El presidente más anciano del mundo, Paul Biya de 92 años, ha prometido a los votantes de Camerún que “lo mejor está por venir” mientras busca su octavo mandato consecutivo este domingo.
El nonagenario ya lleva en el poder desde 1982. Otro mandato de siete años podría hacer que gobernara por 50 años, hasta que cumpla casi 100 años.
Desafió numerosos llamados para que se retirara y ha sido criticado por solo asistir a un mitin, pasando la mayor parte de la campaña en un viaje privado de 10 días a Europa.
Una reacción negativa por su dependencia en un video de campaña generado por inteligencia artificial, mientras sus oponentes buscaban activamente votantes en el terreno, hizo que se apresurara al norte del país a su regreso.
En la ciudad de Maroua, con muchos votantes, se dirigió a multitudes de sus partidarios, acercándose especialmente a las mujeres y los jóvenes, prometiendo priorizar su situación en su próximo mandato.
“Mantendré mi palabra”, insistió, pidiéndoles que “me den su valioso apoyo una vez más”.
Pero el analista político Immanuel Wanah le dice a la BBC que el enfoque principal de Biya desde que llegó al poder ha sido permanecer en el poder, “a menudo a expensas de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos”.
Es una opinión compartida por el Dr. Tilarius Atia, otro analista político, quien atribuye esta mentalidad de supervivencia a un intento fallido de golpe de estado contra Biya en 1984.
Esto significa que para la gran mayoría de la población, Biya es el único presidente que han conocido; más del 60% de los 30 millones de cameruneses son menores de 25 años.
La joven activista política Marie Flore Mboussi desea desesperadamente “sangre nueva”, ya que cree que “la longevidad en el poder inevitablemente lleva a una especie de pereza”.
“Después de 43 años, la gente está cansada”, le dice a la BBC.
La elección presidencial llega en medio de una creciente preocupación por la inflación, los desafíos de seguridad, los malos servicios sociales, la corrupción y el desempleo.
El desempleo juvenil ha sido un punto de discusión particular para la mayoría de los candidatos que participan en las elecciones.
Casi el 40% de los jóvenes cameruneses entre 15 y 35 años están desempleados, y el 23% de los jóvenes graduados enfrentan desafíos para obtener empleo formal, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Los jóvenes están más inclinados a emigrar al extranjero porque se dicen a sí mismos que dentro del país no tienen la posibilidad de convertirse en alguien”, dice la graduada de 26 años Vanina Nzekui a la BBC.
“Se dicen que todos los puestos estan ocupados por personas mayores”, dice, añadiendo que esto ocurre a costa de usar sus habilidades para ayudar a desarrollar el país.
Pero Aziseh Mbi, de 23 años, cree que la edad no debería ser un criterio para el liderazgo.
En el caso de Biya, la activista de la sociedad civil dice que el presidente ha podido hacer “cosas significativas”, citando varias iniciativas para la juventud.
Más allá del desempleo juvenil, el proceso electoral también ha generado controversia, especialmente con la exclusión de Maurice Kamto de la carrera presidencial.
En julio, el organismo electoral impidió que el líder opositor de 71 años se presentara porque una facción rival del partido que lo había respaldado presentó a otro candidato.
Su exclusión, confirmada por el Consejo Constitucional, fue ampliamente criticada como una estrategia para evitar un desafío fuerte al presidente Biya.
Después de quedar segundo en las elecciones presidenciales de 2018, Kamto afirmó haber ganado y organizó protestas callejeras.
“La exclusión del profesor Kamto diluye la legitimidad de nuestra democracia porque deberíamos haber sido justos para permitir que todos participen”, dice el Dr. Atia.
El Sr. Wanah coincide en que la ausencia de la principal figura de la oposición “refuerza la percepción de que realmente no pueden haber elecciones justas en Camerún”.
Doce candidatos fueron aprobados para competir por la presidencia, incluyendo a Issa Tchiroma Bakary y Bello Bouba Maigari, ambos ex aliados de Biya del norte del país. Renunciaron a sus cargos ministeriales para enfrentarse a su jefe.
