¿Por qué los españoles reciben el Año Nuevo comiendo doce uvas?

Al aproximarse la medianoche de Nochevieja, todos en España aguardarán con un talismán muy importante: doce uvas para atraer la suerte y la prosperidad durante el año entrante.

Es fundamental ingerir cada uva al compás de cada campanada de medianoche, hazaña nada fácil cuando se está rodeado de amigos risueños en medio de una multitud.

Para facilitarlo, los supermercados venden latas con doce uvas pequeñas y sin semillas, ideales para guardar en el bolsillo y tener a mano dondequiera que se decida celebrar.

Pero, ¿cuáles son los orígenes de esta tradición?

Pregunte a sus amigos españoles a ver si pueden contárselo – probablemente mencionarán que todo comenzó como una estratagema de viticultores para vender un gran excedente de uvas tras una cosecha particularmente abundante.

Esto puede ser cierto, pero se cree que su origen es de índole más popular.

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La tradición específica de tomar una uva por cada campanada frente al reloj de la Puerta del Sol en Madrid tiene su origen en una rebelión de la clase trabajadora contra un impuesto establecido en 1882 por José Abascal y Carredano, alcalde de Madrid.

Según se cuenta, impuso una tasa de cinco pesetas a quienes celebraran fiestas en la víspera de la Epifanía – cuando los Reyes Magos llegan a la ciudad la noche del 5 de enero – lo que significaba que solo los madrileños adinerados podían permitirse festejar hasta altas horas tras el desfile gratuito de la tarde.

Así, los residentes de clase obrera de Madrid decidieron organizar su propia celebración frente a la entonces casa del alcalde en la Puerta del Sol y zamparse una uva por cada campanada, en burla de las costumbres gastronómicas burguesas, que consideraban refinado tomar uvas con su champán.

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No obstante, cabe advertir que la tradición conlleva un riesgo para la salud.

Las asociaciones de otorrinolaringología llevan años advirtiendo que la tradición española de engullir una uva por cada una de las doce campanadas que dan la bienvenida al Año Nuevo no está exenta de peligro.

Han recomendado al público comprar uvas sin semillas y sin piel, e incluso piden que el intervalo entre campanadas se amplíe de tres a cinco segundos para que los celebrantes puedan respirar y tragar con mayor facilidad.

Las personas mayores de 65 años también se consideran un grupo de alto riesgo de atragantamiento durante esta práctica, al igual que los niños pequeños, especialmente los menores de cinco años.

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