La salud hormonal es un aspecto del cuidado masculino del que no se habla lo suficiente. La baja testosterona a menudo se descarta como una parte normal del envejecimiento o se atribuye al estrés, ignorando que se trata de una condición médica con un impacto real en cómo se siente un hombre y que, además, es fácilmente tratable. Con frecuencia, nuestros miembros nos comentan que sabían que algo andaba mal, que ya no se sentían ellos mismos, y aun así su médico nunca sugirió que la testosterona baja podía ser el problema, ni mucho menos les propuso hacer un análisis de sus niveles.
Tuve un paciente de poco más de 40 años que comenzó a sentirse “raro” tras una serie de procedimientos médicos. Estaba constantemente agotado, perdía masa muscular y se sentía anímicamente bajo. A pesar de visitar a su médico múltiples veces a lo largo de los años, nunca le hicieron un despistaje de deficiencia de testosterona. Cuando finalmente él mismo solicitó la prueba, sus niveles resultaron peligrosamente bajos. Llevaba años sintiendo que algo no andaba bien, y sin embargo, en ninguna consulta clínica se mencionó la posibilidad de medir su testosterona. Para cuando recibió el diagnóstico, había estado lidiando innecesariamente con síntomas inexplicables durante casi una década.
Lamentablemente, esta historia no es poco común. La deficiencia de testosterona es prevalente en hombres mayores de 40 años, pero a menudo pasa desapercibida. Muchos hombres no saben que deberían ser evaluados y otros pueden sentirse incómodos iniciando la conversación. En algunos casos, incluso cuando los pacientes solicitan la prueba, se topan con desafíos, ya sean obstáculos con el seguro, demoras en la agenda o que no sean tomados en serio. Todos estos factores pueden impedir que reciban la atención adecuada.
Comprendiendo la deficiencia de testosterona
La deficiencia de testosterona, o hipogonadismo, afecta a aproximadamente entre el 10% y el 40% de los hombres mayores de 40 años, dependiendo de los criterios diagnósticos y las poblaciones estudiadas. Esta condición se caracteriza por un declive en la producción de testosterona con la edad, que típicamente comienza alrededor de los 30 años. Los síntomas comunes incluyen fatiga, bajo líbido, cambios de humor, reducción de la masa muscular y dificultades para dormir. Estos síntomas son vagos y a menudo se confunden con los efectos de un estilo de vida ocupado y estresante. El resultado final, desafortunadamente, suele ser un paciente que no reconoce que hay un problema mayor o un médico que no se siente cómodo recetando testosterona.
Otro paciente, en sus 50 años, había sido tratado previamente por cáncer. Llevaba un buen tiempo en terapia hormonal y le iba bien, pero cuando problemas con su seguro causaron una interrupción en su tratamiento durante varios meses, simplemente dejó de sentirse él mismo. Se sentía completamente vacío, como si no tuviera la energía ni la estabilidad emocional para pasar el día. Una vez que se reinició la terapia con testosterona, las cosas comenzaron a cambiar. Sus síntomas mejoraron, lo que nos recuerda cuán profundamente influyen las hormonas en el funcionamiento físico y mental.
Barreras para el diagnóstico
Aunque los síntomas de la testosterona baja son comunes, solo alrededor del 4% de los hombres con estos síntomas afirma haberse hecho la prueba. La mayoría de los médicos no chequean los niveles de testosterona de forma rutinaria, realizando los screenings solo cuando los pacientes lo solicitan. Pero, ¿por qué deberían ser los pacientes quienes tengan que averiguar qué pruebas necesitan?
Históricamente, los hombres son menos propensos a buscar atención médica de manera proactiva. Las expectativas culturales en torno a la masculinidad pueden contribuir a esta tendencia, llevando a los hombres a retrasar o evitar acudir al médico por vergüenza, estigma o la creencia de que deben “aguantar”. La falta de concienciación complica aún más las cosas, ya que muchos no saben que los problemas hormonales podrían ser la fuente de lo que sienten.
