Stand by Me
Obviamente, *El resplandor* sigue siendo la mejor adaptación de Stephen King jamás hecha, pero *Stand by Me* es la que yo amo sin medida. Es la más cálida, la más triste y también la más divertida: un precioso y sucio homenaje a los placeres de una juventud malgastada. “Nunca volví a tener amigos como los que tuve a los 12 años”, comenta el aventurero de pueblo pequeño Gordie Lachance, que sale con sus amigos a buscar un cadáver en el bosque. “Dios, ¿alguien los tiene?”
‘Me quedé mirando por la ventana e intenté muy fuerte no llorar’ … River Phoenix y Will Wheaton en *Stand By Me*. Fotografía: Allstar Picture Library Limited./Alamy
Ciertas películas llegan en el momento justo de la vida, y así fue con *Stand by Me*, que vi por primera vez siendo adolescente, en un cine de Bristol, junto a un compañero del colegio que ya la había visto unas semanas antes. Tuvimos que salirnos de los últimos cinco minutos para coger el último autobús a nuestro propio pueblo. Esto me enfureció en su momento, pero ahora parece que todo encaja. Significa que la desgarradora escena final de *Stand by Me* –los cuatro chicos volviendo a Castle Rock al amanecer– está inseparablemente unida a ese largo y lento viaje en autobús por la noche, mientras mi amigo me contaba el final de la película, explicando cómo las amistades se desvanecen y los héroes mueren, y yo me quedé mirando por la ventana e intenté muy fuerte no llorar. Xan Brooks
A Few Good Men
‘Propulsiva y justo en el límite de lo inverosímil’ … Tom Cruise y Demi Moore en *A Few Good Men*. Fotografía: Pictorial Press Ltd/Alamy
“Ya no las hacen así”, es una frase tan usada que ha perdido significado, pero es una que sin duda aplica a *A Few Good Men*, el tipo de enfrentamiento legal y arrogante que, en 2025, terminaría siendo una serie de televisión de prestigio en lugar de una película. En 1992, sin embargo, fue un evento taquillero que lo paraba todo, la oportunidad de ver a la futura fuerza principal de Hollywood, Tom Cruise, y a su estrella más grande y exagerada, Jack Nicholson, chocando el uno con el otro como ciervos en celo.
Mucha atención cae inevitablemente en esas interpretaciones –Nicholson como el terrorífico matón Coronel Jessep, Cruise como el abogado defensor militar que intenta provocar a Jessep para que revele su complicidad en la muerte de un joven marine– sin mencionar los fuegos artificiales verbales del guion de la película, escrito por Aaron Sorkin. A Rob Reiner normalmente se le pasa por alto en todo esto, pero es su dirección segura y sin complicaciones lo que hace que todo funcione. Un gran director de actores, generalmente dejándoles hacer su magia, también entendió, y de hecho le gustaban, las películas de género, y en *A Few Good Men* su cine se inclina activamente hacia todos los clichés y convenciones del drama judicial –giros de fortuna en el tercer acto, testigos sorpresa, banda sonora conmovedora y orquestal y todo. El resultado es propulsivo y justo en el límite de lo inverosímil; podría ver los últimos 30 minutos más o menos, que culminan por supuesto en esa frase, en bucle hasta el fin de los tiempos. Gwilym Mumford
This Is Spinal Tap
Historia del rock … Reiner y Christopher Guest en *This Is Spinal Tap*. Fotografía: Moviestore Collection Ltd/Alamy
*Spinal Tap* es genial en tantos niveles: crucialmente (y sorprendentemente) sigue siendo graciosa, aunque, inevitablemente, algunas partes han, eh, envejecido. Las interpretaciones son brillantes en general, y no solo las principales – los personajes secundarios también son impecables, desde Bobbi Flekman de Fran Drescher hasta el mánager Ian Faith de Tony Hendra (inspirado en Peter Grant) o el promotor con peluquín Artie Fufkin de Paul Shaffer. Lo que destaca ahora es el nivel de detalle: el video estilo Status Quo temprano para *Listen to the Flower People*, o la camiseta del Shrewsbury Town que lleva el bajista Derek Smalls.
