Perdiendo el momento de innovación en África: Los cambios geopolíticos podrían alejar a Israel

El primer ministro Benjamin Netanyahu y el entonces presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, dieron declaraciones conjuntas en Jerusalén en 2016. El comercio de Israel con Kenia, una de las economías más dinámicas de África, solo alcanza decenas de millones de dólares, según el autor. (Crédito: AMIR COHEN/REUTERS)

A medida que los centros de innovación global cambian y emergen nuevos mercados, el África subsahariana se está convirtiendo en un espacio clave de oportunidades.

Para finales de este siglo, se estima que el 40% de la población mundial vivirá en África. Esto no es solo una tendencia demográfica; es un punto de inflexión geopolítico. La única pregunta es si Israel estará allí como socio o quedará rezagado como una idea tardía.

Con impulso demográfico, rápida adopción tecnológica y ambiciones económicas audaces, el continente no solo está alcanzando a otros; está marcando el ritmo en áreas que más importan. Entonces, ¿cómo aprovechamos este potencial y nos alineamos con las tendencias del futuro?

El África subsahariana ofrece una de las oportunidades más importantes del siglo XXI. Su población joven y en rápido crecimiento, junto con sus necesidades urgentes en agricultura, agua, energía y salud, la hacen un destino ideal para la innovación israelí: soluciones que mejoran la calidad de vida y aceleran el desarrollo.

Sin embargo, la participación de Israel sigue siendo limitada. Por ejemplo, el comercio con Kenia, una de las economías más vibrantes de África, solo suma decenas de millones de dólares. En cambio, el comercio de Kenia con Emiratos Árabes Unidos y Países Bajos, economías similares a la de Israel, alcanza miles de millones.

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La primera dama de Kenia (2da izq.) junto a líderes de KKL y forestales en el vivero de Eshtaol de KKL-JNF durante su visita a Israel. (Crédito: RAFI BEN HAKON/ARCHIVO KKL-JNF)

Esta no es solo una brecha económica; es moral. África contribuye poco a las emisiones globales de carbono, pero sufre las consecuencias del cambio climático: sequías, inundaciones e inseguridad alimentaria. Precisamente en estas áreas, la tecnología israelí podría tener un impacto duradero.

Algunas empresas ya están demostrando este potencial. NOF, por ejemplo, desarrolló una solución portátil de enfriamiento sin conexión a la red para preservar productos agrícolas, reduciendo pérdidas en mercados emergentes.

Estos esfuerzos reflejan una creciente conciencia en Israel: la innovación en desarrollo global debe basarse en un entendimiento profundo de las realidades locales. El impacto real requiere crear soluciones junto con las comunidades, construir alianzas a largo plazo y diseñar productos que respondan a necesidades concretas.

Un ejemplo destacado es el Centro de Innovación Climática DeserTech en el Negev, que convierte desafíos climáticos en oportunidades de negocio. En 2024, NURA colaboró con DeserTech para conectar innovadores del Negev con comunidades de África Oriental, regiones con condiciones ambientales similares.

Israel tiene los recursos para un compromiso a largo plazo en África: startups innovadoras, excelencia académica y una red creciente de alianzas público-privadas. Pero su actividad actual está muy por debajo de su potencial.

En África Oriental, países como Kenia y Tanzania buscan activamente socios en agrotecnología, soluciones hídricas y energía sostenible. Las empresas israelíes pueden satisfacer esta demanda, pero el éxito requiere más que proyectos aislados: exige presencia continua, entendimiento cultural y confianza mutua.

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Mientras tanto, la competencia global avanza. China, Rusia, Irán, Turquía y los países del Golfo están expandiendo su influencia en el continente con tecnología, diplomacia y financiamiento estatal.

El rechazo reciente de Israel como observador en la Unión Africana es una advertencia simbólica. Si no actúa, podría perder esta oportunidad.

A diferencia de sus competidores, Israel carece de una estrategia nacional coordinada para apoyar a su sector privado en África. Muchas empresas internacionales operan con respaldo gubernamental, usando marcos de ayuda, financiación preferencial y diplomacia para reducir riesgos. Las empresas israelíes, en cambio, suelen actuar solas.

Además, África no está esperando a Israel. Sus ecosistemas de innovación ya están en marcha, impulsados por emprendedores locales, inversores y políticas visionarias. Solo en 2023, startups africanas recaudaron más de $3 mil millones en capital de riesgo, mucho de ello para soluciones climáticas.

Lo que Israel necesita es una estrategia clara y visionaria para África. No solo visitas simbólicas, sino misiones comerciales, inversión pública en innovación y joint ventures con socios africanos. No es caridad; es política estratégica.

Hasta que esto suceda, serán las empresas y actores del ecosistema de innovación quienes lideren. Porque si Israel no da un paso adelante hoy, mañana estará persiguiendo a otros.

El autor es director gerente de NURA – The Global Innovation Lab.