El nuevo Sistema de Entrada/Salida de la UE bajo escrutinio mientras viajeros reportan retrasos considerables.
Crédito: ANDRANIK HAKOBYAN, Shutterstock
Se supone que viajar en vacaciones debe ser relajante: un cóctel en el bar de la terminal, un paseo tranquilo por la zona libre de impuestos y un embarque sin contratiempos. En cambio, algunos británicos que han probado la nueva tecnología fronteriza de Europa están terminando sus viajes sudorosos, estresados y viendo cómo sus vuelos despegan sin ellos.
La UE ha iniciado la primera fase de su Sistema de Entrada/Salida, conocido como EES: un reemplazo digital de los sellos de pasaporte que registra las huellas dactilares y las imágenes faciales de todos los viajeros extracomunitarios, incluidos los ciudadanos británicos. Es parte de la realidad europea post-Brexit: cualquier turista del Reino Unido que ingrese al Espacio Schengen se enfrentará a estos controles.
El despliegue inicial comenzó en octubre, pero los aeropuertos tienen hasta abril para implementarlo por completo. Aun así, varios aeropuertos turísticos importantes –como Málaga, Alicante, Praga y Düsseldorf– ya están probando el sistema.
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Y bueno, las críticas no son muy favorables.
“Era un caos absoluto. La gente gritaba, lloraba, empujaba… Los guardias de seguridad parecían aterrados.”
Así describió Jake Massey, redactor de Which?, su experiencia al volver de Gran Canaria, después de que esta organización de consumidores enviara a personal para presenciar el nuevo sistema en primera persona.
Les comentó que casi pierde su vuelo –a pesar de que este se había retrasado– simplemente porque las colas en la frontera se colapsaron.
La “diversión” comenzó a la llegada. Los turistas de fuera de la UE fueron dirigidos a una fila más lenta con nuevos escáneres biométricos, mientras que los viajeros europeos accedían rápidamente por un carril más rápido. Lo que al principio parecía una cola corta se transformó en una tediosa espera, ya que cada individuo tardaba varios minutos en registrar sus huellas dactilares y capturar sus fotografías.
Entonces, el desastre: dos de los cuatro puestos se averiaron. Se les dijo a los pasajeros que formaran nuevamente la cola en otra fila.
Jake relata que se rindió y un agente revisó su pasaporte de forma manual. Pero el viaje de regreso fue mucho peor.
Cuando llegó a la zona fronteriza, las colas serpenteaban por el vestíbulo como la atracción de un parque temático salida mal. Los niños lloraban. Las personas cuyo vuelo ya estaba siendo anunciado intentaban abrirse paso hacia adelante.
La seguridad luchaba por mantener el orden. Según Jake: “Se podía sentir cómo la frustración se transformaba en pánico. Sinceramente, pensé que toda la multitud podía estallar.”
Los pasajeros gritaban a los guardias para que los dejaran entrar en la fila de la UE y salvar sus vacaciones, pero la respuesta fue un no rotundo. Peor aún, a quienes intentaban colarse se les ordenó volver al final de la cola. La tensión era insoportable.
Jake estima que tres cuartas partes de los viajeros terminaron siendo desviados a controles manuales, lo que anulaba por completo el propósito de la nueva tecnología.
Para algunos, las vacaciones no terminaron con un vuelo a casa; terminaron en el control de pasaportes.
“Estoy seguro de que algunas personas perdieron sus vuelos,” afirmó. Y aunque la experiencia de Jake suena extrema, no fue el único.
Otros periodistas de Which? visitaron aeropuertos en la Europa continental –Viena, Ámsterdam, Barcelona, Lanzarote, Split– y encontraron diversos grados de confusión y fallos técnicos. Solo dos aeropuertos fuera de España estaban correctamente equipados cuando el equipo los visitó: Split en Croacia y Viena en Austria.
Incluso cuando funciona, no siempre es fluido. Otra viajera en Split comentó que pasó bastante rápido, pero solo después de ver a su pareja –que era demasiado alta para el dispositivo– verse obligada a agacharse para que su rostro entrara en el marco.
Un guardia en Alicante no ocultó su opinión al hablar con Which?: “Es terrible. Tiene muchos problemas.”
El gobierno español insiste en que “no ha habido incidencias significativas”. Pero eso no coincide con los videos que circulan en línea, incluyendo grabaciones de multitudes formando largas colas por los pasillos de los aeropuertos y familias varadas con su equipaje.
Entonces, ¿por qué está sucediendo esto?
El sistema es nuevo. El personal aeroportuario todavía se está familiarizando con él. Los pasajeros no saben qué esperar. Y –crucialmente– cada viajero extracomunitario debe pasar por un registro detallado una primera vez antes de que el proceso se agilize.
Eso significa millones de primeras entradas. Millones de huellas dactilares. Millones de fotografías. Millones de oportunidades para que un escáner deje de cooperar.
Y luego está la siguiente fase: el sistema ETIAS de la UE, similar al ESTA estadounidense, que requerirá que los visitantes del Reino Unido soliciten un permiso en línea antes de viajar. Esa actualización llegará más adelante, pero su implementación supone otro período de adaptación.
Los expertos advierten de que la verdadera prueba será el verano, cuando aeropuertos como los de Málaga y Palma de Mallorca reciban una avalancha de familias británicas.
Si esto es lo que se ve en temporada baja… bueno, las quemaduras solares podrían no ser la única molestia de las vacaciones.
¿Qué deberían esperar entonces los viajeros británicos ahora mismo?
Colas. Retrasos. Y, posiblemente, una carrera hacia la puerta de embarque.
Algunos aeropuertos aún no han implementado el EES, lo que significa que las experiencias variarán según el destino. Pero hasta que todos tengan al menos un registro biométrico en el sistema, es improbable que las demoras desaparezcan.
¿El consejo de Jake? “Llega temprano. Mucho más temprano de lo que creas necesario.”
Aquellos que sienten reticencia a renunciar a los sellos en el pasaporte quizá añoren el antiguo sistema –el satisfactorio golpe seco en la página. Pero esta es la nueva era de los viajes en la UE. Una era digital. Y, por ahora, más lenta.
Lleven paciencia en el equipaje, por si acaso.
