Los residentes de Madrid han rememorado el terror que sintieron cuando un edificio en obras se derrumbó este martes en el centro de la ciudad, segando la vida de cuatro personas y dejando tres heridos.
La tragedia ha avivado las críticas hacia la supervisión del ayuntamiento, y varios colectivos denuncian que las autoridades ignoraron las señales de alarma que se plantearon meses antes del inicio de los trabajos.
El suceso ocurrió alrededor de la una de la tarde, cuando un inmueble de seis plantas situado en la calle Hileras 4, a escasas manzanas de la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, se vino abajo con un estruenso atronador, lo que obligó a los vecinos de los edificios colindantes a desalojar sus hogares.
«Sinceramente, pensé que era una bomba», relató un residente de la zona a The Olive Press. «Oí un rugido ensordecedor y creí que estábamos bajo ataque. Casi me lanzo detrás del sofá parapetándome.»
«Me alegra estar de vuelta en casa, pero aun así no me siento seguro.»
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Miguel Marqués Menéndez, propietario del restaurante El Cogollo de la Descarga, ubicado junto al solar, declaró: «Estaba trabajando cuando sucedió. Sentí un temblor en el suelo y vi el aire llenarse de polvo.»
Miguel Seguí, jefe del Departamento de Bomberos de Madrid, explicó que el colapso había vaciado el edificio por completo, iniciándose el derrumbe en la azotea de la sexta planta y propagándose nivel por nivel hasta el sótano.
En las horas posteriores a la catástrofe, los equipos de rescate se afanaron por salvar a quienes quedaron atrapados bajo los escombros.
Aunque contaron con la ayuda de unidades caninas y drones, los bomberos tardaron más de quince horas en recuperar los cuatro cuerpos de entre los restos.
Los tres trabajadores de la construcción fallecidos, de entre 30 y 50 años, fueron identificados como Dambele, Alfa y Jorge, originarios de Mali, Guinea-Conakri y Ecuador, respectivamente. La cuarta víctima, una arquitecta de 30 años, respondía al nombre de Laura.
De los tres heridos, dos recibieron atención psicológica en el hospital, mientras que el tercero fue trasladado a Urgencias con una pierna fracturada.
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Las autoridades confirmaron que el solar ya no presenta riesgo de derrumbe y que los inquilinos evacuados han podido regresar a sus viviendas. No obstante, un tramo de la calle Hileras permanece acotado y numerosos comercios y restaurantes de los alrededores han cerrado sus puertas.
Marqués Menéndez afirmó: «Los bomberos me han asegurado que puedo reabrir el restaurante con seguridad, pero ¿cómo puedo estar seguro de que no sufrió daños estructurales? Quiero que mi compañía de seguros realice una inspección primero.»
Y añadió: «Aunque pudiera mantenerlo abierto, ¿quién querría venir? ¿Quién desearía cenar junto a un montón de escombros?»
Un camarero de un restaurante vietnamita cercano comentó que el negocio ha decaído de forma alarmante desde el incidente.
«Normalmente, el restaurante se llena hasta los topes en la comida y la cena, pero estos últimos días apenas ha venido nadie. Es muy preocupante», señaló el camarero.
El edificio de Hileras, propiedad del inversor inmobiliario saudí RSR, estaba siendo rehabilitado para convertirlo en un hotel de cuatro estrellas por la promotora madrileña Rehbilita.
El derrumbe ha reavivado las críticas al sistema de control de obras de Madrid, el cual delega en empresas de urbanismo privadas (ECU) la concesión de licencias y la inspección de edificios.
Los activistas argumentan que este sistema privatizado, que permite a las promotoras elegir a sus propios inspectores, está plagado de conflictos de interés.
«Advertimos al ayuntamiento en múltiples ocasiones sobre los peligros de este sistema», afirmó José Ferreira, arquitecto y portavoz del Sindicato de Inquilinas de Madrid. «Pero nos ignoraron. Existen al menos otros dos solares en Madrid actualmente que corren el mismo riesgo.»
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La reforma del edificio de Hileras recibió luz verde en febrero tras una inspección de la empresa privada Ecium, pese a informes previos que alertaban de problemas estructurales en el inmueble.
Aunque el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, manifestó que los canales oficiales no registraron quejas sobre el edificio, prometió una revisión exhaustiva del proceso de aprobación.
A raíz de la tragedia, el Sindicato de Inquilinas de Madrid censuró al consistorio, acusándolo de permitir que las empresas de urbanismo privadas operen con una supervisión mínima o nula.
«Madrid se desploma bajo el peso de un sistema de planeamiento urbanístico privatizado que ya ha empezado a matar», declaró el colectivo en un comunicado.
«Si nada cambia, el próximo derrumbe podría ocurrir en cualquiera de los inmuebles que aún se construyen dentro de este mismo sistema.»
Ferreira puntualizó lo siguiente: «Bajo este sistema, [las promotoras] pueden presentar una solicitud de licencia y comenzar las obras el mismo día. Constituye un conflicto de interés manifiesto. ¿Cómo se supone que las ECU han de mantenerse objetivas?»
Contactada por The Olive Press, Ecium declinó hacer declaraciones, arguyendo que, en su condición de ECU, «no puede comentar asuntos relativos a sus operaciones».
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