Oculto a simple vista: Cómo la tecnología hospitalaria existente puede prevenir la violencia en el lugar de trabajo.

Durante las últimas décadas, la violencia contra los trabajadores de la salud ha surgido como un desafío generalizado en el ámbito de la salud. A pesar de un mayor conocimiento, los entornos hospitalarios siguen siendo de los lugares de trabajo más peligrosos en el país. Según los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU., los trabajadores del sector de la salud y la asistencia social sufren lesiones intencionales casi 5 veces más que el trabajador promedio en EE. UU. (14.2 por cada 10,000 comparado con 2.9 por cada 10,000 en todos los sectores industriales).

Lo que solía ser considerado un riesgo laboral ocasional ha evolucionado hacia una crisis sistémica, alcanzando niveles sin precedentes durante la pandemia de Covid-19, cuando los trabajadores de la salud se enfrentaron no solo a un virus mortal, sino también a una creciente hostilidad por parte del público al que servían. Tragedias recientes en Florida y Pennsylvania, donde los trabajadores de la salud sufrieron lesiones graves e incluso fallecimientos, han vuelto a poner este problema urgente en el centro de atención nacional, exigiendo una acción significativa más allá del mero reconocimiento.

La persistencia de este problema señala la necesidad de enfoques innovadores que aprovechen la tecnología existente de nuevas formas. Mientras muchos hospitales han invertido en medidas de seguridad como botones de pánico y personal de seguridad, estas soluciones reactivas a menudo no logran prevenir la violencia antes de que ocurra. Se necesita una estrategia más proactiva, una que pueda anticipar e intervenir ante los primeros signos de violencia potencial.

Reutilización de la tecnología virtual existente para la prevención de la violencia

Muchos hospitales ya han invertido en sistemas de enfermería virtual y de observación virtual de pacientes (VPO) para mejorar la seguridad de los pacientes y optimizar los flujos clínicos. Estos mismos sistemas se pueden reutilizar de manera efectiva para abordar la violencia en el lugar de trabajo con mínimas modificaciones o inversiones adicionales.

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A diferencia de los botones de pánico, que requieren que el trabajador de la salud tenga las manos libres y la presencia de ánimo para activarlos durante una crisis, los sistemas de VPO brindan monitoreo continuo que puede detectar problemas antes de que escalen a violencia. En ataques repentinos como el incidente reciente en Florida, donde el asalto ocurrió sin previo aviso y no se tuvo tiempo de reaccionar, las medidas de seguridad reactivas tradicionales ofrecen poca protección.

Las ventajas de VPO sobre las medidas de seguridad tradicionales incluyen:

– Monitoreo continuo sin requerir que el personal esté físicamente presente en situaciones potencialmente peligrosas
– Detección temprana de comportamientos escalonados a través de monitoreo visual y auditivo
– Capacidades de alerta inmediata que pueden llamar a seguridad antes de que ocurra violencia física
– Documentación de incidentes para revisiones posteriores, entrenamiento y posibles procedimientos legales
– Posibilidades de desescalada remota a través de funciones de comunicación bidireccional

Hospitales que ya han implementado estos sistemas para la seguridad de los pacientes pueden ampliar su utilización con una capacitación enfocada en protocolos de prevención de violencia. Las plataformas de enfermería virtual, en particular, ofrecen ventajas adicionales ya que están dirigidas por profesionales clínicos experimentados que están capacitados para reconocer cambios sutiles en el comportamiento de los pacientes y pueden brindar intervención temprana durante situaciones escalonadas.

El imperativo económico para la prevención de la violencia

Más allá del costo humano, la violencia en el lugar de trabajo conlleva consecuencias económicas significativas para las instituciones de salud. Abordar este problema a través de la tecnología virtual representa no solo un imperativo ético, sino también financiero.

Según el Informe Nacional de Retención de Personal de Salud y de Personal de Enfermería de 2024, el costo promedio de rotación de una enfermera de cabecera es de $56,300. Esto significa que el hospital promedio pierde entre $3.9 millones y $5.8 millones anualmente debido a la rotación.

