Nostalgia por una Mallorca rural transformada, aunque nadie querría revivir tiempos de “miseria absoluta”

Según explica el geógrafo y escritor Climent Picornell, el concepto de ‘Mallorca profunda’ fue una invención de los palmesanos para referirse a la Mallorca antaño rural. Las localidades asociadas con esta etiqueta se hallan en el interior de la isla —Lloret de Vistalegre, Montuïri o Petra, por ejemplo—. Si bien la vida rural evidentemente perdura en estos pueblos y villas que conforman esa Mallorca honda, Picornell afirma: “Ya no es exactamente así. Se ha producido una transformación profunda”.

El propio Picornell reside en uno de estos lugares, Sant Joan, donde tendrá lugar una de las tres presentaciones de su último libro, ‘Paisatges minvants’. En esta obra analiza la Mallorca profunda, y admite que el resultado ha sido más nostálgico de lo que pretendía en un principio.

“No era mi intención escribir un libro alarmista. Lo que vemos ahora no es un desastre, pero están esas grandes villas construidas por extranjeros y las pequeñas parcelas con caravanas y piscinas de plástico. Los nuevos habitantes se quejan de los olores que desprenden las explotaciones agrarias, de los cencerros, del repique de las campanas.

Señala un interior rural que ha experimentado un cambio demográfico. “Maguberíes que trabajan en el campo o en la construcción, sudamericanos que cuidan de nuestros mayores y nórdicos adinerados. También llegan parejas jóvenes mallorquinas, más con perros que con hijos, intentando alquilar una vivienda. Comprarla es impensable. El cambio no es sólo demográfico, sino también cultural, con distintas maneras de ver el mundo, aunque se respeten las tradiciones locales.”

Considera que el concepto de Mallorca profunda está perdiendo todo su sentido. No obstante, acepta que aún existe una masa crítica que mantiene tradiciones y costumbres, así como una lengua más viva que en Palma o en las zonas costeras. “Es cierto que hay gente joven que mantiene viva la llama de la cultura. Los pueblos del interior se están convirtiendo en verdaderos baluartes de la cultura mallorquina, y lo mejor es que mantienen la voluntad y la determinación de serlo.”

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Sostiene que el cambio ha sido propiciado indirectamente por el turismo. “Las segundas residencias y los hoteles de interior proliferan, síntoma de una actividad que ya no es exclusiva de la costa y se ha extendido por toda la isla. Ahora bien, este turismo del interior nada tiene que ver con los apartamentos turísticos de Palma —los ilegales—. Éstos sustraen viviendas del mercado, contribuyen a encarecer los precios y generan conflictividad vecinal.

Puede que en su libro haya nostalgia, pero hay cosas que no echa de menos, como el corrupto poder del caciquismo. “Los muy ancianos quizá añoren ciertas cosas, pero la mayoría no desearía por nada revivir aquellos tiempos de penurias y escasez, a veces de miseria absoluta.”