Movimiento antiinmigrante impide el acceso sanitario a extranjeros

Una clínica comunitaria al norte de Johannesburgo se ha convertido en el frente de una batalla en Sudáfrica sobre si los extranjeros pueden acceder a los servicios de salud públicos.

Lo que comenzó como una pequeña acción local en una área en 2022 se ha extendido, con activistas del grupo abiertamente anti-inmigrante, Operación Dudula, haciendo piquetes en algunos hospitales y clínicas en las provincias de Gauteng y KwaZulu-Natal. Chequean documentos de identidad y impiden la entrada a cualquiera que no sea sudafricano.

“Dudula” significa remover algo por la fuerza en el idioma zulú.

A pesar de algunos arrestos, las autoridades parecen incapaces de prevenir los piquetes.

El lugar de su última campaña está en Diepsloot, un barrio pobre de más de 200,000 personas cerca del centro comercial del país.

En una fresca mañana de jueves en primavera, Sicelokuhle Moyo, vestida con una falda azul y beige, una gruesa chaqueta y un pañuelo negro en la cabeza, salió temprano hacia la clínica.

La zimbabuense, que vive en Sudáfrica desde 2006, iba allí, como solía hacerlo, para recoger su medicación para una condición crónica.

Pero esta vez, cuando llegó a la puerta, las cosas fueron diferentes.

Dos hombres con camisetas blancas con el lema “Operación Dudula – Deportación Masiva” estaban en la entrada. Exigían que todos mostraran sus documentos antes de permitirles entrar.

“Yo dije que tenía pasaporte. Ellos dijeron que no aceptan pasaportes. Solo quieren identificaciones”, dijo la Sra. Moyo, ocultando su frustración tras una sonrisa educada.

A pesar de que esto era un potencial punto de conflicto, había una extraña calma y resignación, ya que la gente sabía que los activistas de la Operación Dudula habían sido violentos en el pasado.

Cualquier persona incapaz de mostrar un documento de identidad sudafricano era rechazada.

Caminando lentamente desde la entrada, la Sra. Moyo se unió a un grupo de mujeres en la carretera, con niños pequeños atados a sus espaldas, esperando con incertidumbre lo que pasaría después.

Tendai Musvava, una mujer de unos 40 años, enfrentó la misma situación.

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“Yo estaba en la cola y luego dijeron que [solo] necesitaban a personas con identificaciones. Yo no tengo una identificación. Tengo un pasaporte, soy de Mozambique. Así que no puedo conseguir mi medicación porque no tengo una identificación”, dijo.

La Sra. Musvava, vestida con un jersey naranja brillante de invierno y un sombrero blanco, parecía desanimada.

“Siento que hacen lo que quieren porque es su país. Yo no tengo voz. Por ahora tengo que seguir lo que ellos digan. No tengo opción.”

[BBC]

Según cifras oficiales, Sudáfrica alberga a unos 2.4 millones de migrantes, poco menos del 4% de la población. La mayoría viene de países vecinos como Lesoto, Zimbabue y Mozambique, que tienen una historia de proporcionar mano de obra migrante a su rico vecino.

La xenofobia ha sido un problema en Sudáfrica por mucho tiempo, acompañada por ocasionales estallidos de violencia mortal, y el sentimiento anti-inmigrante se ha convertido en un punto clave del debate político.

Habiendo comenzado como una campaña, la Operación Dudula, que a veces ha sido acusada de usar la fuerza para hacer valer su punto, es ahora un partido político con ambiciones de competir en las elecciones locales del próximo año.

La líder del partido, Zandile Dabula, insiste en que lo que su organización hace en las clínicas públicas de Johannesburgo y otras partes del país está justificado.

“Queremos la priorización de los sudafricanos. La atención de emergencia -entendemos que deben ser tratados- pero si eres ilegal, debes ser entregado a las autoridades”, dijo a la BBC.

Cuando se le cuestiona con el hecho de que muchos migrantes están en el país legalmente, ella cambia al argumento de que los sudafricanos necesitan ser prioritarios porque hay recursos mínimos.

“La vida es primero, no lo negamos, pero no puede ser gratis para todos. No podemos atender a todo el mundo. No tenemos suficiente.”

