Un emblema familiar de Guardamar del Segura se resiste a clausurar su actividad a pesar de las reiteradas órdenes del alcalde del municipio, desatando así un encendido conflicto en torno a uno de los mercados dominicales más emblemáticos de Alicante.
El Mercado Dominical El Fogón, un bazar de 30.000 metros cuadrados situado junto a la carretera N-332, ha funcionado durante tres décadas bajo la dirección de Carmen Valenti Marí y su hijo Fernando García Valenti. Conocido por su amalgama de antigüedades, objetos de coleccionista y tesoros de segunda mano, el mercado atrae a miles de visitantes cada semana y sostiene la actividad de bares, restaurantes y más de una decena de trabajadores empleados directamente en el recinto.
El rastro de Guardamar ignora las órdenes de cierre del alcalde en medio de una batalla legal
En dos ocasiones durante las últimas semanas, la Policía Local ha intentado precintar los accesos al mercado, pero la familia lo ha reabierto poco después. “No nos vamos a ningún lado. El mercado estará abierto todos los domingos hasta que el tribunal se pronuncie”, afirmó García Valenti. La familia alega que el ayuntamiento carece de competencias para clausurarlo mientras esté pendiente su recurso jurídico y mantiene que su actividad es plenamente legítima.
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El conflicto se centra en la posibilidad de que el mercado pueda coexistir con el desarrollo urbano El Oliverón ZO-6, un proyecto faraónico de 580.000 metros cuadrados que planea incluir más de 2.300 viviendas y zonas comerciales. La familia cree que los promotores del proyecto están presionando al Consistorio para que despeje el terreno. “Nunca han contactado con nosotros”, señalan. “Lo único que queremos es conocer sus planes, y mantener un mercado que paga impuestos y emplea a gente local”.
Según The Leader, la familia García Valenti ha solicitado un permiso temporal de actividad mientras avanzan los planes urbanísticos, pero tanto el consistorio como los promotores han ignorado sus propuestas, según se dice. Mientras tanto, el alcalde José Luis Sáez sostiene que el mercado “carece de una licencia válida” y será precintado tantas veces como sea necesario, aunque insiste en que la policía no hará uso de la fuerza.
Para la familia, el conflicto es profundamente personal, con raíces en la expropiación de terrenos de la N-332 hace décadas. Tres décadas depués, permanecen firmes en su determinación de proteger la institución dominical que levantaron y preservar un mercado que se ha convertido en un enclave cultural de la comarca.
