Comenzó como el argumento de un crudo drama de Netflix, pero culminó en una pesadilla teñida de sangre.
Aaron Rainbow, un piloto de helicóptero de 50 años natural de Surrey, se enfrenta ahora a una condena de hasta veinte años de prisión en España tras ser declarado culpable del asesinato de Óscar Tornero, de 38 años, durante lo que la fiscalía calificó como “una sesión de sexo y drogas que terminó en tragedia.”
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”¡Me estaban vigilando!”
En el banquillo, Rainbow alegó que la paranoia se había apoderado de él. Declaró haberse convencido de que lo estaban grabando, de que había gente fuera “esperando para violarlo”, y que las drogas habían hecho que su mente se desbocara. Se encerró en la cocina, cogió un cuchillo “para protegerse” y afirmó recordar muy poco de lo que sucedió después.
Pero el jurado no se lo creyó. Determinó que apuñaló a Tornero “violenta e intencionadamente” en seis ocasiones y en distintas partes del cuerpo.
No fue el primer susto
Durante el juicio, otro hombre declaró sobre un encuentro de *chemsex* con Rainbow en Londres tan solo unos días antes del crimen. Relató a los miembros del jurado que también había temido por su vida cuando Rainbow se volvió agresivo bajo los efectos de las mismas sustancias. “Pensé que ibas a coger un cuchillo para matarme”, le escribió luego en un mensaje de texto.
Para la acusación, aquello fue una pieza clave del rompecabezas, un indicio de que no se trató de un incidente aislado, sino de un patrón violento que ya se estaba gestando.
Los últimos minutos
Según los investigadores, Tornero, sangrando copiosamente, intentó huir tras ser apuñalado. Saltó desde una terraza y cayó desplomado en la calle instantes después. Un vecino alertó a la policía tras oír a Rainbow gritar: “Te voy a jod** matar”.
En los escritos judiciales, la fiscalía lo describió sin ambages: “Una vez en el domicilio de la víctima y tras consumir estupefacientes, el acusado cogió un cuchillo y apuñaló en repetidas ocasiones a la víctima.”
”Como una serie de Netflix, pero en la vida real”
La familia de Rainbow insiste en que no es un monstruo, sino un hombre que se derrumbó presa de la paranoia y el miedo. Alegan que la policía “estropeó” la investigación y que una prueba clave (el router WiFi de la casa) fue manipulada antes de que pudiera examinarse en busca de indicios que demostraran que Rainbow estaba siendo realmente vigilado.
Su hermano Dan declaró desde Weybridge, Surrey: “Es como si fuera algo sacado de una serie de Netflix, pero esto es la vida real.”
La sentencia que se avecina
El fiscal ha solicitado ya una condena de veinte años, en consonancia con lo reclamado por la familia de la víctima.
Mientras el tribunal prepara su fallo definitivo, una cosa parece segura: la vida sobre los cielos de Aaron Rainbow como piloto se ha desplomado, y las secuelas de aquella noche de octubre lo perseguirán durante las próximas décadas.
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