Una pared agrietada pintada con la bandera española, símbolo de la actividad sísmica en España.
Crédito: hapelinium, Shutterstock
Cuando la tierra tiembla en algún punto de España, la reacción es casi siempre la misma: sorpresa. Muchas personas se preguntan, de manera instintiva, cómo es posible que un terremoto ocurra “de la nada” en un país que no suele asociarse a la actividad sísmica.
La realidad, sin embargo, es mucho menos dramática –y bastante menos preocupante– de lo que pudiese parecer. Los terremotos en España no surgen sin motivo. Simplemente, no avisan con una campana. Y existe una diferencia crucial entre ambas cosas.
España sí tiene terremotos, aunque no muy a menudo
España no está libre de terremotos, pero tampoco constituye una zona de alto riesgo sísmico como Japón o California. El país se sitúa cerca del lindé lento entre las placas tectónicas africana y euroasiática, y ese suave empuje geológico genera temblores ocasionales, principalmente en el sur y el este.
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Áreas como Andalucía, Murcia y algunas partes del este de España experimentan pequeños seísmos de vez en cuando. La mayoría son leves, de breve duración y no causan daño alguno. De hecho, muchos solo son detectados por instrumentos, no por las personas.
Lo que diferencia a España es que sus terremotos no ocurren a lo largo de una única y bien definida falla. En su lugar, la presión se acumula en silencio a través de numerosas fracturas subterráneas de pequeña escala, la mayoría de las cuales no están cartografiadas con claridad. Por eso la actividad sísmica aquí tiende a ser dispersa e impredecible.
Así pues, aunque los terremotos sí ocurren, son infrecuentes, generalmente moderados y se distribuyen a lo largo de largos períodos de tiempo; razón exacta por la que toman a la población desprevenida.
Por qué no existe un aviso previo
Un malentendido común es la idea de que los terremotos pueden predecirse con antelación. En realidad, los científicos de todo el mundo coinciden en un punto: actualmente no es posible saber con exactitud cuándo o dónde tendrá lugar un seísmo.
Lo que los expertos pueden hacer es estimar el riesgo a largo plazo. Pueden señalar qué regiones son más propensas a experimentar terremotos a lo largo de décadas, lo que ayuda a las autoridades a diseñar edificios e infraestructuras más seguras. Lo que no pueden hacer es ofrecer una cuenta atrás o una alerta temprana con días u horas de antelación al temblor.
Los investigadores han dedicado años a estudiar posibles señales de alerta, como movimientos mínimos del terreno o emisiones de gases. Si bien estas señales a veces aparecen antes de terremotos concretos, no son lo suficientemente fiables ni consistentes como para emplearlas como aviso para la población.
En resumen, los terremotos no se anuncian; ni en España, ni en ningún otro lugar del mundo.
Por qué hasta los pequeños terremotos parecen repentinos
Dado que España suele pasar años sin una actividad sísmica perceptible, la mayoría de la gente simplemente no la espera. Cuando ocurre un temblor, incluso uno leve puede resultar impactante, precisamente por lo inhabitual.
Esa sensación de sorpresa no significa que el terremoto fuera aleatorio. La presión subterránea puede haberse estado acumulando lentamente durante décadas. La liberación, sin embargo, ocurre en segundos; y ese instante súbito es lo único que la gente experimenta.
Ocasionalmente, los teléfonos móviles o los sistemas de alerta pueden notificar a los usuarios poco después de que comience el temblor. Estas alertas no predicen los terremotos; simplemente reaccionan con rapidez una vez que el movimiento ya ha comenzado, ofreciendo, en el mejor de los casos, unos segundos de margen.
Preparados, no preocupados
La conclusión principal de los expertos es más tranquilizadora que alarmante. La actividad sísmica de España está bien monitorizada, los estándares de construcción tienen en cuenta este riesgo bajo, y los terremotos graves siguen siendo un fenómeno raro.
Como subrayan regularmente los sismólogos nacionales, los terremotos no pueden prevenirse ni predecirse, pero sí comprenderse. Y comprenderlos ayuda a eliminar el miedo innecesario.
Los terremotos en España parecen inesperados no porque algo vaya mal, sino porque la naturaleza no funciona con un horario. Para la mayoría, la respuesta más segura es simplemente la concienciación, no la ansiedad.
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