MIRA: La impactante realidad de los trabajadores de Ibiza viviendo en tiendas frente a lujosos apartamentos que nunca podrán permitirse

EL Olive Press ha descubierto cientos de trabajadores legales viviendo en viviendas improvisadas tipo tiendas de campaña en terrenos baldíos de Ibiza.

Nuestra investigación también reveló, al memnos la misma cantidad, viviendo en vehículos estacionados a solo un kilómetro del principal centro turístico, Ibiza Town.

Para empeorar las cosas, las autoridades recientemente comenzaron a desalojar un campamento cerca del supermercado Mercadona y amenazan con intervenir en otros.

En un asentamiento irregular en rápida expansión cerca del centro de ITV (MOT) –como mostró Sky News la semana pasada– hay cientos acampados juntos.

LEER MÁS: ‘¡Tengo un buen trabajo en el aeropuerto, pero vivo en un asentamiento!’: Trabajadores de Ibiza advierten que la isla está a punto de estallar

La misma situación se repite cerca del famoso centro de fiestas San Antonio.

Esta semana, EL Olive Press encontró otros campamentos más pequeños cerca de Playa d’en Bossa, a solo diez minutos a pie del epicentro turístico de Dalt Vila.

Viviendo a la sombra de lujosos apartamentos en construcción que cuestan más de medio millón de euros, nos mostraron cómo cocinan en estufas exteriores y se lavan con botellas de agua.

Y estas personas no son gitanos, nómadas ni inmigrantes ilegales: son trabajadores europeo con contratos legales de seis meses bien pagados para la temporada de verano.

Hablamos con tres empleados –con buenos contratos a tiempo completo– obligados a vivir en estas condiciones deshumanizantes.

Todos culpan a los gobiernos local y nacional por años de falta de inversión en viviendas públicas o asequibles.

Uno de ellos, Julio, rumano de 33 años, lleva su segundo año trabajando en una empresa de aparcamiento del aeropuerto de Ibiza.

LEAR  Expatriado británico es golpeado hasta la muerte con un azadón de jardinería 'por pasear a su perro cerca de la casa del vecino' en el sur de España.

Duerme en una cama improvisada hecha con una base de trampolín bajo un árbol en terreno baldío.

Cuando hablamos con él, su vida estaba esparcida en bolsas a su alrededor, los restos de una existencia sin hogar demasiado evidentes.

Un compañero dormía en un extraño asiento-cama de coche junto a él.

Julio nos mostró su uniforme y gorra corporativa (no nombramos la empresa para protegerlo) antes de explicar: "Es un trabajo bien pagado y me gusta, pero es imposible encontrar dónde vivir."