Pequeño pueblo con gran apetito: La ruta del atún de La Línea enalteció el territorio del atún rojo en España

Por Betty Dalary en La Línea de la Concepción

La polvorienta ciudad fronteriza de La Línea de la Concepción quizá no sea el primer lugar que viene a la mente de los amantes de la gastronomía en Andalucía.

Conocida—o quizá infame—por ser la hermana española de Gibraltar y hogar de una gran comunidad de contrabando, este pueblo guarda muchas más sorpresas.

Una de ellas es la Ruta del Atún, que se celebra en la última semana de mayo y este año llegó a su quinta edición.

Los restaurantes locales se esfuerzan al máximo para ofrecer un derroche de exquisitos platos de atún, conquistando corazones y estómagos linenses.

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La propuesta de atún en West, La Línea

Y la comunidad no los defraudó: durante cuatro días, todas las mesas se llenaron para probar la mayor cantidad de platillos de atún posible.

Estos festivales suelen coincidir con la temporada de almadraba, un método tradicional y sostenible de pesca de atún con siglos de antigüedad, practicado en mayo en el Estrecho de Gibraltar.

Esto explica por qué la región produce uno de los mejores atunes del mundo.

Pueblos como Barbate, Zahora de los Atunes y Conil llevan años disfrutando del protagonismo por sus festivales de atún.

Mientras tanto, La Línea celebra su propio evento, más discreto pero igual de especial.

Este año, la legendaria Ruta del Atún Rojo de Tarifa se canceló por baja participación de restaurantes, pero en La Línea, 27 locales presentaron creaciones innovadoras—y a veces extrañas—basadas en atún.

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Carbonero’s

Aunque hubo variedad, los tartares de atún dominaron la competencia, con 14 versiones disponibles. Para el segundo día, algunos ya gemían al escuchar “atún crudo”.

El pasaporte de la Ruta del Atún fue tu mejor aliado: incluía fotos de todos los platos y te ayudaba a llevar registro de los que probaste.

Mis amigos y yo comenzamos el miércoles en West, con una de las mejores vistas al atardecer de la ciudad.

Su creación, “Diversión helado de atún”, fue un éxito instantáneo: servido en copa martini con limonada, medio limón relleno de tartar especiado al tajín y un helado de limón encima.

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Ardente

Otros favoritos incluyeron la “Nube de atún” de La Chimenea, servida con algodón de azúcar, o el “Atunoro” de Snob, cubierto de oro.

Pero el verdadero ganador fue la “Japonesa de atún” de Carboneros 27, una reinventación del dulce típico linense: brioche glaseado relleno de crema, pero con atún sazonado con miel, lima y jengibre, acompañado de mayonesa togarashi y ponzu.

Para el viernes, todo el pueblo llevaba su pasaporte, mientras bandas tocaban en vivo y artesanos vendían sus productos en el mercadillo.

El libro de pasaportes que todo peregrino del atún necesita

Había colas interminables en locales como La Taberna (por su “Tosta Rica”), Barbas (con su “Chinatún”) o Bodebar (por su “Bruscheta de atún rojo”).

El plato que superó todas mis expectativas fue el “Atún en el jardín” de Ardente: un tartar con sabores picantes y frutales, acompañado de virutas de piña asada-congelada.

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Uno de mis momentos favoritos fue recolectar sellos en los restaurantes: con 5, podías votar por el mejor plato; con 10, entrabas en un sorteo y recibías una bolsa con sorpresas, incluyendo vino y un desayuno gratis.

El plato ganador, “Espetatum” de Caramba—elegido por los chefs Mikel Landa Aramburu y Cristina Gutiérrez y la artista María Villalón—representará a La Línea en FITUR 2026, demostrando que, con apoyo local, hasta un festival pequeño puede soñar en grande.