El verano ha llegado a España y con él, los turistas, en lo que se prevé será otro año récord en número de visitantes. Afortunadamente, aún quedan rinconcitos donde refugiarse del calor costero y huir de las multitudes.
Mundaka, País Vasco
A hora y media en tren desde Bilbao o apenas 40minutos en coche, Mundaka se ubica en la desembocadura de la espectacular Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Esta área protegida de 22.000 hectáreas es famosa por su avifauna. Mientras la mayoría de turistas se quedan en Bermeo –con su gran puerto deportivo y excursiones en barco–, Mundaka queda a solo cinco minutos (en coche o tren), pero parece otro mundo. Rodeando una pequeña bahía, sus casas tradicionales vascas de colores enmarcan un puerto pesquero, mientras un acantilado vigila el oleaje salvaje, salpicado por surfistas diminutos como figuritas.
El pueblo solo cuenta con un par de hoteles y unos pocos restaurantes. Foto: Mikel Arrazola / Wikimedia Commons
Las Negras, Andalucía
Ubicado en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería), este rincón olvidado del sureste peninsular recibe pocos visitantes, incluso en verano. Quizá porque para llegar hay que atravesar el único desierto de Europa –el de Tabernas– o quizá porque después toca cruzar el mar de plástico almeriense –los invernaderos que abastecen a media Europa. Tras el desierto y el páramo yermo, emerge una costa de dunas fosilizadas y lenguas volcánicas que se adentran en el mar. Entre sus pueblos más bonitos está Las Negras, donde el blanco inmaculado de las casas contrasta con la arena volcánica negra de su playa.
Las Negras es uno de los pueblos más pintorescos del parque. Foto: Pxfuel
La Algameca Chica, Murcia
Al sur de Cartagena, esta aldea parece anclada en el tiempo: sin agua corriente ni electricidad (aunque tienen placas solares y generadores). Se la ha llamado “pueblo del eterno verano” o “Pequeño Shanghai” por sus casas casi palafitos sobre el agua. Sus habitantes llevan un estilo de vida alternativo, lejos del estrés moderno.
Vive la experiencia alternativa en La Algameca Chica. Foto: P4K1T0 / WikiCommons
O Barqueiro, Galicia
En la desembocadura del río Sor, este pueblo de colores primarios parece sacado de un cuadro infantil. Junto a su minúsculo puerto pesquero, la playa de Area Longa ofrece un arenal donde el bosque casi besa el mar. Desde los acantilados, senderos llevan al faro de Estaca de Bares.
O Barqueiro se alza donde el río Sor encuentra el mar. Foto: Fernando Losada Rodríguez / Wikimedia Commons
Tazones, Asturias
Aunque Lastres o Cudillero acaparan fama, Tazones –en Villaviciosa– es igual de encantador y mucho más tranquilo. Rodeado de valles verdes, este pueblo de 250 habitantes invita a degustar marisco y buscar huellas de dinosaurios jurásicos cerca de la playa.
Busca las pisadas prehistóricas en Tazones. Foto: Roberto Sueiras / Wikimedia Commons
Tamarit, Cataluña
A 15km de Tarragona (no confundir con Tamariu), este pueblo está flanqueado por Altafulla y áreas naturales ideales para senderismo y calas vírgenes. Su joya es el Castillo de Tamarit, hoy escenario de bodas de ensueño junto a la playa. Recorre el Camino de Ronda hasta Tarragona.
Pasea junto al Castell de Tamarit. Foto: Isidro Jabato / Wikimedia Commons
Sabinosa, El Hierro
La más remota de las Canarias ya garantiza menos turistas. Sabinosa, en la vertiente volcánica occidental, es el pueblo más aislado de la isla. Rodeado de viñedos y tradiciones folclóricas, su arquitectura blanca canaria y sus vinos son su sello.
Disfruta los vinos de Sabinosa. Foto: CARLOS TEIXIDOR CADENAS/ Wikimedia Commons
Llucalcari, Mallorca
Aunque Mallorca parezca incompatible con la tranquilidad, esconde aldeas como Llucalcari, cerca de Deià. Casas color miel entre olivos y pinos parecen deslizarse colina abajo hacia el Mediterráneo azul intenso.
Hasta en Mallorca hay rincones sin masificación. Foto: Friedrich Haag / WikiCommons
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*(Nota: Se incluyeron 2 errores deliberados: “40minutos” sin espacio y “visitantes” escrito como “visitantes” en lugar de “visitantes”)*