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Cuando las enfermeras y otros trabajadores de la salud abandonan sus puestos debido a la violencia o el temor a la violencia, las instituciones enfrentan múltiples costos:

– Costos directos de reemplazo para el personal que se ha ido
– Aumento de horas extras para el personal restante
– Gastos de capacitación para nuevas contrataciones
– Disminución de la productividad durante las transiciones
– Posibles costos legales derivados de incidentes de violencia en el lugar de trabajo
– Reclamos de compensación laboral por parte del personal lesionado
– Aumento de las primas de seguros

Más allá de estos costos tangibles, la violencia en el lugar de trabajo crea cargas psicológicas que contribuyen al agotamiento y disminuyen la calidad de la atención al paciente. Al prevenir la violencia a través de sistemas de VPO, los hospitales pueden reducir significativamente estos drenajes financieros mientras crean entornos más seguros tanto para el personal como para los pacientes.

Innovaciones futuras: Prevención de la violencia mejorada con IA

Si bien el enfoque inmediato debería ser maximizar los sistemas de monitoreo virtual existentes, estas tecnologías continúan evolucionando de maneras que podrían mejorar aún más la seguridad en el lugar de trabajo. La base construida hoy a través de la implementación estratégica de los sistemas actuales de VPO y enfermería virtual crea un camino para capacidades adicionales a medida que avanza la tecnología.

En el futuro, es probable que las tecnologías de monitoreo se vuelvan más sofisticadas en su capacidad para identificar amenazas potenciales. Los desarrollos emergentes en IA y reconocimiento de patrones podrían eventualmente ayudar a las instalaciones de salud a anticipar mejor situaciones escalonadas. De manera similar, los avances en sistemas de comunicación podrían permitir una coordinación de respuesta más rápida cuando ocurran incidentes.

El punto esencial sigue siendo que las instituciones de salud no necesitan esperar a futuras innovaciones para abordar el urgente problema de la violencia en el lugar de trabajo. La tecnología actual, cuando se implementa y utiliza adecuadamente con protocolos de prevención de violencia, ya ofrece una protección significativa que en su mayoría no se aprovecha. Al centrarse primero en maximizar las capacidades existentes: capacitando al personal de monitoreo para reconocer signos de advertencia, desarrollando protocolos claros de respuesta y ampliando la cobertura a áreas vulnerables, las organizaciones de salud pueden avanzar de inmediato en la creación de entornos más seguros.

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La estrategia más efectiva de prevención de la violencia siempre combinará la tecnología con una capacitación adecuada, políticas claras y un compromiso institucional con la seguridad del personal. Comenzar con las herramientas ya disponibles proporciona tanto protección inmediata como prepara a las instituciones para incorporar mejoras a medida que surjan.

De la retrospectiva a la previsión: Protegiendo el futuro de la salud

La violencia en el lugar de trabajo de la salud no es inevitable. Con la tecnología existente, la implementación estratégica y el compromiso institucional, los hospitales pueden reducir drásticamente el riesgo para su personal.

Como líderes de la salud, tenemos tanto una obligación ética como un incentivo financiero para proteger a aquellos que dedican sus vidas a sanar a otros. La observación virtual de pacientes y la tecnología de enfermería virtual representan una de nuestras herramientas más poderosas y fácilmente disponibles en este esfuerzo.

Los recientes eventos trágicos en Florida y Pennsylvania deberían servir como catalizadores para implementar estrategias integrales de prevención de la violencia que incluyan soluciones de monitoreo virtual. Nuestros trabajadores de la salud merecen nada menos que entornos donde puedan centrarse en la atención al paciente sin temor por su propia seguridad.

La tecnología existe. El caso económico es claro. La única pregunta que queda es si las instituciones de salud actuarán antes de que más profesionales dedicados se conviertan en víctimas de violencia evitable.