En Mallorca se ha constituido un nuevo partido político que, al parecer, no hará sino añadir más leña al debate sobre los residentes extranjeros y el turismo. «Ser mallorquín no se hereda, no viene de nombres y apellidos, hay que ganárselo respetando nuestra identidad e intereses», declaró Joan Serra, coordinador del PI, que el viernes fusionó oficialmente su proyecto con SOM Mallorca, liderado por el exdirigente de ERC en Baleares, Joan Lladó. «Aquí no cabe más gente», añadió el líder regionalista entre los aplausos del público durante la presentación de la Coalició Per Mallorca, celebrada en el centro de Palma.
El PI, una formación que durante años optó por un discurso moderado —lo que le ha supuesto una pérdida de representación elección tras elección—, ha buscado una nueva salida. «Hasta hace poco era un mallorquín moderado, tranquilo, conformista, pero hoy, ante todos, me declaro radicalmente mallorquín», confesó el presidente del partido, Toni Gili.
A favor del autogobierno, con vocación insularista, pragmatismo al margen de la izquierda y la derecha, y defensores de la pluralidad de identidades, aunque con la mallorquina en el centro. Así han definido sus promotores esta nueva aventura política con la que aspiran a gobernar en los ayuntamientos, en el Consell de Mallorca y en el Govern. «Somos un proyecto que quiere romper con Madrid, acabar con los títeres», agregó Gili.
«Querrán ubicarnos en la derecha o en la izquerda, según les convenga para que no les disputemos el espacio, pero nuestro foco es Mallorca», señalaron sus dirigentes, quienes han incidido en la identidad mallorquina como elemento de cohesión para cambiar el modelo económico excesivamente dependiente del turismo. «No se puede crecer indefinidamente», comentó Joan Lladó, poco antes de lanzar un mensaje dirigido a seducir a los residentes: «Si alguien quiere ayudas, deberá llevar quince años viviendo aquí. Estamos en un momento de emergencia y eso sería justo. Quienes llevan décadas cotizando y han estructurado este territorio deberían poder acceder a esos beneficios».
Lladó abundó en su oposición a más inmigración: «Un veintiocho por ciento de los mallorquines han nacido en el extrangero, y en geografía humana se dice que cuando esta cifra supera el veinte por ciento, hay un reemplazo. Se están creando guetos por toda Mallorca. Y esto es ciencia», afirmó, reiterando que negar esta situación y no alcanzar el poder político supondrá «dejar de existir como mallorquines». De hecho, criticó a los «buenistas irresponsables de la izquierda» por su gestión de la «bomba demográfica» que ha traído «culturas muy distintas a la nuestra y algunas religiones que nos retrotraen».