El primer ministro de España, Pedro Sánchez, desafía a los partidos de oposición a derribar su gobierno mediante una moción de censura en el Congreso.
En una carta dirigida a los militantes del PSOE, Sánchez afirmó que seguirá luchando contra la corrupción y volvió a pedir disculpas por el caso de Santos Cerdán, exdirigente socialista que dimitió la semana pasada.
Cerdán fue señalado en un informe de la Guardia Civil remitido al Tribunal Supremo por supuestamente intermediar en sobornos para contratos públicos junto al exministro José Luis Ábalos y su antiguo asesor, Koldo García.
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CERDÁN EN EL CONGRESO, JUEVES (Imagen: Cordon Press)
Cerdán niega las acusaciones y asegura ser completamente inocente.
El presidente denunció que las filtraciones del informe están siendo utilizadas de forma selectiva por el Partido Popular (PP) con fines políticos.
«Es reprochable que el contenido de ese informe se haya puesto al servicio de un intento deliberado de la derecha por derrocar a un gobierno legítimo», declaró Sánchez.
Reconoció que «ningún partido está a salvo de la infamia de la corrupción», pero subrayó que la diferencia radica en «cómo se reacciona ante ella».
Sánchez añadió que España cuenta con instituciones que funcionan gracias a una ciudadanía «exigente» y un gobierno «que responde».
También pidió a los militantes del PSOE que, pese a la difícil situación, no «pierdan la perspectiva», asegurando:
«No hay un sistema podrido que deba reformarse políticamente, sino una democracia que se defiende de los casos de corrupción con ley y justicia».
Desafió al PP y a Vox a presentar una moción de censura, exigiendo un «programa coherente y alternativo» para el país, aunque dudó que lo tengan.
«No les une lo que quieren construir, sino lo que pretenden destruir», agregó.
Sánchez afirmó que el PP solo puede ofrecer a España el apoyo de la ultraderecha, algo «incompatible con el progreso, los derechos y las libertades».
Además, descartó convocar elecciones anticipadas, recordando que las próximas están previstas para 2027.
Un factor clave a su favor es el rechazo de partidos regionales, como los de Cataluña y el País Vasco, a un gobierno del PP, lo que les llevaría probablemente a respaldar el statu quo en una votación de censura.