El Parlamento de Portugal, en una votación histórica el 17 de octubre, aprobó una ley sumamente controvertida que prohíbe los velos faciales como los burkas y los niqabs en espacios públicos, estableciendo multas de hasta 4000 euros por su incumplimiento.
La medida, impulsada por el partido Chega, se dirige a las prendas utilizadas por motivos de “género o religión”, presentándola como una salvaguarda para los derechos de la mujer y la seguridad pública. Mientras que sus defensores la aplauden como un avance hacia la igualdad, los críticos la tachan de discriminatoria contra la reducida minoría musulmana del país.
Multas por llevar burka o niqab en Portugal: de 200 a 400 euros
El projeto de lei n.º 47/XVII/1.ª prohíbe de forma explícita “la indumentaria destinada a ocultar u obstruir el rostro” en calles, comercios, hospitales y transportes, con excepciones por necesidades sanitarias, obligaciones profesionales, eventos artísticos, condiciones meteorológicas, lugares de culto, aviones o sedes diplomáticas. Las sanciones pueden ir desde 200 a 2000 euros por negligencia hasta 400 a 4000 por infracciones intencionadas, y forzar a alguien a cubrirse el rostro podría acarrear hasta tres años de prisión. André Ventura, líder de Chega, calificó la aprobación como un “día histórico para la democracia”, argumentando que “quien llegue a Portugal debe respetar nuestras costumbres y valores”.
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Respaldada por sus aliados de centroderecha PSD, Iniciativa Liberal (IL) y CDS-PP, la ley fue aprobada en términos generales y ahora pasa a la Comissão de Assuntos Constitucionais para su revisión, a la espera del assentimiento presidencial de Marcelo Rebelo de Sousa, quien podría vetarla o remitirla al Tribunal Constitucional. Los partidos PS, BE, PCP y Livre se opusieron, advirtiendo el diputado socialista Pedro Delgado Alves de que arriesga “dirigir el odio” hacia los musulmanes y podría confinar a las mujeres veladas en sus hogares.
Portugal se une así a una creciente lista de naciones europeas que aplican estas prohibiciones, como Francia (2011) con multas de 150 euros y Bélgica (2011), donde las penalizaciones son similares a las portuguesas. No obstante, dado que los musulmanes constituyen solo un 0,4% de los 10,3 millones de habitantes de Portugal —aproximadamente 65.000 personas— y, según líderes comunitarios, los velos integrales son “extremadamente raros”, la medida parece ser más simbólica que otra cosa.
Las reacciones han puesto de manifiesto la división política. Andreia Neto, diputada del PSD, recalcó: “Este es un debate sobre la igualdad entre hombres y mujeres. Ninguna mujer debe ser obligada a cubrirse el rostro”. Por el contrario, David Munir, imán de la Mezquita Central de Lisboa, la tildó de “ataque velado a los inmigrantes”, sugiriendo que pocas mujeres musulmanas portuguesas llevan burka voluntariamente. Amnistía Internacional manifestó su inquietud, afirmando que este tipo de prohibiciones “generan división en lugar de integración”.
Para los turistas que planeen visitar las calles de Lisboa, el cumplimiento será esencial, por lo que se recomienda familiarizarse con las excepciones a través del texto parlamentario oficial.