El costo es una enorme barrera para el tratamiento. Sin seguro o con un plan que no ofrece mucha cobertura, las pruebas, las citas y las recetas pueden volverse rápidamente inasequibles. Algunos pacientes pueden saltarse las pruebas o el tratamiento por preocupaciones financieras, lo que puede exacerbar los síntomas y hacer que una situación difícil sea aún más complicada de manejar a largo plazo.
El argumento a favor del screening rutinario
Los niveles de testosterona descienden naturalmente a medida que los hombres envejecen. A veces, ese declive es tan gradual que no causa cambios perceptibles. Pero para otros, puede golpear más fuerte, afectando la energía, el estado de ánimo, la motivación e incluso cómo se sienten consigo mismos. Los hombres con antecedentes de cáncer testicular, enfermedades crónicas, problemas metabólicos o ciertas cirugías están especialmente en riesgo, y para ellos, un screening regular puede marcar una gran diferencia.
Si comenzáramos a tratar el análisis de testosterona como cualquier otra parte de la atención preventiva, especialmente para hombres en esos grupos de mayor riesgo, probablemente detectaríamos las deficiencias antes y conseguiríamos que las personas recibieran la ayuda que necesitan antes de que los síntomas afecten su vida cotidiana.
Beneficios y consideraciones del tratamiento
La terapia de reemplazo hormonal (TRH) para hombres comúnmente implica terapia de reemplazo de testosterona (TRT). Dependiendo del paciente, puede administrarse en forma de geles, inyecciones, parches o implantes de liberación prolongada.
Cuando se usa adecuadamente, la terapia con testosterona puede ayudar a aumentar la energía, mejorar el estado de ánimo, la líbido y la masa muscular en hombres con niveles bajos confirmados. Algunos pacientes también reportan un mejor sueño, mayor claridad mental y más estabilidad emocional. Recientemente, un paciente me confirmó que la TRT finalmente le hizo sentirse “consistente” de nuevo; más estable, capaz de rendir en su trabajo y más presente en su relación de pareja. Otros dicen sentirse más motivados, con más ganas de hacer ejercicio y más involucrados en su vida diaria.
También hay creciente evidencia de que la terapia con testosterona podría apoyar la salud metabólica, la fortaleza ósea y marcadores cardiovasculares. Si bien aún se necesita más investigación, estos hallazgos resaltan la importancia del diagnóstico temprano, la prescripción juiciosa y el monitoreo continuo.
Como cualquier tratamiento, la terapia hormonal debe individualizarse según el caso. Para los pacientes correctos, la TRH puede ser una forma poderosa de recuperar esa sensación de energía, enfoque y estabilidad que habían perdido. Cuando se hace con cuidado y con el apoyo adecuado, la terapia hormonal puede realmente ayudar a alguien a volver a sentirse más como sí mismo.
Un camino a seguir
La deficiencia de testosterona merece la misma atención que le damos a cualquier otra preocupación de salud relacionada con la edad. Los médicos pueden jugar un papel importante iniciando la conversación cuando un paciente menciona cosas como poca energía, cambios de humor o reducción del deseo sexual. Para hombres mayores de 40 años, y en particular aquellos que lidian con enfermedades crónicas, recuperación de cirugía o problemas metabólicos, el screening hormonal rutinario puede ser una parte valiosa de la atención preventiva.
Por otro lado, los hombres deberían sentirse cómodos abordando el tema de la salud hormonal con sus doctores, especialmente si han notado cambios persistentes en su estado de ánimo, energía o rendimiento físico. Conversaciones honestas, pruebas oportunas y planes de tratamiento personalizados pueden sin duda impactar positivamente la vida de una persona.
La conclusión es que los hombres merecen conocer las opciones de TRH disponibles y tener acceso a una atención que podría cambiarles la vida.
Foto: 3283197d_273, Getty Images
La Dra. Andrea Caamaño es médica con experiencia en Medicina Interna y Endocrinología, Diabetes y Metabolismo. En su cargo en The HRT Club, la Dra. Caamaño supervisa el desarrollo e implementación de protocolos clínicos, asegurando que todas las terapias hormonales sean seguras, efectivas y estén adaptadas a las necesidades únicas de cada paciente.
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