La constitución garantiza el derecho al acceso a la salud para todos en el país, sin importar la nacionalidad o estatus migratorio.

Pero la Sra. Dabula dice que el sistema público de salud, que atiende a casi el 85% de la población, está sobrecargado.

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Ella dice que algunas personas tienen que despertarse a las 04:00 para unirse a las largas colas en su clínica local porque saben que si no llegan a tiempo, no quedará medicación.

Sudáfrica es una sociedad profundamente desigual, con gran parte de la riqueza del país en manos de unos pocos. El desempleo y la pobreza son altos y algunos culpan a los migrantes, que suelen vivir en comunidades pobres, por los problemas que enfrenta la gente.

[BBC]

Los métodos de la Operación Dudula han encontrado una audiencia simpatizante entre algunos residentes de Diepsloot.

Uno de ellos, el sudafricano Sipho Mohale, describió la campaña de la Operación Dudula como “un cambio positivo”.

“La vez anterior que estuve aquí, la cola era muy larga. Pero esta vez, solo me tomó unos minutos conseguir mis cosas y salir”, dijo.

Otra residente, Jennifer Shingange, también dió la bienvenida a la presencia de los activistas en Diepsloot.

“Como sudafricanos, veníamos a la clínica solo para encontrar que la medicación que necesitamos no está disponible.”

“Pero desde que los extranjeros dejaron de usar la clínica, se ha notado una diferencia,” dijo ella.

Irónicamente, algunos sudafricanos tampoco se han salvado de la campaña antiinmigrante.

A ellos también se les ha negado la entrada en los centros de salud públicos porque no pudieron mostrar su documento de identidad – se cree que más del 10% de los sudafricanos no tienen los papeles adecuados que prueben su nacionalidad.

Pero lo que enfada a los activistas del otro lado del debate es que las acciones de la Operación Dudula violan la constitución.

“Que exista un grupo no autorizado por el estado que decida quién entra y quién sale es profundamente problemático,” afirmó Fatima Hassan, una abogada de derechos humanos de la organización Health Justice Initiative.

“A menos que el gobierno controle esta situación pronto, va a perder su propia capacidad de mantener la ley y el orden.”

El viceministro de salud, Joe Phaahla, le dijo a la BBC que su gobierno está en contra de que se ataque a extranjeros o a cualquiera que intente usar las clínicas y hospitales locales.

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“No estamos de acuerdo con ese método porque la salud es un derecho humano. Aunque entendemos que la prestación de servicios debe estar bien organizada, no se puede organizar mediante métodos que son como acoso,” le comentó a la BBC.

Varios partidos políticos importantes, incluyendo los Economic Freedom Fighters y la Alianza Democrática, también han condenado la Operación Dudula.

Sin embargo, un intento reciente de llevarles a los tribunales por parte de la Comisión Sudafricana de Derechos Humanos falló por un tecnicismo, lo que básicamente permite que el grupo continue su campaña.

Varios miembros de la Operación Dudula han sido arrestados en las últimas semanas por bloquear las entradas de los centros de salud pública. Más tarde fueron puestos en libertad con una advertencia. No obstante, la acción de la policía no parece haber disuadido al grupo.

La Sra. Hassan opina que se necesita una acción más fuerte, diciendo que “la policía y el ejército debieron estar allí desde el primer día para prevenir [las protestas] porque eso es simplemente anarquía”.

El Dr. Phaahla dijo que se está considerando esta medida, pero la policía ha declarado que los recursos están “muy justos para poder vigilar e intervenir a tiempo cuando ocurren estos incidentes”.

Mientras el estado duda sobre qué hacer, la Operación Dudula parece sentirse más valiente y está dirigiendo su atención a las escuelas públicas, diciendo que es parte de una campaña para luchar contra la inmigración ilegal.

Pero en Diepsloot, las acciones del grupo dejan a la gente sin la ayuda médica que necesita.

La Sra. Musvava, a quien le negaron la entrada, ahora busca alternativas. A pesar de sus escasos recursos, está considerando ir al sector privado.

“Creo que tendré que ir al médico. Pagaré el dinero. Tendré que hacer un sacrificio para conseguirlo,” afirmó.

No tenía ni idea de cuanto le costaría.

“No tengo dinero, pero tendré que ingeniármelas.”