Pero al final, el mayor logro de *Tap* es la forma en que desarmó y reempaquetó a las estrellas de rock; en los años 70 eran vistos en gran parte como figuras siniestras y peligrosas, reclutando a la juventud en un mundo de libertinaje. ¿Pero después? Bueno, los rockeros no se volvieron de repente adorables, y todavía había mucho recorrido en su reputación de sexo y drogas, pero los pavos reales presumidos de la guitarra de doble mástil y el sintetizador de cuatro bancos ahora eran absurdos, incluso idiotas, y no debían tomarse en serio. Al menos, eso fue un servicio vital para la humanidad. Andrew Pulver
When Harry Met Sally
‘La estrella polar’ … Billy Crystal y Meg Ryan en *When Harry Met Sally*. Fotografía: Castle Rock/Nelson/Columbia/Kobal/REX/Shutterstock
A principios de este año, trabajando en un artículo sobre las comedias románticas modernas de Hollywood, entrevisté a guionistas y productores que trabajan en el género hoy. Me sorprendió la frecuencia con la que *When Harry Met Sally* salía en la conversación –y con buena razón. Sigue siendo, después de 35 años, un estandarte del género, la estrella polar que guía a muchos otros. El guion de Nora Ephron rebosa ingenio e inteligencia; la moda y la cinematografía –jerséis acogedores y un Manhattan cubierto de follaje rojo intenso– han llegado a definir el otoño; la calidez de Meg Ryan encuentra el contrapunto perfecto en el sarcasmo de Billy Crystal. A Ephron se le ha atribuido con razón hacer grande la película, pero la influencia de Reiner también está por todas partes. “Rob es muy gracioso. También es muy combativo”, recordó Ephron. Los choques entre Sally y Harry a menudo fueron el resultado de “peleas amargas” entre ella (equipo Sally) y Reiner (equipo Harry) en la sala de guionistas. Fue, dijo, “la mayor diversión que he tenido”. Rebecca Liu
The Sure Thing
Delicia de la vieja escuela … John Cusack y Daphne Zuniga en *The Sure Thing*. Fotografía: Moviestore Collection Ltd/Alamy
En medio del auge de las películas para adolescentes en los años 80, el segundo largometraje de Rob Reiner como director se destacó como un faro de delicia de la vieja escuela entre el balido del ‘bratpack’ de *The Breakfast Club* (lo siento, no soy fan de John Hughes) y la misoginia grotesca de *Screwballs II* o *Hardbodies*. John Cusack y Daphne Zuniga interpretan a estudiantes universitarios opuestos que se juntan en un viaje por carretera desde Nueva Inglaterra a California. Él es un patán que bebe cerveza y va para ligar; ella es una mojigata estirada (“La espontaneidad tiene su momento y su lugar”), planeando unirse a su aburrido novio abogado; no hay premio por adivinar qué pasa. El guion de Stephen L Bloom y Jonathan Roberts adapta *It Happened One Night* para una nueva generación, pero es la conexión de Reiner con sus jóvenes actores, su innato sentido del tiempo cómico y su comprensión de la estructura clásica lo que teje los diálogos ingeniosos, el romance adolescente y el sentimiento real en una comedia romántica divertida, conmovedora y totalmente agradable. Anne Billson
The Wolf of Wall Street
Diamante cómico … Reiner en *The Wolf Of Wall Street*. Fotografía: Paramount Pictures/Allstar
“¿$26,000 en gastos adicionales? ¿Qué son estos adicionales – curan el cáncer?” En una película que no escatima cameos vibrantes (Jean Dujardin como un banquero suizo supercilioso, Joanna Lumley como una tía traviesa), la aparición de Reiner como el contable de Stratton-Oakmont “Mad” Max Belfort es un mini diamante cómico que se lanza casualmente y rebota por todos lados. Ya nos han preparado sobre su temperamento explosivo cuando irrumpe en la oficina principal para reprender a su hijo, el estafador de Wall Street Jordan Belfort, y a sus compinches sobre su factura de gastos de $430k. Reiner sirve como pararrayos para charlas de primer nivel, descaro y negación inverosímil de DiCaprio, Jonah Hill y compañía, en gran parte improvisadas: “El IRS, ellos permiten T&A”, dice Hill sobre una factura a “EJ Entertainment”. “¡T&E!” le grita Reiner. Ridículamente ahogado por la montaña rusa amoral de la película, es una acertada elección como la condenada voz de la conciencia de este circo; la sátira relajada y juguetona que se deleitaba en los defectos humanos era definitivamente lo suyo. Phil Hoad
Misery
Sufriendo por el arte … Kathy Bates y James Caan en *Misery*. Fotografía: Snap/REX/Shutterstock
Que esta adaptación de 1990 de Stephen King combine el don innato de Rob Reiner para sacar risas con un agudo sentido de la claustrofobia y el suspenso solo la hace más impresionante. James Caan es Paul Sheldon, el novelista estrella rescatado de un accidente automovilístico en la nieve de Colorado y cuidado por su fan número uno, Annie Wilkes (la ganadora del Oscar Kathy Bates), en su casa aislada. Horrorizada al descubrir que su último manuscrito se aparta de su fórmula comercial, Annie usa su ventaja –Paul está postrado en cama durante toda la película– para obligarlo a escribir un nuevo libro que sea más de su agrado.
Un placer delirante cuando se estrenó, la película ahora parece premonitoria en su visión del fenómeno parasocial: imagina cuántas fantasías tipo *Misery* ha engendrado internet. También sirve hoy como un comentario sobre una sociedad impulsada por el consumidor donde el arte es moldeado e inhibido por un público vocal online.
