Ola de calor provoca el cierre de centrales nucleares en Europa

El aumento de la temperatura de los ríos está obligando a apagar centrales nucleares. Crédito: Wolfgang Weiser de Pexels via Canva.com

Para el verano de 2025, las temperaturas en Europa alcanzaron niveles tan altos que dos centrales nucleares —una en Francia y otra en Suiza— tuvieron que desconectarse. No por fallos técnicos ni escasez de agua, sino simplemente porque los ríos que las refrigeraban estaban demasiado cálidos para usarse con seguridad.

Parece extraño —casi ilógico—, pero sí: una central puede sobrecalentarse cuando el río que debería enfriarla se calienta demasiado. Lo ocurrido en Francia y Suiza está cambiando las reglas sobre dónde y cómo producimos energía. Esto pasa cuando el sistema en el que confiamos para soluciones climáticas empieza a tambalearse bajo el peso del propio clima.

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Demasiado calientes para enfriar: cuando los ríos se vuelven un riesgo

En julio, los ingenieros de la planta de Golfech, al sur de Francia, no tuvieron más remedio que apagarla. El río Garona superó los 28°C, el límite legal para extraer agua de refrigeración, e incluso el agua marina dejó de ser segura.

En Suiza, las empresas operadoras enfrentaron el mismo dilema, con temperaturas superiores a 25°C durante días, lo que llevó al cese gradual de operaciones. La mayoría de las centrales nucleares necesitan agua fría para mantener los reactores en márgenes seguros.

El sistema es simple: se extrae agua de un río cercano, se usa para refrigerar y se devuelve río abajo ligeramente más cálida.

Pero si el río ya está caliente, incluso un pequeño aumento puede desequilibrar los ecosistemas —y volver las operaciones riesgosas en poco tiempo.

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No es la primera vez, pero ahora es más frecuente.

Algo parecido ocurrió en 2018. Olas de calor obligaron a desconectar plantas en Francia, Suecia y Alemania —y ahora parece menos una excepción. Un año después, se repitió. Las centrales francesas refrigeradas por el Ródano y el Rin redujeron su producción para no sobrecalentar los ríos.

En 2022, Francia ya lidiaaba con retrasos en el mantenimiento de sus reactores envejecidos. Durante las olas de calor de julio y agosto, cinco plantas recibieron permisos de emergencia para operar pese a superar los límites térmicos, algo que los reguladores calificaron de último recurso por necesidad pública.

En 2025, Suiza aprendió del pasado tras los 25°C, mientras Francia aún debatía las exenciones del 2022. La ciencia no ha cambiado; el clima sí, y las consecuencias son mayores. Esto ya es parte de una rutina estacional, discutida junto a alertas de incendios y restricciones hídricas.

La diferencia es que la energía no se quema; se desvanece en silencio. Cuando grandes cantidades alcanzan infraestructuras diseñadas para un clima más fresco.

La energía verde necesita protección climática

Si el cambio climático redefine las estaciones, los sistemas construidos décadas atrás —incluso los pensados para combatirlo— deberán evolucionar.

Para rediseñar infraestructuras y actualizar premisas, debemos prepararnos para un futuro energético no solo libre de carbono, sino resistente al clima. Si suben las temperaturas marinas, pueden comprometer las centrales. El problema no es solo el plan, sino cómo hemos pospuesto su rediseño.

Tags: Crisis energética por ola de calor, Apagones nucleares
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