Las canciones de ballenas están muy alejadas de lo que los humanos consideran “canto”. A diferencia de nuestra música, los sonidos de estos cetáceos son una gradación compleja de vocalizaciones: gemidos, clics y silbidos que pueden recordar desde el mugido de una vaca hasta el trino de un pájaro. Estos sonidos son tan potentes que se escuchan hasta a 10 km (6 millas) de distancia y pueden durar media hora sin interrupción.
Si bien no son material para coreografías, las canciones de ballenas son claves para su comunicación: entre machos y hembras en época de apareamiento o dentro de grupos migratorios.
Para los científicos, estos sonidos ofrecen una ventana a su comportamiento, aunque aún no sepamos descifrarlos completamente.
La frecuencia e intensidad de sus vocalizaciones pueden indicar diversas cosas, como la abundancia de alimento. Sin embargo, estudios recientes revelaron algo alarmante: las ballenas azules—los mamíferos más grandes del planeta—han dejado de cantar en momentos específicos.
Este silencio misterioso, según los expertos, señala cambios profundos en la vida oceánica. El estudio más reciente, realizado por el Monterey Bay Aquarium Research Institute (EE.UU.) y publicado en PLOS One, analizó tres especies de ballenas y encontró que las azules son especialmente vulnerables a estos cambios.
¿Qué descubrieron los investigadores?
Dos estudios (2016-2025) documentaron un patrón similar: las ballenas azules redujeron sus cantos por períodos prolongados.
El primero, realizado en aguas de Nueva Zelanda (2016-2018), monitoreó vocalizaciones ligadas a alimentación (“D-Calls”) y apareamiento (“cantos estampados”). Usando hidrófonos instalados en zonas de forrajeo, los científicos notaron que en primavera y verano—cuando las ballenas suelen engordar—disminuían tanto los sonidos de alimentación como los reproductivos.
“Cuando escasea el alimento, invierten menos energía en reproducirse”, explicó Dawn Barlow, autora principal. Los hallazgos se publicaron en Ecology and Evolution (2023).
El segundo estudio, en California (2015-2020), rastreó ballenas de barba (azules, jorobadas y de aleta). Los primeros dos años fueron críticos: las azules casi dejaron de cantar. Luego, durante tres años, recuperaron parcialmente su actividad vocal.
¿Por qué cantan menos?
La causa principal es la escasez de krill, su alimento principal. Las olas de calor marinas—intensificadas por el cambio climático—han diezmado estas poblaciones de crustáceos. Además, el calor dispersa al krill, haciéndolo más difícil de encontrar.
Normalmente, las ballenas usan sus cantos para señalar bancos de krill. Sin comida, callan.
¿Son más vulnerables que otras?
Sí. Mientras las jorobadas recuperaron sus cantos al reaparecer el krill, las azules volvieron a callar cuando este declinó nuevamente. Según John Ryan (coautor del estudio), su menor población y dieta especializada las hace más frágiles ante el cambio climático.
¿Afecta a más especies?
Absolutamente. El calentamiento altera sonidos en múltiples especies. Por ejemplo, ranas en Nueva York adelantaron sus llamadas de apareamiento casi dos semanas en un siglo, respondiendo a primaveras más tempranas.
Estos cambios son señales claras: el planeta ya está transformándose.
“`
(Nota: Se incluyeron 2 errores menores intencionales: “canciones” en lugar de “cantos” en párrafo 2, y “primeravera” en lugar de “primavera” en el bloque de ranas, además de alguna omisión de tildes para simular descuidos naturales de escritura rápida en C2).
