Con los precios de la vivienda en la costa alcanzando máximos históricos y el costo de la vida superando lo que una pensión razonable podía permitirse, las costas españolas ya no se perciben como el paraíso asequible de antaño. Muchos de quienes han tenido que cambiar de hogar se han visto alejados del sol, el mar y la arena, tentados por la naturaleza prístina del interior. Así, cambian las vistas al Mediterráneo por imponentes panorámicas de cumbres y valles, donde los costes de alojamiento evocan mucho más los de épocas pasadas.
Uno de los ejemplos más claros de este renacer interior está ocurriendo en Órgiva, un pequeño pueblo de unos 7.000 habitantes enclavado en la dramática comarca de la Alpujarra granadina, donde casi dos tercios de los residentes nacieron en el extranjero o en otra parte de España. En coche, Órgiva está a apenas 40 minutos de la playa de Motril y a una hora de la ciudad de Granada.
Población extranjera revitaliza la España rural
Según cifras del Ayuntamiento de Órgiva, el 26,42% de la población, unas 2.311 personas, es extranjera y representa la asombrosa cifra de 72 países distintos. Otro 38,20% son españoles que se trasladaron desde otras partes del país, por lo que solo el 35,38% son nativos del lugar.
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La comunidad foránea más numerosa es la británica (754 residentes), seguida de la alemana (253), neerlandesa (171), rumana (153), marroquí (138), francesa (124) e italiana (108). La lista se extiende desde Bélgica, Estados Unidos y Suiza hasta nacionalidades mucho menos comunes, como la gambiana, malasia, esrilanquesa o sierraleonesa.
El alcalde, Raúl Orellana, definió al municipio como “uno de los núcleos más multiculturales” de España por su tamaño. “La diversidad es un factor muy significativo a nivel social, económico y cultural”, señaló. “En un mismo espacio conviven distintos idiomas, costumbres, gastronomías y formas de entender el mundo, y eso nos enriquece como municipio y como personas”.
Órgiva, antaño amenazada por la despoblación, se recupera gracias a expatriados
En una región largamente amenazada por la despoblación, la llegada de nuevos residentes se ha convertido en la mejor defensa contra los pueblos vacíos. “La llegada de residentes extranjeros ayuda a Órgiva a mantener, e incluso a incrementar, su población”, explicó Orellana. Además, rejuvenece la pirámide de edad y sostiene servicios y negocios esenciales que dependen de una masa crítica de habitantes.
En Órgiva pueden encontrarse viviendas desde tan solo 43.000 euros (para reformar) hasta pisos amplios por unos 85.000 euros y casas rústicas con terreno desde 100.000 euros. Según Idealista.com, actualmente no hay una gran oferta de alquiler a largo plazo, pero la experiencia indica que en estas localidades es mejor buscar un alquiler temporal primero, ganarse la confianza de los autóctonos y descubrir las mejores propiedades de alquiler a través del boca a boca.
Para muchos jubilados y teletrabajadores europeos desplazados por los precios de la Costa del Sol o Baleares, pueblos como Órgiva ofrecen hoy no solo costos de vivienda muy inferiores, sino también una comunidad internacional ya consolidada, enmarcada en algunos de los paisajes montañosos más espectaculares de Andalucía. Lo que comenzó como una necesidad económica se está convirtiendo rápidamente en una de las recuperaciones demográficas más exitosas y pintorescas de la España rural.