El diputado Cabral Libii, el presidente del partido opositor Frente Social Demócrata (SDF) Joshua Osih y Patricia Tomaïno Ndam Njoya, la única candidata mujer, también están en la contienda.
Al inicio de la campaña electoral, dos aspirantes, incluido el reconocido abogado anticorrupción Akere Muna, retiraron sus candidaturas para apoyar a Maigari del partido NUDP. Esto significa que 10 personas competirán ahora por la presidencia.
Antes de los comicios, que serán de una sola vuelta ya que ganará la persona con más votos, hubo numerosos llamados para que la oposición presentara un candidato único para desafiar a Biya, quien nunca ha perdido una elección.
Tchiroma Bakary ha conseguido el apoyo de la Unión por el Cambio, una coalición de más de 50 grupos políticos y organizaciones de la sociedad civil que lo presentaron como el candidato de consenso de la oposición.
Pero la iniciativa no logró obtener unanimidad, ya que otros se negaron a unirse a su apoyo.
Kamto dijo que había mantenido conversaciones con algunos aspirantes, incluyendo a las dos figuras del norte Tchiroma Bakary y Maigari, animándolos a unirse. Dado que ninguno parecía dispuesto a ceder, instó a los cameruneses a votar por quien prefieran.
El Dr. Atia considera que el fracaso de apoyar a un único candidato bajo una sola coalición le costará caro a la oposición en las urnas.
En la campaña electoral, Tchiroma Bakary, de 76 años y antiguo portavoz del gobierno, ha estado atrayendo a grandes multitudes. Algunos analistas lo posicionan como el principal rival del presidente Biya.
El domingo, miles de seguidores esperaron horas bajo la lluvia para verlo en la capital económica, Douala.
Él ha prometido reformar el sistema del cual formó parte durante dos décadas.
A pesar de la base de apoyo de Tchiroma Bakary en el norte, los analistas dicen que es probable que Biya logre superarlo a él y a los otros candidatos opositores.
“Al presidente Biya solo le hace falta una mayoría simple para ganar las elecciones, y yo lo veo ganando a pesar de los esfuerzos de la oposición”, dice el Dr. Atia.
En las regiones anglófonas del Noroeste y Sudoeste de Camerún, donde continúa un prolongado conflicto separatista, se ha impuesto un confinamiento por el boicot electoral, paralizando los negocios, el movimiento y la educación.
Los separatistas que lo han impuesto han amenazado con atacar a cualquiera que vote.
“Hemos visto personas que fueron sacadas de sus casas y asesinadas a sangre fría, antes, durante y incluso después de elecciones pasadas cuando son identificadas”, dice Samah Abang-Mugwa, un residente de una de las regiones anglófonas, añadiendo que no se arriesgará a votar.
Desde 2017, aquellos que buscan crear un estado independiente luchan contra las fuerzas gubernamentales. Están enfadados por lo que perciben como la marginación de la comunidad anglófona minoritaria por parte del gobierno dominado por francófonos.
El conflicto ha causado hasta ahora al menos 6.000 muertos y ha desplazado a cerca de medio millón de personas, según la ONU.
Según el activista de la sociedad civil Abine Ayah, la probable exclusión de gran parte de la comunidad anglófona podría socavar la legitimidad de los comicios.
Aunque Biya dice que su gobierno ha hecho esfuerzos significativos para resolver el conflicto, sus oponentes en la carrera presidencial continúan criticando su manejo de la situación.
Después de la votación del domingo, el Consejo Constitucional tiene 15 días para anunciar los resultados.
El ministro del interior ya ha advertido que ningún candidato puede declarar victoria antes de tiempo.
Paul Atanga Nji hizo estas declaraciones en la víspera del último día de campaña.
“Aquellos que intenten anunciar resultados de la elección presidencial o cualquier victoria autoproclamada, violando las leyes de la república, habrán cruzado la línea roja y deberán estar listos para enfrentar medidas de represalia proporcionales a su crimen.”
Reporte adicional de Michel Mvondo de la BBC en Yaundé.