El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, conversa con otros líderes europeos durante una sesión de trabajo del Consejo. Crédito: EU Pool. Bruselas (Bélgica).
El Ayuntamiento de Palma ha declarado formalmente persona non grata al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras una moción impulsada por Vox y respaldada por el Partido Popular (PP), una decisión que ha suscitado duras críticas de todos los partidos de izquierdas. La propuesta fue aprobada en una tensa sesión plenaria celebrada el jueves 18 de diciembre, marcada por acalorados intercambios y acusaciones de teatro político. Los representantes socialistas tacharon la iniciativa de «vergonzosa y bochornosa», advirtiendo de que supone una peligrosa escalada en la confrontación institucional.
Un gesto simbólico sin consecuencias legales
Pese al lenguaje contundente empleado en el debate, la declaración carece de efectos jurídicos o administrativos. Las mociones municipales de este tipo no impiden que una persona entre en la ciudad o desempeñe sus funciones oficiales. No obstante, estas iniciativas se han utilizado cada vez más como herramientas de presión política y señalización pública en el actual clima de alta polarización en España. En este contexto, la votación en Palma se interpreta mayoritariamente como un acto simbólico más que como una medida con implicaciones prácticas.
Vox acusa al presidente de corrupción y desprecio
La moción fue defendida por el portavoz de Vox, Fulgencio Coll, quien acusó a Sánchez de lo que denominó «corrupción esférica» y alegó un «desprecio» sistemático hacia la capital balear. Coll argumentó que la declaración estaba justificada como forma de expresar el descontento ciudadano con el Gobierno central, afirmando que refleja la voluntad de «la mayoría de los españoles» que, en su opinión, desean que Sánchez dimita. Estas afirmaciones contrastan con las últimas encuestas del CIS, que siguen situando a Sánchez como el líder político nacional mejor valorado.
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El PP apoya la moción por razones morales
Respaldando la propuesta de Vox, el portavoz adjunto del gobierno municipal, Llorenç Bauzà (PP), insistió en que había «razones más que suficientes» para apoyar la declaración. Sostuvo que la moción no era un ataque a la institución de la presidencia del Gobierno, sino una condena a Sánchez como individuo. Según Bauzà, el texto censura a alguien que ha «traspasado todos los límites morales y, quizá, también los legales», enmarcando la votación como una cuestión de responsabilidad ética y no de maniobra partidista.
Los socialistas advierten de un ataque directo a la democracia
Desde la oposición, el portavoz del PSIB-PSOE, Xisco Ducrós, formuló una de las réplicas más enérgicas, advirtiendo de que la moción constituye «un ataque directo a la democracia». Subrayó que Sánchez fue elegido mediante procesos parlamentarios legítimos y que un ayuntamiento carece de autoridad para cuestionar esa legitimidad. Ducrós acusó al PP y a Vox de mostrar escaso interés en resolver los problemas reales de la ciudadanía y de socavar repetidamente las normas democráticas para obtener rédito político.
La izquierda denuncia polarización y espectáculo político
Unidas Podemos y Més per Palma también rechazaron la iniciativa, arguyendo que desvía la atención de los urgentes problemas sociales y económicos de los vecinos. Neus Truyol, portavoz del grupo eco-soberanista Més, afirmó que su partido no iba a «participar en el espectáculo montado por Vox y el PP». Por su parte, la concejala de Unidas Podemos, Lucía Muñoz, criticó la moción por intentar «avivar tensiones y provocar conflicto partidista» en lugar de fomentar un debate constructivo.
Una enmienda fallida contra el primer ministro israelí
Muñoz añadió que declaraciones de este tipo solo deberían emplearse en casos que impliquen graves preocupaciones morales o de derechos humanos. Con ese fundamento, Unidas Podemos presentó una enmienda proponiendo declarar persona non grata al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y a su gobierno, citando presuntas violaciones de derechos humanos. Calificó la enmienda de «respuesta ética y responsable», en contraste con lo que denominó el «gesto vacío» de Vox. La enmienda, sin embargo, fue rechazada por el pleno.
Una votación que ahonda las divisiones políticas
Aunque carece de valor jurídico, la declaración de Palma ha reforzado las líneas de fractura política existentes y ha subrayado el creciente uso de mociones simbólicas como armas en las batallas institucionales españolas. Para sus críticos, la medida ejemplifica la erosión del respeto democrático; para sus impulsores, es una declaración de protesta. En cualquier caso, el episodio pone de relieve la intensidad del clima político actual en España y los desafíos para restaurar el consenso a nivel local y nacional.
