Rusia ha acojido con beneplácito la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. de Donald Trump, calificándola como “en gran medida consistente” con la visión de Moscú.
El documento de 33 páginas, presentado por la administración estadounidense la semana pasada, sugiere que Europa enfrenta un “borrado civilizatorio” y no presenta a Rusia como una amenaza para EE.UU.
Combatir la influencia extranjera, terminar con la migración masiva y rechazar la percibida práctica de “censura” de la UE se mencionan como otras prioridades en el informe.
Varios funcionarios y analistas de la UE habían rechazado la estrategia, cuestionando su enfoque en la libertad de expresión y comparándola con el lenguaje usado por el Kremlin.
“Los ajustes que estamos viendo… son en gran medida consistentes con nuestra visión,” dijo el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, en una entrevista publicada por la agencia de noticias estatal rusa TASS el domingo.
“Consideramos esto un paso positivo,” añadió, diciendo que Moscú continuaría analizando el documento antes de sacar conclusiones firmes.
La estrategia adopta un lenguaje más suave hacia Rusia, lo que preocupa a funcionarios europeos porque podría debilitar su respuesta a Moscú para terminar la guerra.
En el documento, se culpa a la UE de bloquear los esfuerzos de EE.UU. para acabar el conflicto y dice que EE.UU. debe “reestablecer la estabilidad estratégica con Rusia”, lo que “estabilizaría las economías europeas”.
Parece respaldar los esfuerzos para influir en la política del continente, señalando que la política estadounidense debe priorizar la “resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de las naciones europeas”.
El nuevo informe también aboga por la restauración de la “identidad occidental”, y afirma que Europa será “irreconocible en 20 años o menos” y que sus problemas económicos están “eclipsados por la perspectiva real y más cruda del borrado civilizatorio”.
“Está lejos de ser obvio si ciertos países europeos tendrán economías y ejércitos lo suficientemente fuertes para seguir siendo aliados confiables,” afirma el documento.
En marcado contraste, el documento celebra la influencia de los “partidos patrióticos europeos” y dice que “América alienta a sus aliados políticos en Europa a promover este renacimiento del espíritu”.
Mientras la UE participa en conversaciones en curso con la administración Trump para establecer un acuerdo de paz en Ucrania, algunos funcionarios enfatizaron su relación duradera con EE.UU., aunque plantearon “dudas” sobre el documento.
“EE.UU. seguirá siendo nuestro aliado más importante en la alianza [de la OTAN]. Sin embargo, esta alianza se centra en abordar temas de política de seguridad,” dijo el ministro de Exteriores alemán, Wadephul, el viernes.
“Creo que las cuestiones de libertad de expresión o la organización de nuestras sociedades libres no pertenecen [a la estrategia], en todo caso al menos cuando se trata de Alemania,” añadió.
Pero el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un grupo de reflexión, afirmó que el documento “se sitúa a la derecha de la extrema derecha.”
“Su lenguaje es uno que solo se encuentra saliendo de algunas mentes bizarras del Kremlin,” escribió en redes sociales el copresidente del ECFR y ex primer ministro sueco, Carl Bildt.
EE.UU. se ha estado acercando al partido de ultraderecha AfD en Alemania, clasificado como de extrema derecha por los servicios de inteligencia alemanes.
Promoviendo un mensaje de “América primero”, la estrategia dice que EE.UU. pretende interceptar presuntos barcos narcotraficantes en el Mar Caribe y el Océano Pacífico oriental, considerando posible acción militar en Venezuela.
EE.UU. también pide un aumento del gasto en defensa a Japón, Corea del Sur, Australia y Taiwán.
Los demócratas en el Congreso advirtieron que el documento podría dañar gravemente las relaciones exteriores de EE.UU.
El representante Jason Crow de Colorado, miembro de los comités de la Cámara que supervisan inteligencia y las fuerzas armadas, calificó la estrategia de “catastrófica para la posición de América en el mundo”.
El representante por Nueva York, Gregory Meeks, dijo que “desecha décadas de liderazgo estadounidense basado en valores.”