Pero mientras Annie simboliza esa influencia corrosiva, yo todavía la animo cada vez que veo la película. Incluso antes de romper los tobillos de Paul con un mazo, ella es, gloriosamente, todo un personaje. Desde sus berrinches melodramáticos hasta su obsesión por Liberace, es una vengadora con matices queer dando su merecido al patriarcado arrogante y rico. Esta es una película que solo mejora cuando se ve con un público ruidoso del #EquipoAnnie. La compañía ama a *Misery*, se podría decir. Ryan Gilbey
It’s Garry Shandling’s Show
Reiner estaba preparando *When Harry Met Sally* cuando hizo su excepcionalmente deportiva (y graciosa) aparición como invitado en *Dial L for Laundry*, un episodio de la primera temporada de la sitcom postmoderna de Shandling. Interpretándose a sí mismo como un actor-director melancólico, pasa por casa de Shandling buscando trabajo y termina haciendo las tareas domésticas del estrella; después de ahuyentar a un matón de la lavandería (el futuro villano de *Twin Peaks* Chris Mulkey) con una botella en la cabeza, camina del brazo con su anfitrión –dos profesionales astutos, siempre buscando negocios divertidos– hacia un homenaje a *Stand by Me* en los créditos finales. Reiner volvió a aparecer en la tercera temporada de la serie antes de provocar ira cómica como invitado en *The Larry Sanders Show*. Aquí, sin embargo, Shandling rinde un amplio tributo a la habilidad de Reiner con un estropajo, sosteniendo un plato reluciente ante las cámaras: “Hagan un plano cerrado de esto. Mírenlo. Rob, hiciste un gran trabajo.” Mike McCahill
New Girl
Celebrando el amor … Reiner, Zooey Deschanel y Jamie Lee Curtis en *New Girl*. Fotografía: Everett Collection Inc/Alamy
Rob Reiner era un genio innegable, tanto delante como detrás de la cámara, pero mi proyecto favorito suyo siempre será la sitcom de televisión *New Girl*. En ella interpreta al padre de Jess Day (Zooey Deschanel), Bob, divorciado de su esposa Joan (Jamie Lee Curtis) y navegando el camino lleno de baches para encontrar el amor nuevamente. Bob es cálido, tierno, ferozmente protector y dispuesto a cantar a la gente la canción power pop de Tal Bachman *She’s So High* para conquistarlos; muy parecido a como me imagino que sería Reiner en la vida real. Fue una brillante muestra de su talento cómico, y la serie incluso presentó una parodia de *Misery*, donde Jess cuida agresivamente a su padre, cortándole las uñas de los pies un poco demasiado cerca para su comodidad. En la temporada final, Bob se vuelve cada vez más desesperado porque el torpe novio de larga duración de Jess, Nick (Jake Johnson), le pida matrimonio a su hija, sonriendo con orgullo mientras finalmente la acompaña por un pasillo del hospital para casarse. Claro, Bob no es Rob, pero para mí, este personaje resume cómo actuó Reiner a lo largo de su carrera –él sabía la importancia del amor y la necesidad de celebrarlo, y quería esparcir alegría tanto como pudiera. Ann Lee
Primary Colors
Cameo cómico … con John Travolta en *Primary Colors*. Fotografía: Everett Collection Inc/Alamy
Tres años después de dirigir *The American President*, Reiner tuvo un cameo en otro drama político de la era Clinton. Interpreta a Izzy Rosenblatt, el presentador del programa de radio de Florida *Schmooze for Jews*, que le hace preguntas fáciles al aspirante presidencial Jack Stanton (John Travolta) sobre su madre y Las Vegas, solo para que un candidato rival llame y sufra un infarto al aire. Es un encantador giro cómico –”¡Adelante, Gobernador, sea mi invitado! ¿Qué estoy diciendo? ¡Usted es mi invitado!”– en una película entretenida y agudamente observada que ha envejecido bien a pesar de ahora parecer un despacho de una era política completamente diferente. Fue la segunda interpretación de Reiner (después de *Postcards from the Edge*) para el director Mike Nichols, una figura a la que se parecía en algunos aspectos; ambos pescaban en grupos de talentos similares, trabajando ambos con Nora Ephron, Carrie Fisher y Aaron Sorkin, y ambos fueron potencias creativas con talentos proteicos que hasta cierto punto fueron subestimados como directores. Chris Tryhorn
The Princess Bride
Suspiro … Cary Elwes y Robin Wright en *The Princess Bride*. Fotografía: Cinetext/20 Century Fox/Allstar
¿Qué añadir a los muchos millones de palabras ya escritas sobre las delicias de *The Princess Bride*? La historia de su éxito lento es bien conocida, pero yo soy parte de una pequeña élite (me gusta pensar) que la vio como adolescente en el cine en su estreno inicial. Vine por el suspirante Cary Elwes pero me quedé por el guion ingenioso y la ternura de las amistades. Me regalaron el vídeo en Navidad, y lo vi tantas veces que, para cuando cumplí 18 años, podía recitar la película entera de memoria (y lo hice, en ocasiones). En esos días quizás hubiera preferido nombrar a Wim Wenders, Peter Greenaway y Jean-Luc Godard como mis cineastas favoritos, pero siempre guardé un lugar en mi corazón para Rob Reiner y *The Princess Bride*. Y, tan pronto como mi propia hija superó *Pingu* y *Teletubbies*, vimos esto juntas y hemos vuelto a ello una y otra vez. Simplemente no hay momentos que qu
