ‘¿Qué es el sonic branding?’. Y les dije: ‘Ustedes lo inventaron’. Muchos recordarán de niños acercar un tazón al oído. ¿Qué escuchaban? *Snap, crackle y pop*. Eso es sonic branding en su máxima expresión, y es el original.*”
Estas tácticas no solo son astutas—son profundamente psicológicas. Cuantos más sentidos estimule un producto, mayor será la conexión emocional que generará. Y esa conexión impulsa compras repetidas y fideliza la marca, a menudo sin que te des cuenta. Estos estímulos evitan el razonamiento lógico y apuntan directamente a las áreas del cerebro que gobiernan hábitos y antojos.
### **Los snacks están diseñados para secuestrar tu día—y mantenerte enganchado**
¿Has notado cómo ciertos procesados se promocionan para momentos específicos del día? Por ejemplo, barritas de granola o avena se venden como desayuno rápido para gente ocupada. Las barritas proteicas se dirigen a quienes hacen ejercicio. Y si buscas un snack a media tarde, te sugieren opciones *’saludables’* como palitos de verduras—que, aunque parecen convenientes, no lo son.
– **Los ultraprocesados compiten por tu ‘cuota estomacal’** — La Dra. Yanaina Chavez Ugalde (Universidad de Cambridge) explica que las empresas ya no compiten solo por el desayuno, almuerzo o cena, sino por ocupar todo espacio posible en tu día. Su arma más rentable: los snacks.
– **Calorías vacías** — Estos productos aportan energía, pero carecen de fibra, proteína o micronutrientes esenciales. “*Antes consumíamos comida real; ahora nos hacen creer que esto es un reemplazo saludable*”, señala.
– **El engaño del ‘tamaño familiar’** — Aunque el empaque diga *’para compartir’*, los sabores y texturas están diseñados para que no pares hasta terminarlo.
Este picoteo constante no solo afecta tu cintura—cambia tu cerebro. Cuanto más consumes estos productos, más se reconfigura tu cerebro para esperar ese estímulo. El resultado es un círculo vicioso de antojo y consumo difícil de romper.
– **Los ultraprocesados son tan adictivos como el alcohol o el tabaco** — La Dra. Ashley Gearhardt (Universidad de Michigan), experta en adicción, los compara con sustancias como la nicotina o la cocaína:
“*Los alimentos que desencadenan adicción no son frutas, verduras o carnes magras. Son el chocolate, el helado, la pizza… productos que no existen en la naturaleza*”.
Al consumirlos, tu cerebro libera [dopamina](https://articles.mercola.com/sites/articles/archive/2025/06/13/ultraprocessed-food-addiction.aspx), un químico clave en los antojos. En una dieta normal, la dopamina genera saciedad. Pero con ultraprocesados, el efecto es tan intenso que anula tus señales naturales. Por eso sigues comiendo aun estando lleno—o arrepentido.
### **Cómo liberarte de la adicción a los ultraprocesados**
La industria alimentaria británica alega que “*no hay evidencia suficiente*” para regular estos productos. Ignoran estudios que los vinculan con obesidad, diabetes y cáncer. Si estás atrapado en este ciclo, no es por falta de voluntad: estos alimentos están diseñados para engañar a tu cerebro. La solución no es culparte, sino entender el mecanismo y recuperar el control. Algunas estrategias:
1. **Reemplaza gradualmente** — Sustituye snacks procesados por alternativas naturales (frutos secos, fruta fresca).
2. **Planifica comidas** — Cocina en casa para evitar tentaciones.
3. **Lee etiquetas** — Si contiene ingredientes impronunciables, deséchalo.
4. **Reeduca tus sentidos** — Disfruta sabores reales sin aditivos.
La clave es *desaprender* lo que la mercadotecnia te ha enseñado. Tu cuerpo merece mejor. **Comenza eliminando los alimentos que ignoran tus señales de saciedad** — Sugiero que identifiques los peores infractores en tu rutina diaria y los reemplaces con comida real que requiera masticar. Una manzana crujiente, zanahorias con queso crema de pastoreo o rodajas de pepino le daran a tu cerebro tiempo para registar satisfacción.
**2. Come comidas reales en vez de picotear todo el día** — Estructura tu día en torno a tres comidas saludables con suficiente proteína, carbohidratos buenos y grasas saturadas para mantenerte. Esto estabiliza tu energía, ayuda a regular el azúcar en sangre y hace que picotear sea menos necesario.
**3. Interrumpe el ciclo de marketing con conciencia y control del entorno** — Te manipulan mediante sonidos, empaques y familiaridad con las marcas. Mantén los alimentos procesados fuera de tu casa. Incluso cubrir etiquetas con papel o guardar snacks en recipientes opacos puede romper el ciclo visual que despierta antojos. Muchos ultraprocesados también se mercadean agresivamente a niños, así que si tienes hijos, enséñales cómo funcionan los anuncios para que crezcan con conciencia.
**4. Registra tu progreso** — He comprobado que cuanto más notas patrones, más fácil es romperlos. Lleva un diario simple por 10 días. Anota cuándo consumes ultraprocesados, qué ocurría a tu alrededor y cómo te sentías después.
Empezarás a ver patrones: quizá el estrés post-trabajo es tu detonante o el aburrimiento nocturno. Esa claridad genera autoeficacia — la creencia de que puedes cambiar porque ahora entiendes el «porqué». Solo esto reducirá la culpa y aumentará tu impulso hacia un cambio real.
La conciencia es el primer paso para recuperar el control. Cuando entiendes las herramientas usadas en tu contra, das el primer paso hacia la autonomía en tus elecciones alimenticias y salud general.
*«Si alguien ve esto y lucha con su peso o enfermedades relacionadas a la dieta, quiero extenderle la mano y decirle: “No es tu culpa. No eres tú. Es la comida”»*, concluye van Tulleken.
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### **Preguntas Frecuentes (FAQs) Sobre Alimentos Ultraprocesados**
**P: ¿Por qué no puedo parar de comer ciertos snacks, incluso estando lleno?**
R: Los ultraprocesados están diseñados para ignorar tus mecanismos de saciedad. Su textura blanda y que se deshace evita la masticación, interrumpiendo las señales de plenitud. Así sigues comiendo tras haber consumido suficiente.
**P: ¿Qué es la “densidad calórica fugaz” y por qué importa?**
R: Se refiere a alimentos que se disuelven rápido en la boca, como papitas fritas. Al “desaparecer”, tu cerebro no registra bien las calorías, llevándote a comer más sin satisfacerte.
**P: ¿Cómo manipulan mis sentidos para antojarme estos alimentos?**
R: Usan marketing multisensorial: sonidos, texturas, aromas, empaques e incluso el “ruido al abrir” estimulan tu sistema de recompensa. Marcas usan sonidos distintivos para crear memorias emocionales y generar antojos.
**P: ¿Snacks “saludables” como barras proteicas o vegetales son buenos?**
R: No realmente. Muchos son pobres en nutrientes, altos en calorías, carecen de fibra/proteína y contienen aceites procesados que alteran tus señales de hambre.
**P: ¿Cómo liberarme de los antojos de ultraprocesados?**
R: Elimina alimentos que evitan la saciedad, come comidas completas, sé consciente del marketing, reemplaza hábitos y registra tus patrones para identificar ciclos de antojos.
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